Los niños de otra época nos enterábamos de que Babia era un lugar, ya cuando en el Instituto estudiábamos algunos detalles de la Edad Media y nos explicaban que los reyes de León se iban a Babia de vacaciones.
Hasta entonces, para nosotros, Babia era un estado maravilloso de distracción del que nos sacaban los padres, tíos o educadores con una sacudida de dedos y la repetida frase de “!estás en Babia!”.
Babia es mucho más que los setenta u ochenta nombres de lugar que hay en España con ese contenido mínimo, como la dos Babilonias (la de la bahía de La Coruña y la de Torredembarra en Tarragona), Babio, Babilafuente, Babila, San Babil y San Babila (difícil de creer que sean debidos a obispo santo), la Peña Babila, etc.)
Pero vayamos a la Babia más famosa, a la Comarca leonesa que se organiza en torno al río Luna y que es necesario pisar (si es posible en un día frío y ventoso de invierno) para comprender su mérito. Yo tuve la suerte de recorrerla en esas condiciones la primera vez y no fue nada difícil entender el porqué del empeños de los reyes… y de otros visitantes periódicos desde la prehistoria.
Investiguemos ahora desde los aspectos físicos y ambientales a las tradiciones, comenzando por el nombre.
Si se toma la “Wikipedia” como primer paso previo a una investigación integral, se tiene esta sugerencia:
“El topónimo deriva del latín medieval en la forma Vadabia. Los filólogos entienden que es una palabra con orígenes en el vocablo vasco Ur, agua, como Puente Orugo.”
No está mal la idea de acercarse al Euskera para tratar de descifrar el enigma, pero este ensayo es artillería y el desciframiento preciso de la toponimia exige infantería; no se pueden extraer los secretos de los nombres de lugar desde la distancia de la erudición, desde libros y códices, sino desde la cercanía del análisis fisiográfico y desde el apoyo –ahora sí- del Euskera.
Este es un caso más de los cientos de miles que puede haber en España y Portugal que espera una solución, no “ingeniería lingüística” que diga que la voz vino de acá o de allá tras sufrir diez cambios inverosímiles.
La Babia es sobre todo un valle central paradisíaco que se crea cuando el río Luna toma un descanso tras bajar en torrente de los puertos de Somiedo en la Cordillera Cantábrica y en lugar de seguir su camino hacia el sur como los demás arroyos para entregarse cuanto antes al Duero, decide dirigirse hacia el Este durante casi veinticinco kilómetros, como si quisiera irse al Ebro.
En el esquema siguiente se puede apreciar cómo en Babia, predomina una estructura orogénica en el sentido de los paralelos, lo cual es notablemente atípico en la vertiente meridional de la Cordillera Cantábrica que se caracteriza por unos ríos que descienden implacables hacia el Duero, de Norte a Sur.
A lo largo de este quiebro, río y valle principal se hallan protegidos de las ventiscas del Norte por los Altos de Muxivén, las peñas de Los Años y Congosto y por los Picos Albos y de Pozo Lao, así como el Morro Negro, de manera que estos altos y sus sierras, actúan como un formidable paravientos de más de dos mil doscientos metros de altura, que –además- encuentra la providencial colaboración de las sierras del Sur con los altos de la Cañada, Peña Correa y Peña Mala y crean un maravilloso invernadero natural del que se puede asegurar que de igual manera que ahora invernan en él grandes rebaños de vacas rubias con sus cencerros llevadas en camión por pacientes ganaderos, en época prehistórica se reunirían ingentes manadas de rumiantes en cuanto las condiciones se hicieran difíciles en los altos… y tras ellas nuestros antepasados cazadores y pastores.
¿Cómo llamarían aquellos hombres y mujeres a este pequeño paraíso?… Seguro que algo así como “El Valle protegido” o “El Abrigo enorme”.
Pues eso es lo que significa Babia en el antiguo lenguaje de Europa: “Bab-i-a”; “Los Refugios”, en referencia a los lugares en que la disposición de las montañas creaba un microclima excepcional que en momentos en que los valles “llanos” inferiores eran barridos por temporales gélidos del Norte, ese tramo de la cuenca del Luna que arrancando hacia el Este, se despide del Sil que va hacia el Oeste y recoge las aguas de los arroyos de Mora, Valmayor, Peñalba, Valgrán, Torre, Fuenfría, Lago… y que con el valle principal forman un dédalo de praderas, podían albergar a miles de cabezas de ganado y a docenas de familias de pastores hasta que el tiempo mejorara.
“Bab” es la raíz que conlleva la idea de protección, de resguardo… “I” es un pluralizador que incluye el territorio del valle central y los radiales y “a” es la articulación que remata un nombre atractivo y evocador con el significado aproximado de “Los Refugios”, la zona protegida.
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Muy bien eso de aprender, es una saludable actividad, te felicito por tu trabajo. Adelante.