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Barbis, guaitos y muñecos

Getxo es un municipio complejo.

Hasta mediados del siglo XIX radicalmente agrícola (tiene a San Isidro como patrono) y muy aislado respecto de la ría por las charcas de trasduna de Lamiako y por los pantanos de Fadura, tenía en el pequeño barranco o cañadita que baja desde San Nicolás hasta el Puerto Viejo (único puerto junto con el de Ea que están a barlovento de las grandes mares), dos docenas de casas de marineros que, bien de la pesca dentro del Abra o de servicios a los barcos mercantes que llegaban a Bilbao y tenían que anclar en el fondeadero de Zierbena, consiguieron renombre como bateleros, atracadores y lemanes.

Con la construcción del ferrocarril de Bilbao a Las Arenas -y luego a Plentzia-, con el de Portugalete que llegaba a La Canilla, con el enlace que supuso el Puente Colgante y los tranvías a Ereaga y Algorta, Neguri derribó los muros de sus huertos y se llenó de mansiones al ritmo que se exportaba mineral de hierro y casi al mismo ritmo la aldea de Algorta comenzó llenarse de viviendas y nuevos vecinos por lo alto del acantilado para ir bajando luego hacia Alango y lo mismo sucedió con la playa y dunas de Las Arenas, que tan pronto como el dique de Santurtzi rebajó la furia de las olas, se transformaron en el tercer núcleo de este Getxo que olvidó su trigo, sus bueyes y sus ciruelas para ser una de las primeras ciudades dormitorio.

¿Porqué se llama barbis y guaitos a los vecinos de Algorta y Getxo y muñecos a los de Las Arenas?

No está escrito, pero nadie impide un planteamiento:

En Castellano, la primera aparición del nombre colectivo “Barbis” se da en los grabados en búnqueres realizados por una Compañía de Zapadores del Ejército Rebelde durante la guerra española que no se ha investigado seriamente, pero parece formada con requetés y soldados añadidos tras la ocupación de Bilbao. La foto disponible de uno de sus pelotones, con soldados bastante aseados, ayuda a rechazar la idea -que mencionan muchos- de que Barbi era debido a que es un nombre que se daba a los barbudos.

Aunque en el “Lexicón” de Emiliano Arteaga no se recoja el adjetivo “barbi”, entre bilbaínos y vecinos de la “Margen Izquierda”, barbi equivale a castizo, alegre, popular…, así que en los años sesenta se creó un Club de Barbis y en aquella época de trabajo y diversión hubo también un grupo musical muy ameno llamado así.

Lo que no tiene absolutamente nada que ver, es la popular muñeca Barbie creada en América hace sesenta años y que lleva su nombre en recuerdo de una niña llamada Bárbara.

Ni los bárbaros, que según nos contaban en la escuela, su nombre latino, “barbaricus” se debía a sus compactas barbas que contrastaban con los afeitados romanos, pero que la cultura oficial corrige a la forma “barbaroi” que es como los griegos orientales llamaban a cualquier extranjero, especialmente a los persas.

Tampoco el Euskera es determinante, aunque pudiera ser que la alocución “barra bi”, dos cojones, pudiera ser adecuada para los bravos marinos algorteños que en medio de un temporal echaban su batel al agua y llegaban a la nao que garreaba irremisiblemente para maniobrar en condiciones inverosímiles y salvar barco y almas.

Antes de que hace un siglo se creara la preciosa casa de Náufragos de Arriluze (en portada), ya se organizaban los algorteños para llegar por mar a auxiliar a barcos en peligro en la zona negra entre la Playa de La Gola y la ría. No es extraño que se adelantaran a los de Santurtzi, que tenían que cruzar la barra y a los de Zierbena, mucho más alejados, así que es posible que se aprovechara la ventaja de dominar desde lo alto una gran cuenca visual, para adelantarse a las vicisitudes que amenazaban a los barcos y tomar la estrategia adecuada de salvamento.

Por eso, la denominación “guaito”, que se suele achacar al Catalán, pero que es una voz neta del Euskera, “guaita”, equivalente al “hide” inglés, cabaña, escondrijo para acechar la caza, que posiblemente hace referencia a la vigilancia y atención que se practicaba desde la atalaya de Algorta por marinos expertos y avezados. “Guaita” es la vigilancia, el acecho, así que esta explicación parece coherente.

Por fin, el apelativo de “muñecos” para los naturales de Las Arenas, apenas tiene siglo y medio, el tiempo que hace que la Junta de Obras “saliera” hacia el mar después de siglos de hacer diques interiores en la ría, para lo cual destacó sobrestantes y contrató obras en a la ribera derecha, en Las Arenas para crear un muelle que combinado con el de la ribera opuesta (Muelle de Hierro), cortara la movilidad de la Barra de Portugalete. Estos primeros colonos de lo que luego sería un barrio de lujo, eran conocidos por los lugareños de Leioa y Getxo, como “los muellekos”, esto es “los del muelle”.

La enajenación de las marismas a particulares para su urbanización, la llegada masiva de vecinos (generalmente no euskaldunes), el rápido ritmo de vida y el crecimiento del barrio, dejó la voz como “muñecos”.

Sobre el autor

Javier Goitia Blanco

Javier Goitia Blanco. Ingeniero Técnico de Obras Públicas. Geógrafo. Máster en Cuaternario.

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