Este ensayo podría muy bien llamarse “un nombre forzado”.
El caso comienza con el reciente interés de un grupo de intelectuales de querer –a toda costa- que los restos encontrados en el subsuelo urbano de Irún consistentes en una empalizada de clara función de cimiento o contención de tierras en ámbito intermareal, los miles de trozos de cerámica y los fósiles de huesos de melocotón y aceitunas extraídos en la Calle Santiago correspondan al puerto de “Oiasso”, posibilidad que ya adelantaron otros estudiosos en los años setenta a partir de fragmentos de “terra sigilata” encontrados junto a la parroquia de El Juncal al final de esa misma calle y en la necrópolis de Santa Elena, al otro lado de la regata Estebenea,
El interés está fundado no solo en conservar el prestigio profesional de arqueólogos e historiadores tras numerosos artículos, jornadas y actos culturales, sino en el hecho de que se han empleado importantes fondos públicos para poner en marcha en el centro de Irún el “Museo Romano Oiasso”.
Es posible que también haya intereses que se corresponden con una corriente cultural que trata de insertar en la universidad, en los medios de comunicación y en redes sociales la idea de que la toponimia celta está presente en numerosos e importantes lugares de Euskalherría, haciéndolo con argumentos muy endebles, pero que dada su capacidad de llegar a estos entornos, tiene facilidad de prender entre gentes que no disponen de conocimientos sólidos de Euskera, Geografía y de otras disciplinas como Navegación y Comunicaciones terrestres.
Esa corriente tiene capacidad de influir en Wikipedia hasta el punto de que esta enciclopedia popular llega a plantear solamente sus tesis, proponiendo que Bidasoa debe de significar una de tres opciones en dos de las cuales conceden generosamente al río el inicio vasco “bide” para significar bien “Oiasso Bide”, alterada a “Bide Oiasso”, camino de Oiasso, bien ser un compuesto de la voz celta “assa”, agua para significar “Bide assa”, camino del agua o la forma latina, “via ad Oeassonem”, camino de Oiasso.
Todas ellas presuponen que el objetivo es Oiasso, pero no explican porque no se llama “via ad Pampelune” si por la ribera de ese río transcurría la calzada hacia Tarraco por Pamplona y Huesca, siendo esa ciudad más importante…
Llegado a este punto conviene analizar las condiciones físicas del río Bidasoa, nombre que solo recibe el tramo entre Santesteban (alterado a Donestebe) e Irún, ya que tanto la rama oriental o Baztán y la occidental o Ezkurra, son dos afluentes tan equilibrados en caudal y dimensión, que a partir de esa población ninguno de los dos logró imponerse en su día a las personalísimas características que tiene el tramo final.
Tanto uno como el otro afluente, divagan por cuencas de cierta amplitud, por lo que a lo largo de la historia, sus cauces han serpenteado en función de parámetros ambientales como el régimen de lluvias y circunstancias eventuales como deslizamientos de tierras, por lo que los caminos que se aprovechaban de sus riberas, podían variar con el paso de los años.
Eso no sucede en los casi treinta kilómetros del tramo que se llama Bidasoa, donde el río pasa encañonado y sin la mínima posibilidad de cambiar de trazado, condición que repercutía en la vía o vías que lo acompañaban y que pudieron permanecer estables durante milenios en los que ni siquiera los vados eran propensos al cambio de situación por lo angosto del cauce que obligaba a los aluviones a desplazarse hacia un estuario que arrancaba en Beobia y se prolongaba hasta el puntal de Endaia, donde una inmensa barra dificultaba la entrada en la ría (imagen del siglo XVIII) como sucedía en Portugalete.
En la siguiente imagen se muestra un tamo central del río en el que se puede comprobar que las carreteras antiguas (en blanco y amarillo), siguen fielmente pegadas al río una en cada margen y solo la moderna autovía (en rojo) ha saltado sobre sus meandros y ha horadado sus morros.
Esta condición y no las fantasías de nombres celtas o latinos es la que ha determinado su nombre genuinamente vasco formado a partir de “aso”, adjetivo que implica inmovilidad, anclaje, invariabilidad y “bide”, camino; “bide aso a” el camino invariable.
El ejercicio de todo investigador ha de comenzar por estudiar lo más próximo y lo que menos cambia, en este caso, la necesaria prudencia obliga a consultar primero con el Euskera, herramienta mucho más capaz de lo que académicos e intelectuales comprometidos con teorías centrífugas creen.
Según esto, los restos arqueológicos de Irún pueden ser de época romana, pero el nombre del río, nada tiene que ver con Oiasso, emplazamiento sobre el que en un próximo ensayo se va a exponer otra hipótesis basada no en los intereses de los que han promovido un museo-propaganda, sino con los verdaderos condicionantes que determinan la localización de un puerto.
En la imagen de portada, una vista del Irún de los años 30, cuando la calle Santiago aún era una isla, pero la navegación estaba impedida por los puentes.