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Cernégula

Los páramos burgaleses de Masa y La Mazorra tienen su lugar más misterioso en Cernégula, un pueblecito con su laguna redonda a un tiro de piedra de las casas zagueras de poniente, justo al borde oriental de la paramera desde donde la cuenca del río Homino, parece más profunda que la de su padre, el Ebro.

Era ya misterioso minutos antes de lo que me contó el viajero que se sentaba junto a mi en aquel mi primer viaje en la línea de autobuses entre Bilbao y Burgos por esa tierras altas al comenzar el otoño de 1969. Aquel hombre que parecía muy mayor y que reencendía su cigarro maloliente cada pocos minutos, antes de que me dijera al asomarse el autobús al alto que domina el pueblo: “Chico, como te fijas en todo…, a que no has caído en que estamos en Cernégula, donde antaño se juntaban las brujas antes de volar a Hontomín para seguir tramando fechorías…”… No le entendí nada; la frase la recompuse años después.

Todo el mundo en Burgos sabía lo de las brujas, pero nada más, ningún detalle, jaculatoria ni fórmula, aunque el nombre esdrújulo si que se presta a una historia misteriosa.

A la sazón, con la mayoría de edad recién estrenada, ya me gustaba la Toponimia y desde entonces, Cernégula era uno de los nombres que como Despeñaperros, Caravaca o Peñamil, aparecían antes que otros al contar –en conversaciones- los enigmas de esa disciplina y lo poco que hacían los “sabios” por desentrañarlos, ya que sus explicaciones siempre me parecían ñoñas y cómodas.

No hay un solo Cernégula más entre los nombres de lugar de España, pero si hay una buena docena y media de otros que comienzan igual (pero sin acento) y –justo- otros tantos que terminan igual, lo cual quiere decir que los elementos que lo componen son oriundos y han de significar algo.

Al estudioso le llama la atención que haya incluso uno que empiece igual, pero con zeta y varios que se rematen con jota, be, ce, erre, te, tz, ese: Zernea, Brújula, Cubula, Mugurula, Trembécula, Fístula, Betzula, Astasula… hasta casi mil y se lamenta de no poder estudiarlos todos, habiendo de conformarse con elegir media docena, cruzando los dedos para que su análisis sea sustancioso.

En este caso, la intuición me sorprendió al pasar por Cernégula hace unos días, tras una primavera muy lluviosa en la meseta Norte y que –sin embargo- la laguna de las brujas no acusaba en absoluto en su nivel el verde descarado de los campos al terminar junio. La laguna estaba con el nivel de siempre. Entonces pensé que no es tan raro, sino más bien ley, que algunos “lago” hayan terminado en “galo”. Sin ir mas lejos, nuestros vecinos franceses, cuyo apelativo no viene del macho de la gallina, sino de los lagos de La Galia, donde el Ródano se desparrama en el mar.

Y pensé “zerné lagu”, “zerné gula”; no en vano, la gente se reía hace poco de una gitana que se hizo “viral” cuando ante un periodista echaba la culpa del Covid 19 a que “los chinos se habían comido un murciégalo”… y era la que lo decía bien, porque en buena ley, al volador nocturno habría que llamarle “mur ciégalo”, es decir, ratón ciego, no murciélago; el mismo caso que Cernégula, es decir, de vez en cuando usamos la metátesis tanto en la conversación como en la Toponimia.

Y encontré unos cuantos nombres parecidos que tenían aún o habían tenido lagunas cerca:

Por ejemplo, el arroyo y el lugar de Gula en Lleida.

La Báscula, en la ribera izquierda del Duero cerca de Zamora, donde el nombre no está relacionado con un lugar de pesaje, como en otros sitios, con una zona húmeda, quizá una ciénaga antigua, del arroyo José.

O en la cercanía de Salamanca, en plena ribera derecha del Tormes, donde a pesar de las intervenciones agrarias, junto a La Brújula, se muestran desafiantes a la estúpida ortografía dos hidrónimos idénticos, El Lavajo y Labajo, que indican que antes, mucho antes, hubo un lago que los contuvo a los tres.

También cerca del conocido Puerto de la Brújula se encuentran indicios de haber habido lagunas cacuminales, pero la intensa intervención de carreteras, hoteles, gasolineras, chatarrerías, etc., ha borrado muchas señales.

La alteración Lago >< Gola y Lagu >< Gula, no siendo abundante, tampoco es escasa y aparece en lugares célebres como El Mar de Ontígola, estanque creado en época histórica en Aranjuez a partir de un antiguo humedal, en el Ibón de La Gola en Pirineos o en varios lugares costeros de Mallorca y Valencia, donde aún existen o han desaparecido antiguas albuferas y los nativos llaman así. “La Gola” a los brazos de agua que aún son testigos de antiguos drenajes.

“La” es una partícula que indica unión, enlace, así de la forma compleja “lago la”, los hipercultos han detraído la “la” inicial, dándola por artículo y han dejado “gola” como nueva voz.

Definitivamente, en la zona de Cernégula, lo más probable es que en épocas de colonización agraria, hubiera una zona áspera (periódicamente cultivable) o “latz erna” en cuyo centro habría una laguna: “Latze erna lagu”, a la que primero se le detrajo la “La” inicial, quedando “Serna lagu” y finalmente se alteró en “serne gula” y Cernégula.

“Latz” es un adjetivo que significa aspereza, presencia de cantos o recarbonataciones y “erna” fertilidad o productividad, lo que explicaría que Cernégula fuera tempranamente habitado tras alternancias entre pastoreo y cultivos.

Sobre el autor

Javier Goitia Blanco

Javier Goitia Blanco. Ingeniero Técnico de Obras Públicas. Geógrafo. Máster en Cuaternario.

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