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Huesca

Siempre he tenido la sensación de que Huesca era un nombre “más alterado que otros”, aunque no lo pareciera.

Hace poco he tenido la ocasión de recorrer la ciudad, su entorno y La Hoya entera y sigo con la misma idea.

Impresiones de la visita aparte, es momento de hurgar en documentos y lo primero e inevitable es buscar alguna otra Huesca, a ser posible lejos del influjo de la primera (es decir, alejada de “La Hoya de Huesca”, donde hay una decena de réplicas); el resultado es que recorrida toda España, solo hay un lugar que tenga el mismo nombre y no es un punto célebre sino un páramo inóspito de la margen derecha del río Xúquer (Júcar), en Valencia, justo donde se halla uno de los complejos hidroeléctricos más singulares de España, una gran central reversible de bombeo de la compañía para la que trabajé 41 años.

Frente al páramo llamado Huesca se extendía otro mayor conocido como La Cortada, donde se construyó un gigantesco depósito de casi dos kilómetros de largo y entre ambos se hunde un barranco que –también- llaman “de Huesca”.

Lo que si hay, son nombres compuestos de pueblos o lugares que llevan “uesca” entre sus componentes: Bijuesca, Ruesca, La Muesca…, pero no llegan a dos docenas.

Cuando en los análisis toponímicos se dan circunstancias de escasez como esta, una acción metodológica inevitable es la de indagar si otras secuencias “similares” ofrecen la misma condición de rareza o si hay alguna combinación sonora parecida que se muestre especialmente abundante.

El ejercicio suele comenzar recurriendo a consonantes o grupos consonánticos que muestran facilidad para ser mutados y a pruebas similares con vocales cercanas o montando y desmontando diptongos.

En el caso de Huesca, lo inmediato es ensayar con nombres de lugares que contengan “uesg”, “uesk”, “uerg”, “uelg”, “uelc”, “osc”, “osk”… e incluso “verg”, “berg” y “belg”, porque “u” y “v” no son muy lejanas y –excepto por la intervención académica-, tampoco hay diferencia en general entre “v” y “b”.

Pero antes conviene agotar lo que la historiografía pudiera aportar, que en el caso de Huesca se limita a las elucubraciones sobre la ceca que emitió monedas con la leyenda “BOLSKAN”, taller que se asigna a la ciudad, pero sin que haya otra razón que la aparente semejanza de ambos nombres, obtenida de la propuesta de transcripción de Gómez Moreno que no es universalmente aceptada.

Como descripción física breve de la antigua ciudad, es necesario decir que se construyó sobre un promontorio con forma de alubia que se eleva unos treinta metros sobre el valle del río Isuela y que apenas mide 750 x 400 metros (ver mapa de 1946), habiéndose extendido la nueva ciudad por la falda suroeste del mismo. Las sierras de Javierre y Belarre al Norte, la de Salinas al Este y las de Luna y Pedrosas al Oeste, confinan una depresión que en conjunto se denomina desde que hay epigrafía, Hoya y Comarca de Huesca.

Más adelante, tras una búsqueda de similares, se vuelve al análisis físico.

Denominaciones conteniendo “uesg”, apenas se encuentran; solo hay un par de Ruesgas, una en el Alto Campoo y la otra en Cantabria.

Sin embargo, con “uerg”, aparecen más de dos cientos distribuidas por todo el territorio español, siendo las más reiteradas, Huerga, Huergo, La Huerga, Las Huergas y terminaciones como en Villuerga ó Pisuerga.

Si se busca la combinación “uelg”, el número se dispara a más de cuatrocientos lugares en los que más de treinta son arroyos de la Huelga o de las Huelgas, más de 270, Huelgas a secas, Las Huelgas o Huelga de tal o cual, no faltando aparentes variantes como Suelgas, Ruelga ó Cuelga.

Formas –ya muy alejadas- como “berg” o “belg”, también son numerosas y sugieren un parentesco precoz, especialmente en lugares como el Molino de Bergua.

La búsqueda de nombres conteniendo “osc”, ofrece alguno como Biosca (Lérida) aporta poco porque la gran mayoría corresponden a bosques (“bosc” en Catalán y Valenciano), a coscojares o al adjetivo “oscuro”, no habiendo mas que una Osca, un cerrito en Valencia, otro cerrito Oscaya en el desierto de Tabernas (Almería) y la aldeíta de Oscariz en Navarra.

La experiencia que atesoro de muchos años de análisis toponímicos y docenas de miles de lugares escrutados, pide centrarme en la forma “uelg” y más concretamente en la grafía corregida a “Huelga” por el pesado academicismo.

El otoño pasado, en un recorrido detallado por el Río Pisuerga, encontré varias riberas fértiles, extensas y con señales de haber soportado una red fluvial muy anastomizada (ver imagen de portada) que debieron ser transformadas en tierras de cultivo a lo largo de centurias con durísimos trabajos de drenaje y desbroce y varias de ellas se llamaban “Las Huelgas”.

A falta de soporte científico, la imaginación de geógrafos, cronistas y secretarios obsesionados con halagar al poder y con una idea cerrada y única de lo que llaman Civilización, ha transmitido sin rubor alguno que algunos lugares como Las Huelgas Reales de Burgos, las de Valladolid y las de Jaén, llevan esos nombres por ser lugares paradisíacos donde los reyes “holgaban” y así lo han hecho aprender a bachilleres y universitarios y así se ha divulgado en trípticos, carteles y enciclopedias.

La verdad no va por ahí. Las Huelgas de Burgos acogían una amplia rivera izquierda del Arlanzón, muy anastomizada, las de Valladolid, lo mismo con un Esgueva que desembocaba en el Pisuerga a través de un amplio delta sobre el que está gran parte de la ciudad que esconde a su “rio principal” en alcantarillas y la de Jaén, lo mismo con el Guadalquivir.

Los reyes, nada tontos, elegían promontorios en esos lugares especiales, fértiles y seguros para fundar monasterios donde colocar a sus hijas rebeldes y visitarlas de vez en cuando. Las Huelgas solían acoger huertas muy productivas y no eran lugares de caza ni de holgazanería, sino de trabajo intenso para dotar a las poblaciones cercanas de hortalizas.

Esos tres sitios y medio ciento más no fueron en la prehistoria, sino zonas de “baja energía” de los ríos, donde entre fajas enormes de depósitos aluviales alargados, corrían dédalos de ramales que ora se entrelazaban, ora se separaban, cambiando cada pocos años la fisonomía general, pero manteniéndose la ley que los creaba y deshacía. Esta condición de “elemento no consolidado”, se decía en Euskera arcaico, “el ga”, voz bastante parecida a “elk”, que significaba conjunto, ramillete y a “enge” (engue) que transmite la idea de endeble, inconsistente y que tras irse perdiendo por el pueblo la capacidad de entender su significado, ha mutado con frecuencia en “erga”, “eska”.

Si se antepone “U” a la original y a estas formas residuales, se tiene “Uelga”, “Uerga”, “Ueska” a las que los correctores ansiosos vuelan para llenarlas de haches y acercarlas a sus ensoñaciones, nombres ya muy abundantes en la geografía

El cerrito de Huesca debía de ser hace cuatro o cinco mil años un precioso promontorio rodeado por infinidad de brazos de agua que partían de la margen derecha del río Hisuela, pero también de los barrancos de La Bala, Valdabra y Manchané, creando una gran zona de vocación fluvial que terminaba cuando todas esta agua eran recogidas por el río Flúmen como se ve en la siguiente imagen, en la que algunos de aquéllos brazos han sido consolidados como acequias o albercas.

El resumen es que el nombre actual está lo suficientemente alterado por el paso del tiempo y desfigurado por la ortografía, como para que no sea trivial proponer que su nombre original fuera “U er ga”, aunque la fisiografía conserva numerosas pruebas de que pudo ser así. Aunque no es evidente la mutabilidad circular “r x s”, un ejemplo claro es “mus”-“”mur”, ratón.

En cuanto a “BOLSKAN”, creo que su asignación a Huesca ha sido precipitada y se basa solo en conjeturas y en una transcripción que no es afortunada, pero que los estudiosos apoyan… por no quedarse sin nada. Quizá la cercana población de Bolea hubiera sido una candidata mejor.

Sobre el autor

Javier Goitia Blanco

Javier Goitia Blanco. Ingeniero Técnico de Obras Públicas. Geógrafo. Máster en Cuaternario.

2 Comments

  • El paso de r a s sería perfectamente comprensible para un checo. Ellos tienen un sonido que consideran «r rápida» y escriben así: ř. Hacen vibrar la lengua más rápidamente que la r castellana y eso produce un sonido sibilante secundario que nosotros podemos captar como S. De hecho, el nombre del compositor Dvořák lo solemos pronunciar como Bórsak.
    Quizá nuestros antepasados de la zona que bautizaron el lugar usaran un sonido similar y el paso al sonido S fue lo siguiente.

Responder a Omar Vilata X

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