Nuestras enciclopedias y diccionarios se ha rellenado de información como se rellenan las morcillas, cogiendo la masa a puñados de la artesa con prisa para cerrarlas y echarlas a cocer antes de que el caldero se enfríe.
La consecuencia es que hay aciertos, pero también conjuntos enormes de disparates que la repetición y la reiteración han disimulado cuando se miran con poca luz, pero que el tacto de una mano sensible denuncia enseguida como cicatrices descaradas.
Quienquiera que diserte sobre lo más antiguo de Portugal, no puede olvidar mencionar que su nombre oficial procede del laborioso Oporto que antes se llamó “Cale” 1, lo que dio en Portus Cale y en Portugal: El puerto de los galos
Morcilla cerrada y cocida pero que el sentido común no convalida porque si algo ha dado nombre a Portugal, eso hay que buscarlo en el entorno más destacado de ese país, la península de Sintra rematada con el Castillo de San Jorge, dominando el amplio estuario del Tajo y no en el “fiordo” de Oporto, con una entrada endiablada hasta que fue dominada su barra como lo fuera la de Portugalete.
Planteada la misma solución “portus gale” al Portugalete del Nervión, mis amigos portugalujos no quisieron ser galos y prefieren otra “sinsorgada” mayor; que el nombre de su Villa se deba a que ahí paraban los galeotes; Puerto de Galeotes.
Así, con más pasión e ideología que razón se han cerrado muchos embutidos de la pobre Etimología y se han pasteleado infinidad de nombres de lugar que solo un trabajo certero e intensivo consigue despojar de lo alterado.
En el Itinerario de Antonino, que editó uno de los primeros mapas de calzadas, aparecen muchos nombres que la erudición ha colocado sobre los mapas con la alegría de quien cree haber descubierto el neutrino. Algunos de ellos, que llevaban el prenombre “Portus”, ni siquiera hay argumentos para citarlos como puertos de mar, como Portus Juliobriga (colocado en el actual Retortillo) en cuya cercanía se muestra una calzada enlosada, modalidad que no usaban los romanos.
Otros “portus” que figuran en ese Mapa de Carreteras, “Portus Albus, Portus Blendium, Portus Cale, Portus Vereasueca, Portus Victoriae…”, se han colocado en Algeciras, Suances, Oporto, San Vicente de la Barquera, Santander…, sin embargo, el principal puerto portugués y de la península Ibérica, Lisboa, no figura como “portus”, sino, simplemente, como ciudad “Olissipo”, contradicciones sospechosas que no se explican solamentea porque en la antigüedad se distinguieran con mayor nitidez que ahora, dos funciones diferentes para la navegación, la protección o refugio y la posibilidad de acercarse a la orilla o -incluso- varar. Como en la foto de portada.
Esto ha sido así, por lo que algunas bahías y bocas de estuario con orientación favorable respecto a los vientos dominantes han sido lugares preferentes para protegerse o guardarse embarcaciones y marinos, parecido a lo que hacen los pastores y rebaños en los apriscos, cabañas o “bordas”, nombre este último que viene de guardar 2 , guarecerse, tanto en Euskera como Catalán y que dio en “gorda, gordé, guarda”, también en Castellano, voz abundantísima como “borda” en los territorios de altura, allí donde el ganado recurre frecuentemente a las cabañas.
La idea y acción de proteger los rebaños (y otros capitales susceptibles de daños) cuajó en las formas “gord, bord, port…” reflejada en acciones o configuraciones del Euskera como “gordagu”, madriguera, “gordaillu”, almacén, camarote, “gordamen”, ocultación, “gordekin”, reserva…, “borda”, cabaña, “bordari”, corralero… “bordazke”, francobordo (naval), “portu”, puerto, fondeadero… todas con la idea central de protección.
En Toponimia, el formante “…borda…” aparece en casi 4.000 localizaciones de montaña, principalmente en Navarra, Gipúzkoa, Bizkaia, Lérida y Girona, no pudiendo caber duda alguna de que su origen es vasco y pecuario ni de que haya relación alguna con lo germánico.
En cuanto a los puertos de navegación, de las casi diez modalidades fonológicas que brindan sus nombres, “have, hafen, bandara, hamn, harbor, höff, kitote, limani, osta, port, porta, porto, portu, portus, portti, prista…”, la más informativa es la británica “harbour” ( a partir de “hardbord”, que evoluciona con elisión de ambas “d”, significando “protección dura”), que ya sugiere la existencia de muelles consistentes de obra de fábrica para protección o de servicio y no simples barras de arena en las que varar.
En esta línea, también falla la debilidad academicista de ceder a lenguas como el Fráncico, conceptos que son netos del Euskera como “bord”, que no es tanto una descripción de “lado” como atestiguan los que lo achacan a esa lengua germánica occidental desaparecida, sino del franco bordo o incluso, “obra muerta”, altura de garantía de una nave por encima del nivel del mar o de la cubierta, la “bordá” o regala del barco en Euskera, que el Francés tomó de ésta y no del Fráncico.
“Bordá” es la protección que brinda el barco a sus pasajeros.
Volviendo a la Toponimia. Portugal, Portugalete, Portugués, Portuguesa, Portugalejo, Portugalejos, Portuguesiña, Portugueses son nombres de lugar que aparecen en 250 ocasiones en España, pero que no son raros en Portugal: Cerro de Portugal, Portunhos, Portuzelo, en Italia, Portule, Portula, Cima Portule, en Francia, tornando la “u” en “o”, etc. y no siempre relacionados con el mar, aunque hay una alta frecuencia al coincidir nombres parecidos a Portugal, con referencias a San Roque y San Jorge.
En el mismo Portugalete, lo alto del pueblo aún se conoce como “Fuerte de San Roque” y cerca de Valmaseda, casi en la cumbre del Kolitxa, conocida como San Roque, está la Fuente de Portugalejo y en el Portugal de Tenerife, arriba, el Roque Suarez.
La abundancia de estos nombres no corre paralela al grado de información que los lugares aportan, porque una gran cantidad de ellos están rodeados por una Toponimia muy densa y -con frecuencia- de “poca personalidad” física, es decir , no hay rasgos claros que puedan percibirse con los valores que manejamos ahora, por lo que hay que pensar en una evolución paralela de la sonoridad de los nombres en todos los lugares; muy poca evolución, en cualquier caso.
La parte inicial, “port” se ha mantenido sin variación y puede identificarse con lugares protegidos, bien sean puertos de mar o portillos de montaña, tras los cuales cambian o se suavizan las duras condiciones ambientales.
La segunda parte, “gal”, parece una alteración de “gan”, sobre, encima de…
Así, numerosos “Portugal” y derivados que aparecen en la geografía española, estarían definiendo una loma o promontorio sobre la zona más protegida, como la Loma del Portugalés de la siguiente imagen en un territorio tan oriental como Murcia.
La coda, “lete”, que figura en una veintena de Portugalete, Zagalete…, en varios centenares de Cuchillete, Castillete, Gollete, Caballete…, pero también “suelta” (y que en esta forma es especialmente abundante en el País Vasco y Navarra), ha sido traducida por el academicismo, como “pinar”, solución que puede ser válida para toponimia “reciente”, esto es, de la época agraria (“le eta”), pero no para la arcaica, donde suele ser un pluralizador o generalizador; así, el Portugalete de referencia, el de la ría del Nervión, sería una expresión casi idéntica de la forma original “Portu gan ete” con el significado de “los altos sobre el puerto”, una configuración evidente de la loma que se extiende entre la Iglesia de Santa María y la Torre de Salazar y la zona de Sestao conocida como La Iberia, que se ha indicado en trazo negro y que es un itinerario que domina literalmente la ensenada de La Benedicta (benerita, de vena mineral) brindando un paseo con unas vistas soberbias.
Sobre el mapa siguiente, se ha trazado en azul la antigua línea de costa, lo que permite apreciar el gran puerto “a asotavento” que se formaba bajo la loma de Portugalete, una especie de réplica de lo que llaman Lisboa y yo llamo “Portu gan” desde que subí andando hasta el Castillo de San Jorge y me admiró tanto la magnitud de la ensenada como las condiciones del promontorio.
Esta condición de promontorio que protege de los vientos y permite la visión íntegra de la bahía, se repite por ejemplo en el Portugalete de la Ría de Muros, con la protección del cerro de Miraflores sobre la ensenada de Praia Rocha.
[1] En Celta, “cales, calet”, adjetivo que significa “duro”, es lo más parecido a “cale”. [2] “Gordé”, en Euskera, aunque oficialmente nos digan que viene del germánico “wardon”, vigilar, proteger (“achtung”, “beschützen” en Alemán…).
El pueblo Correcillas; ¿Podría tener esa raíz Gord o Bord? Hay muchos topónimos en León, que tienen esa raíz: la Pola de Gordon, Gordaliza, Gorderas, Gordoncillo, en Asturias y Galicia también pero con la forma Cord, muchos en zonas montañosas. Gracias, saludos.
Hola, Daniel. Correcillas no está solo en el mundo; hay desde Corres en Álava hasta Correcañas, Correhín, Correcabras, Correcaballos, Correcher, Correchouso…. En el caso de la aldea que citas, el afluente del Torío que nace cerca de la Cueva del Gorbio, se llama igual. Lo estudiaré en detalle, pero mi primera impresión es que «korr» (copiado por el latín «currire») es una forma ibérica que se refiere a pasos habituales, corredores, pasillos de fauna naturales no siempre pasos profundos, sino -a veces- a lo largo de líneas de cumbres que tradicionalmente se han llamado «cordeles». En fin, esto es Prehistoria neta, así que no es fácil encontrar bibliografía coherente, sino solamente copias de copias sin profundidad.
Me lo apunto para hacer un monográfico.
Saludos