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Sentina, bilge (bilch).

La sentina de un barco es el espacio interior que se crea sobre la quilla, un lugar inmundo donde pocas personas han tenido la ocasión de husmear.

En los barcos actuales es un lugar al que solo suelen acceder los mecánicos y motoristas de la tripulación y –a veces- los operarios de un taller que tienen que intervenir en alguno de los elementos mecánicos o sensores (chumacera, polines, bombas de achique…) para alguna intervención. Antes, en cambio, cuando se creó el arte de navegar a vela, en las embarcaciones que carecían de cubierta la sentina era accesible con tan solo retirar algunos paneles sobre los que se pisaba.

En aquélla época de navegación a vela, la parte central de la sentina solía albergar cierta masa de arena y zahorras, llamada “lastre”1 que paleada a una u otra banda, evitaba que el barco se tumbara por el viento, consiguiendo aprovechar su fuerza neta y consiguiendo, de paso una posición mas horizontal de la zona de estancia de la tripulación. El agua de mar que se filtraba por la entablación, la de lluvia y los derrames ocasionales, iban a la sentina y cuando la cantidad era mayor, afloraba el líquido en unos pocillos desde los cuales se “achicaba” a mano.

Al ir creciendo el desplazamiento de los barcos cambiaron algunos de esos parámetros, principalmente la existencia de una cubierta que impedía la entrada de lluvia, en cambio, el aumento de las tripulaciones y la creación de camarotes y estancias aisladas, favoreció la frecuencia de actos insolidarios como orinar en el interior en lugar de salir a cubierta a hacerlo, el vertido de las aguas de fregado, etc. y al ser el lugar geométrico más bajo del barco, a través de múltiples accesos hasta ella llegaban líquidos de contenido orgánico que provocaban pestilencia. En esa época el achique se hacía con “bombas de rosario”.

En los barcos actuales de acero, no es tan fácil que lleguen líquidos de aquel tipo, pero si agua de condensación, escapes y fugas de la red de saneamiento, aceites y otros hidrocarburos, líquidos de sistemas hidráulicos y de refrigeración así como gases de combustión y otros gases densos, resultando que todos ellos se concentran en los puntos mas bajos de la sentina, desde donde son (en teoría) aspirados para recibir un tratamiento y ser vaciados en puerto.

Durante la mayor parte del tiempo, la sentina sigue siendo un lugar inmundo.

Nuestras autoridades de la Lengua resuelven en un movimiento la cuestión del nombre de la sentina como voz latina, ya que es frecuentemente citada en documentos romanos como “sentinae” y eso les basta para otorgarle latinidad aunque lo único parecido en Latín no tenga nada que ver con esa parte del barco ( “sentís sentum”, zarza, espinas ó “sentio sensi sensum”, sentir).

El caso es que una gran parte de las lenguas latinas, usan voces parecidas a sentina: Gallego, Catalán, Italiano, Maltés y Rumano, pero no lo hace el Portugués que la llama “esgoto” ni el Francés, “fond de cale”. La mayor parte de las lenguas germánicas y también varias de las índicas y el Esperanto, usan algo parecido a “bilge”, que los teutones quieren hacerle derivar de una voz propia, “bulge” o bolsa de cuero, pero que hay que tener mucha pasión para ver la relación…

Actual y oficialmente en Euskera se denomina “sastegi”, sin embargo en el mundo real, en la mar, se conoce como “kala”, algo así como “lo profundo”, pero me inclino a pensar que tanto la forma “latina” como la “germánica” se basan en sendas versiones de las vascas originales, “biltze” y “sant tina”, la primera de las cuales se perdió y la segunda se conserva en lenguas cercanas.

La primera es aún de uso corriente y con significado de recogedor, receptáculo final, a partir de “bild”, recoger, juntar y se refiere a la condición citada de que todo líquido vertido va a parar allí.

La segunda, más relacionada con la zahorra, arena o grijo de lastre, “sant”, completada con “tina”, recipiente, contenedor, para hacer “sant tina” y “santina”, como en el Rumano.

 

[1] Del Euskera “lae asta”, peso de grijo a través de “lastar” y su metátesis, “lastra”

Sobre el autor

Javier Goitia Blanco

Javier Goitia Blanco. Ingeniero Técnico de Obras Públicas. Geógrafo. Máster en Cuaternario.

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