Agricultura Árabe Euskera Geología Prehistoria

Almansa, La Mansa y Las Mansas

Almansa, en el borde oriental de Albacete, asomándose desde la meseta a Alicante tras buscar un hueco dejando al Norte el cerro de Cofrenet, es una ciudad con centro en un impresionante castillo y cuyo entorno amplio está lleno de reminiscencias hídricas proyectadas por lagunas, pozos, norias e infinidad de obras de “sangrado” de las antiguas aguas estancadas y repleta de nombres como El Pantano, Los Baños, Hoya (más de diez), Charco del Asno, El Alguacil (“lagua sil”), Casa de la Balsa, Rambla de… (varias), Laguna, Llano de la Laguna, Rambla y Fuente de Sugel, Osa, Ossa, Las Norias, Mancorra 1) , Egea (“exea”, lo húmedo), Zanja del Saladar, Molino de las Monjas… que nos recuerdan que en un tiempo fue más urgente drenar las tierras encharcadas que regar los secarrales.
Situada en una especie de gran cuenco de unas 60.000 has. (indicado en azul) que mira a poniente y desagua perezosamente hacia ahí y es el suyo, un nombre muy poco frecuente, que solo se da en el mismo entorno cercano, en varias “Hoyas de Almansa o Las Almansas”, en la Sierra de Segura, en Jaén, en las vegas del río Guadalmansa y como elemento de montaña, en el Morrón de Almansa, al otro lado de Ciudad Real, en la Sierra de Puertollano y el Peñón de Almansa en Las Alpujarras, en estos dos casos “pétreos” de cimas, anfractuosas, posiblemente alteración de “Armansa” ( “har mantza”, piedra desarticulada), como se pronuncia más al sur y se ve en la imagen aérea del Morrón.

La Internacional Musulmana quiere que su nombre derive de “al mansaf”, una frase absurda para llamar a un lugar, porque la traducen como” la mitad del camino”, para justificar lo cual, hasta buscan un par de polos para que Almansa quede en medio…
Tras volver a comprobar la escasez en Toponimia de esta fórmula e incluso de la sucedánea “Almancha” que solo está en tres lugares en España frente a la abundancia (por centenares) de las modalidades como La Mansa, Las Mansas, La Mancha y Las Manchas, abundantísimas sobre todo en fisiografías llanas, endorreicas y de drenajes insuficientes, se está en condiciones de plantear dos posibilidades; una es que el nombre original fuera relacionado con las aguas lénticas, “Lamansa” y en parte por sonoridad, en parte por influencia árabe y en parte porque se olvidó su significado prerromano, diera con el tiempo y el ambiente propenso, en Almansa.
Pero no se puede negar que el singular roquedo que surge en medio de la hoya almansina con sus estratos desafiantes y sobre el que se edificó el soberbio castillo, recuerda a los lejanos Morrón y Peñón de Almansa y que también pudo ser esta mole rocosa, “Har mantza” la que diera nombre al entorno con la lambadización de la “r” y la sibilización de la “tza” final.

La hipótesis “hídrica” tiene un mayor recorrido que ha de empezar recordando que tanto “lamansa”, como “lamancha” son voces prerromanas cuyo significado que el Euskera ayuda a descifrar están compuestas por “lam”, charca somera, “an”, grande y “tza”, abundancial, esto es, “lam an tza”, lugar de grandes lagunas, explicación que se dota de gran coherencia en todo el territorio meridional de Castilla La Mancha, donde es muy fácil descubrir, bien sobre el terreno, bien con cartografía histórica y con el apoyo de la orto fotografía, las huellas de una agricultura de milenios que ha ido adaptando las tierras y dominando las aguas para conseguir una producción estable.
Además de las huellas de sangreros, canales y pozos y la toponimia persistente, cada varios años hay una primavera húmeda que devuelve primero el resplandor de cientos de ojos y pozas y luego el verdor a grandes áreas “bajas”.
Se encuentran lugares llamados La Mansa en espacios casi desérticos como Las Bardenas entre Navarra y Zaragoza, donde aunque las labores de siglos han desbaratado las huellas del agua, aún queda alguna balsa en los puntos de surgencia de los acuíferos temporales, que los labradores respetan e incluso ayudan a su pervivencia.

O en Tierra del Pan, en Zamora, en las afueras de Casaseca de las Chanas, un lugar donde los cambios climatológicos y la agricultura han hecho desaparecer las lagunas que la Toponimia denuncia doblemente, con el nombre de La Mansa y con el de Casaseca, otro absurdo, porque las casas no se secan, pero si lo hacen los salobrales “katz az” que abundan como “casas, casillas y alcázar”, en un entorno plagado de pozos que nos dicen que el agua no se ve, pero está debajo.

Y en Salamanca, cerca del embalse de Almendra, donde aún quedan charcas que se forman en los regatos y que permanecen varios meses, cuando ya los riachuelos no llevan agua.

A veces con nombres curiosos que intercalan un sujeto en medio de la frase “La Mansa”, como “La Pájara Mansa” cerca de Quero, en Toledo, entre varios rasgos hídricos innegables, posiblemente por alteración de “basa ara”, llano barroso, barrizal llano entre las lagunas.

También en plural, Las Mansas, como en esta imagen doble de cartografía y orto fotografía, donde se ve claramente que Las Mansas tuvo y tiene agua bajo sí, agua que las norias sacaban hasta de cinco metros, los tractores de ocho y las modernas bombas “de lápiz”, de todo lo profundo que el granjero quiera pagar los “kilovatioshora”.

 

[1] Mancorra, evolución de “emankorra”, fértil.

Sobre el autor

Javier Goitia Blanco

Javier Goitia Blanco. Ingeniero Técnico de Obras Públicas. Geógrafo. Máster en Cuaternario.

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