Cojín alargado para apoyar la cabeza en la cama.
Nadie en España con una cultura mínima puede dudar que el nombre de la almohada procede del Árabe; así nos enseñan desde que estamos en la escuela que lo que empieza por “al”, es árabe.
Así lo planteaba hace ya trescientos años Esteban Covarrubias a quien su asesor de la morisma le soplaba al oído que procedía de “mo hadettum” que en esa lengua significaba “sobre la mejilla” y el sabio Corominas hace treinta, decía casi lo mismo, esto es, del Árabe clásico, “mihádda”, mejilla, a través del Andalusí “muhhadda”.
Estas afirmaciones son dudosas, porque en árabe clásico, la almohada se llama “wisadatan” y en el rifeño, “xdiyya”, así que no se sabe de donde sacaron estos pollos la “muhhadda”, dos siglos después de que los últimos moriscos se disolvieran.
El caso es que ninguna otra lengua aparte del Castellano usa almohada, para la que en general y con excepción del Gallego que la llama “almofada” se recurre más a voces parecidas al cojín o a la oreja o a su implantación atravesada en la cama: “Coixí, cuscinu, cuscino, oreiller, traveseiro y hasta perna…”; eso si, ninguna de ellas cercana al Latín “pulvinus” como cabría esperar.
La duda es aliviada en parte por el Portugués y el Gallego (“almofada”), cada uno de los cuales aporta una idea; el Portugués la de colocarla atravesada, esto es, bajo la mejilla y el Gallego, la misma idea de lateralidad con su “albo” ensordecido a “almó”.
Así es el momento de recurrir al Euskera, donde “albó” es un lado, un margen y “edá” es la implantación, la colocación, con lo que la original “albo ada”, complemento lateral para apoyar la mejilla y la oreja, acabó siendo “almoada” y la cursilería académica aspiró a “almohada” para darle el deseado aire de los omeyas.
El Euskera, que tradicionalmente reniega de sus voces aceptadas por otros, creó un “sucedáneo basura” como “buruko” que nada aporta, pero que los de los asientos letrados de aquí ni de allí han querido o sabido entender, reponer y explicar debidamente, no con referencias bibliográficas que son tan poco de fiar como los juguetes chinos.
Hola Javier,
Como interpretas que por un lado las lenguas romance vayan contruyendo palabras a traves del sustrato ibero euskerico y el euskera vaya renegando de sus voces que han adabtado otros, parce contradictorio.
Gracias una vez mas.
Josep, este proceso no es como nos lo cuentan, de cinco o seis siglos. Los Romances, aunque los llamen así, no son Romances porque deriven del Latín, sino lenguas muy antiguas y esta operatividad del Euskera, es muy frecuente, como puedes comprobar en los 20 tomos del Diccionario Etimológico Crítico del Castellano, pero lo mismo sucede en Francés, Corso o Italiano.
También hay excepciones.
Saludos