Hay que reconocer que en un vistazo rápido, la mayor parte de la veintena de nombres que enviaba Borja, parecían “raros” y algunos incluso sonaban a desinencia gallega, pero tras una búsqueda intensa, casi todos tienen parientes.
Llama la atención que sea uno – a priori familiar- como Pampaneira el único apelativo que parece estar solo, que no tiene otros en que mirarse más allá de Pamplona o Pampliega, ambas caracterizadas por un corte vertical tras un glacis o páramo, que aquí no es tan claro y rotundo y –fuera de Galicia, donde “eira” es alteración de “era”-, en el remoto Carboneira de la Sierra de Espadán, en Castellón.
Todos los demás tienen réplicas mas o menos parecidas, si bien hay que destacar que los acentos, generalmente tónicos, pero llanos, casi esdrújulos, son “caprichosos” y desconciertan a quienes nos fijamos más en la prosodia que en las grafías.
Atalbéitar, una aldeíta de apenas veinte casas prietas con una iglesia “extranúcleo”, que está chivándose de la antigüedad del poblado, solo tiene algo parecido en la llanura interfluvial que crean los ríos Tajuña y Henares, donde está el “Navajo de Albeítar”, posiblemente un antiguo lavajo ya olvidado, cuyo suelo lleva siglos sin retener agua.
El comienzo de este nombre, “atal”, recuerda al nombre original de los Montes del Atlas, “at al atx”, “peñas sin paso, sin puerta, que en el caso de Atalbéitar puede cumplirse porque el camino que lleva a las casas, no continúa, sino que hay que volver por él.
Padul es de lo más corriente aunque con formas no idénticas en todas partes porque a veces pierde la “d”, haciendo Paul ó Paúl y otras, cambia la “l” final en “r”, tornándose en Padur y Padura.
Finalmente, la “P” inicial puede aparecer como “F”, haciendo Fadura.
En Padul nada es incoherente, puesto que en un primer recorrido por la extensa vega meridional que llega a sumar 600 has., cualquier aficionado se da cuenta de su origen lacustre incluso antes de ver en cartografías antiguas que antes se llamó “Laguna del Padul”, una laguna que incluso tuvo una turbera. El nombre, evolución de “bae ur”, aguas bajas a “baúl”, “paúl” y “padul”.
Hay varios Dílar, casi todos en Granada, si bien hay también una rambla llamada así cerca de Hellín en el Sureste de Ciudad Real. Sabiendo que “dil til” es una raíz adjetival relacionada con la verticalidad, con la condición de enhiesto, es posible que las “Rocas de Dílar” (en la imagen) hayan dado el nombre “rocas enhiestas” al entorno, de “dil”, vertical y “har”, piedra.
Aquí mismo en Bizkaia, hay un barrio rural llamado “Díliz” que se asienta en la suave pendiente que hay tras el acantilado de La Galea.
También es frecuente la apertura de “i” a “é”, así, la gran cascada del río Nervión en Délika, pudo haber sido antes, “Dílika”, con el significado de “cuesta, ladera vertical”.
Veleta es un apelativo muy frecuente, tanto solo como con la antefirma Cerro, para cerros destacados que se han encontrado en Almería, Cuenca, Málaga, Albacete, Sevilla y Jaén (dos) y picos, como este de Alpujarras y otro en Guadalajara, nombre que en esos puntos sobresalientes o en otros cien menos llamativos, nuestros educadores han decidido que la ortografía sea con uve para no contradecir a sus preceptores, que dicen que tales nombres vienen de la presencia o potencial de un pequeño “velum” para indicar la dirección y fuerza del viento.
Apenas queda un “Beretabide” (camino de Bereta) con be en un mirador desde donde ver la población de Tolosa ocupando una vega del río Oria.
No hay otra explicación que la oficial, pero yo creo que si la tienen y está relacionada con las amplias cuencas visuales desde esas cimas, así que “be er eta”, compuesto por la raíz verbal de la visión, “be”, la abreviatura de la hermosura, “er” y la pluralidad, “eta”, vendrían a decir: Mirador de vistas bellas, voz, que se llegó a hacer extraña tras el agotamiento de la vida nómada y se sustituyó por “veleta”, de parecida sonoridad y fácil comprensión. En la imagen de portada, cálculo de intervisibilidad mediante Geographic Information Systems, una técnica que usábamos hace ya veinte años en Evaluación de Impacto Visual.
Trevélez solo se encuentra en el término municipal homónimo y lo más parecido es Trébenez en Málaga, pero hay cientos de familiares con uve y otro acento, como Trevesalla, Trevilla, Trevijano y Trevijana, Trevejil, Treviño, Trevías… y algunos con be, como Trébanos, Trébolo ó Trébode. Esto no interesa a los cronistas que dicen y airean que el nombre es una alteración del “inter valles” latino. Que yo sepa, todo municipio del mundo está entre valles, lo cual es no decir nada, cosa que gusta poco a la Toponimia, que cuando nomina, quiere precisión.
La población está muy alta, pero quinientos metros más arriba, hay una gran área orientada al Sur que se llama “Chorreras Negras” en un entorno con numerosos “chorrillos” que es como se denomina a los comienzos de abarrancamientos, la dinámica erosiva que tras la elevación alpina de la Sierra, ahora la carcome.
Esas chorreras debieron ser oscuras, sino negras hace mucho, porque el nombre “drae bael” así lo sugiere a partir de “drae”, arrastre, erosión, y “bael”, negó.
El final, “ez”, bien pudo ser en origen “atz”, peña, con lo que el municipio habría tomado nombre de las peñas con arrastres negros. Ver tramo del mapa.
En los panfletos locales dice que Órgiva es un nombre híbrido del Latín “Hortus”, huerta y del Íbero “Ibar”, río; es decir, “La huerta del río”, una novedad por lo que se ve….
Todas las huertas han estado siempre a la orilla de ríos o fuentes, tanto por la presencia de fértiles aluviones como por la obvia necesidad del agua para las hortalizas, así que decir Huerta del Río es como decir tronco de madera, nada. Además, no es cierto que la huerta proceda del “hortus”, sino al revés, “u erta” es el original que significa “orilla del agua”, a partir de “u”, agua y “ert, ertz”, límite, orilla.
El entorno de Órgiva es de los más alterados en Alpujarras, el núcleo original es apenas un trocito del enorme tejido urbano que ha traído la capitalidad y también está muy alterada la corona de huertos hasta el punto que no se distinguen los antiguos rasgos, pero la existencia de numerosos parientes con “ch, x ó tx” en lugar de “gi”, da algunas ideas.
Sea la Sierra y el pueblo de Orxeta en Alicante, donde la sierra muestra unas ondulaciones tan regulares que recuerdan la dentadura de un gigante. En este caso, “ortz eta” significa eso, hilera de dientes, indentaciones… (Ver imagen).
Es posible que el Órgiva original mostrara una talla similar que ahora yace bajo las obras y que su nombre procediera de “ortx iga”, donde “iga” puede referirse a un paso (antigua entrada a las Alpujarras desde el Oeste) y “ortx” se refiriera a unas marcas o indentaciones regulares.
Quedan para la Parte 3 una docena de lugares.