Este artículo no toca temas de Lingüistica, sino solamente cuestiones de ecología.
No se si es una cuestión que se da solamente en regiones áridas, pero mucha gente identifica lo verde con excelencia ambiental y lo verde, a veces puede ser malo o muy malo.
Para ejemplo esta foto que acabo de tomar camino del caserío, en una carreterita de tercer orden que muchos atletas usan para su “running”, pero que también numerosos jubilados, jóvenes y grupos de amigos y colegiales recorren, alabando su “distinción ambiental”.
Así, a primera vista, cualquiera diría que es un fondo natural, una imagen verde y bonita para primeros de Diciembre, pero la realidad es otra y ya con un análisis somero se pueden descubrir los primeros distanciamientos de lo que debería ser la armonía, variedad y riqueza de la formación natural que correspondería a esa zona (un bosque mixto de tipo Atlántico, o en su defecto, una explotación silvícola ordenada).
La foto es de Barrika en Bizkaia, pero bien pudiera ser de cualquier lugar costero de Galicia, Asturias o Cantabria. ¿qué es lo que se ve en ella?…
Lo describo, porque lo sigo día a día durante los últimos tres años.
En septiembre de 2014 en ese lugar había un prado de siega que se estableció sobre un antiguo robledal talado –estimo- hace dos siglos. El prado era estable y con cierta frecuencia pastaban en él vacas, ovejas y algún caballo o asno y periódicamente se segaba su hierba en Julio para hacer fardos para el invierno. Desde la carreterita se veía el mar por encima de las cruces de los animales, en noviembre llegaban bandadas de jilgueros y a principios de Enero la hierba volvía a crecer con ganas para que el ciclo de vida de insectos, micro mamíferos, pájaros, hongos, líquenes y hierba se repitiera año tras año.
Una formación ambiental artificial, pero aceptable, rica y productiva.
Ahora es –técnicamente- una plantación industrial de “eucaliptus glóbulus” invadida por una plaga de “cortaderia selloana” que impide ver el mar, que provoca contactos esporádicos con una línea eléctrica y donde ya no cogeré blancos champiñones en Septiembre.
No hay especie mala en origen, pero las secuencias de actuaciones nefastas de particulares, entes y sociedades comerciales están deteriorando a gran velocidad nuestro mundo rural ante la impasividad, ante la satisfacción, diría yo, de mucha gente que cuando ve “verde” lo identifica con “bueno”.
Todas las especies vienen programadas para sobrevivir y multiplicarse y eucaliptus y cortaderia no son una excepción, pero estas dos especies sí tienen una características que las convierten en una categoría de “asesinas” cuando llegan a zonas como la costa cantábrica: La primera de ellas, no solo tiene un gran poder antibiótico, que limita mucho las expectativas de supervivencia de sus vecinas, sino que su crecimiento rapidísimo envía en meses la sombra más densa hasta el suelo y –además-, una vez de que sus tallos se lignifican, si es talada, rebrota y rebrota tres, cuatro, cinco veces…, con lo que es tan deseada por los madereros y propietarios de explotaciones, como rechazada por quienes queremos más diversidad, más riqueza.
La cortaderia o “hierba de la pampa” no anda a la zaga. Sus hojas largas y correosas están cuajadas de unos dientecillos silíceos que pueden seccionar el dedo de un niño y que las reses renuncian a pastar, porque les destrozan la boca… Además, cada bello plumero puede soltar hasta 100.000 semillas en Octubre, pacientes semillas que pueden esperar años a colarse entre la espesura de un zarzal, pero que una vez llegan al suelo, ¡ya no se van!.
Este desolador panorama es el que vemos quienes corremos un poco la cortina verde para ver lo que hay detrás.
¿Pero eucaliptus y cortaderia son vecinos recientes de estos países?… ¡No!.
No hay un seguimiento claro, pero ambas especies eran conocidas y cultivadas “como rarezas” desde mediados del siglo XIX.
En el Bermeo de mi infancia, había dos eucaliptos gigantes en la finca de un indiano y dos cortaderias bellísimas en los mausoleos de dos familias ricas, en el cementerio de Mendiluz. Ninguna de las especies triunfó fuera de sus recintos.
Niños y madres recogían las semillas, hojas y ramas de los eucaliptos tiradas por el viento para hacer cataplasmas o vahos y los “casheros y casheras” atentos, eliminaban de un azadonazo cuantas cortaderias tiernas querían dispersarse por las campas.
Así lo conocí durante décadas y me consta que antes, bastante antes fue igual.
Pero llegó el abandono de caseríos y huertas, llegó la maquinización y el comercio global y con ellos llegó la “barra libre” para los mejor dotados para la invasión. Cortaderia y Eucaliptus serán una desgracia si no se ponen de acuerdo los actores que se citaban antes y se traza una estrategia de ciclo completo.
He de reconocer que me he visto impotente para manejar la hectárea y media plantada de eucaliptos que entró en las tierras del caserío que he comprado con gran esfuerzo, porque quien se llevó la madera que pedí talar en cuanto compré la finca, me propuso pagar tres veces su valor para “destoconar” la parcela y ello, “dejando allí toda la mierda” ( como él dijo; es decir dejando las raíces, ramas y cortezas).
Este es el panorama al que nos enfrentamos. Mi hijo y yo hemos decidido ir arrancando los 1.500 eucaliptos uno a uno para transformarlos en “pellets” y –al menos- evitar consumir algo de petróleo… Se me olvidaba; e ir plantando poco a poco limoneros y manzanos en el antiguo manzanal que una mala decisión del anterior propietario transformo en una tierra apestada.
No os lo creeréis, pero la Diputación exige un verdadero Proyecto Técnico que nos costará 1.200 € para justificar el “Desmantelamiento de una Superficie Forestal” y volver a tener manzanas y limones.
Este es el panorama.
Hola Javier!
Me alegro por usted.
Tiene lo que hay que tener cerebro bien encaminado.
Si hubiera más gente como usted nuestros paises no estarían como están.
Zalú y libertá!
H.H.