Arcusa es un pueblecito de Huesca al Sur de Ainsa, por donde la Colada de la Ermita pasaba con sus ganados antes de que hubiera carreteras.
Esa vía pecuaria era la única comunicación antes de que la carretera regional A-2205 ocupara su puesto, en parte aprovechando trazados del cordel.
A los de mi edad, Arcusa nos suena por el apellido de uno de los cantantes del “Dúo Dinámico”, aquéllos chicos tan alegres que usaban jerséis de llamativos colores y zapatillas deportivas (donde las comprarían?) a finales de los cincuenta.
Pero Arcusa pueblo está muy solo en el Nomenclátor de Poblaciones, tanto que hay que irse al Verín de Pontevedra para dar con alguno parecido: Arcucelos.
Si el analista se guía por el nombre en Catalán, “L’arcusa”, que suena a Larcusa y recurre a las opciones que el diacronismo avala, buscando lugares que comiencen por “La Ar…”, puede encontrar más de cuatrocientos, algunos muy aparentes como “La Arca, La Arcaza, La Arcuela, La Argueña”, etc.
¿Cuál es el secreto para que una pequeña diferencia multiplique así la “productividad”?.
Los nombres originales de los que han acabado dando esta cosecha, han sido, sin duda, “Larca, Larcaza, Larcuela, Largueña…”, pero la inestimable labor pulidora de los secretarios, escribientes, notarios y académicos, ha amputado del nombre vernáculo y transformado estas “La” iniciales en bellos artículos determinados a los que les han añadido el cuerpo seccionado, como si lo importante fuera un artículo “muy nuestro”, descolgando una cola que no tienen ni idea de lo que significa.
Como esta es una acción de poder, la cohorte de contratados que viven del Estado, alguaciles, editores, libreros e impresores, fabricantes de azulejos y de carteles de dirección, maestros y hasta la Iglesia, adoptan de buen gusto una norma aleatoria porque es mejor que el caos y en unos pocos siglos transforman completamente la epigrafía del país.
La forma inicial comenzando por “Lar, larr”, lleva esta voz genérica que ha sido más importante para la economía de milenios pasados e incluso de siglos recientes en que la Mesta se ha ido diluyendo; significa nada menos que “Pastizal, prado de diente”[1]. El final, la cola indica alguna de las infinitas posibilidades que describen al pastizal en cuestión.
Según esto, “Larcusa” significaría “Los grandes pastizales” a través de “u”, grande y “tza”, conjunto, pero esta zona del Sobrarbe, aún estando cerca de Boltaña, no es de verdadera vocación de pastos de verano, por lo que se considera más probable que el nombre sea tal cual figura en los mapas, “Arcusa”.
Para entender el porqué de esta consideración, conviene acercarse al pueblo y asomarse al barranco de San Esteban en cuyo fondo la roca desnuda muestra las heridas que le provoca la intemperie. “Arr” (hoy en día, “har”) es la piedra desnuda y “kux” es una depresión, una cavidad, así que “Arr kux a” viene a ser “el fondo de piedra”, algo atípico, porque el fondo suele ser lo más fértil y cubierto de vegetación, excepción que justificaría el nombre.
[1] Hoy en día, cuando el ganado consume su vida en establos gigantescos a donde le llevan agua y “pellets” y retiran sus heces con toneladas de agua, no es fácil entender que hace no mucho, el ganado era quien iba a comer a donde estaba el pasto.