El azor es un ave diurna de presa de tamaño mediano que se parece más a las águilas que a los halcones, ave indiscutiblemente ligada a los ambientes forestales, cría, se desenvuelve y caza en entornos arbolados, prefiriendo estos ambientes a los terrenos abiertos.
De alas y garras robustas, ha sido muy usada en cetrería y se extiende por un amplio cinturón del hemisferio Norte que en la zona Euro Asiática coincide con los territorios donde se encuentran topónimos vascos, llegando algunas poblaciones a nidificar en Himalaya y China y a invernar en las costas meridionales de China. Imagen de portada.
En África y en Oriente Medio ha ido desapareciendo al ritmo que desaparecían los bosques.
Como sucede en la mayor parte de las etimologías que se ofrecen en la literatura oficial, la obsesión cultista de llevar al Latín los orígenes de los nombres llega con el azor a límites exagerados debatiendo sobre el nombre del género y de la especie porque quieren que ambos vengan de “acceptor”, cultismo de “accipitris”, etimología popular latina (según autores) y de ese “acceptor”, testimoniado desde el siglo II, vendrían tanto “accipitris” como “azor”.
Conviene recordar que azor y sus parecidos solo se encuentran en Catalán, Corso e Italiano (“astore”), Gallego y Portugués mientras el Latín usaba lo dicho arriba.
Puede que haya algo de acierto cuando plantean que “aci” (“acies”, acero) que sugiere agudeza, filo haya dado en “acu” y para ello se inventan una raíz indo europea, tal que “ak” que completan con otra invención “IE”, “pet-pit” que significaría desde precipitarse hasta volar y así, “ak pit”, sería algo así como “vuelo agudo”, pero lían tanto sus razonamientos que un mínimo de inteligencia tiene que rechazarlos: Los antiguos no eran tan lerdos y los lenguajes se elaboraron con una gran finura semántica para que la esencia de los nombres se recordara con facilidad.
En este caso basta con ir al Euskera, donde “atz” es una de las varias formas de llamar a los dedos y “orr” (erre vibrante), raíz del verbo “orratú”, es rasgar, destrozar, de forma que “atz orr” describe unas garras rasgadoras y su evolución a la contracción “azor” describe algo que los cetreros y los ornitólogos en general sabemos de sobra; que los azores no matan a sus presas con el pico, como los halcones y otras rapaces ni con la mera presión, como las águilas, sino, sino combinando la agudeza de sus uñas con la presión de sus garras.
La obsesión latinista se parece al complejo de orfandad que se ceba en todas las disciplinas y se resuelve con exceso de apellidos, así, los portugueses que a nuestra ave la llaman “açor”, dicen que Diogo de Silves puso ese nombre a las islas Azores admirado de la cantidad de “açores” que había cuando llegaron. Este caso no es el único de fantasías de cancionero, porque célebres genoveses y castellanos han escrito diciendo que el nombre de Canarias para nuestras islas macaronésicas viene de que los primeros marinos medievales en llegar allí vieron manadas de canes corriendo por las playas, lo cual es un absurdo ecológico equivalente al de los azores, porque ambos predadores necesitan espacios de dimensión continental.
En Canarias hay gavilán -pero no azor-, en Baleares, que también hay gavilán y aguililla calzada (de hábitos nemorales), tampoco hay azor y en Azores, la única rapaz diurna que existe y ha existido es el ratonero común “Buteo buteo”, quedando claro que la atribución a Diogo del nombre de las islas es una licencia literaria como otras muchas que han percolado en una sociedad ávida de soluciones y quienes dieron al marino noticias de las islas probablemente ya le avanzaron un nombre parecido.
Cada poco tiempo se descubren nuevos indicios de que la navegación fue dominada por los humanos hace decenas de miles de años por lo que no sería extraño que navegantes muy anteriores al medieval Diogo de Silves rondaran por todas las islas del Atlántico y así como a las Canarias asignaron un nombre inmejorable para su isla más representativa de Tenerife, “gan aria”, las alturas áridas, que acabó dando en Canarias, en las Azores llamaron su atención los roquedos verticales de sus costas y por eso llamaron al archipiélago, “atx or”, peñas altas, puesto que “atx” es el nombre principal de la roca y una de las acepciones de “or” con erre simple, a diferencia de “orr”, es para un elemento alto, espigado; como en “tut or”, “señ or” , “al (c) or”, palo alto para afianzar plantas, hijo crecido y adulto, roquedo que remata una altura…
En las fotos, costa de Azores con sus acantilados de cientos de metros y subida al Teide en un ambiente árido, cuando lo normal serían verdes laderas.
Pasando al ámbito de la toponimia, aunque los caprichos culturales y las normas de escritura han desfigurado muchos de los nombres que habían dejado de mencionarse oralmente, quedan suficientes pistas para recrear algunos casos echando mano de condiciones del entorno que aún perduran o que han dejado indicios de su existencia.
Así, el aparente lexema “azor” que en Portugal aparece bajo las formas simples Açor, Açorda, Açoreira, Maçores… o combinadas, como Cala, Cerro, Barranco, Ninho, Quinta, Ribeira, Vale… de Açor o Açores, en Italia lo hace como “astor” y “azzur” y en Francia, país mayormente plano, «mamelonado», sin roquedos frecuentes, no se encuentran indicios de que su “autour des palombes”, como ahí se llama al azor, haya dejado huellas, lo que ayuda a consolidar la idea de que los azores de otros lugares tampoco son aves sino rocas.
En España, la abundancia es proverbial, figurando el morfema central “azor” y sus variantes principales “acor”, “anzor”y “achor”, casi en un millar de ocasiones, donde las más expresivas son cuando esa pieza aparece al final, estando relacionadas con cortados verticales de roca o con formaciones rocosas superficiales de tipo columnar.
Por ejemplo, la Pena del Azor entre Asturias y Galicia, alrededor de 1.000 metros de cota, en un entorno rocoso de prados de altura sin arbolado, no parece referirse al posadero de un azor, sino a una gran hoya con protuberancias rocosas de varios metros.
En los Prados del Azor a más de 1.500 metros en Gredos, se repiten las rocas aflorantes, muchas, trituradas por la gelifracción, formando canchales incipientes en un entorno que no es propio de azores.
Al suroeste de la playa de Riazor había a finales del siglo XIX un otero que sobresalía unos 15 metros de la cota media. Es probable que la actual “Ronda del Outeiro” coruñesa haga memoria a ese montecito desaparecido para facilitar el ensanche de la ciudad. La toponimia oficial suele describir Riazor como hidrónimo derivado del “riuus” latino a través de “Riuaceolum”, explicación alambicada e inválida para un entorno de tómbolo marino en el que no hay cuenca posible para un río, siendo mucho más coherente que la aféresis de “harri azor”, “peña, piedra cortada” haya dado “riazor”.
Lagunas de Valdeazores y Aguas Negras en Cazorla, “bal”, negro, oscuro; “azores”, peñas altas.
En Las Villuercas, hay una importante área de meseta rasgada de forma radial por numerosos barrancos, donde abunda el nombre de Valdeazores. Rocas rasgadas.
Entre las rías de Arosa y Muros hay un “flamante” Río Azor que hoy en día apenas tiene un kilómetro de suave cauce para ir a desaguar entre la Roca Lucías y la Punta das Grades, dos roquedos llamativos y que hace miles de años lo serían mucho más dado que esa costa está sometida a un proceso de hundimiento y con un mar varias decenas de metros más bajo, serían aún mucho más imponentes, tal como se sugiere en la siguiente imagen donde se indica el arroyo en azul y las líneas de roquedo, en amarillo.
Es posible que este “atx orr” se debiera al desagüe de un arroyo entre grandes rocas, pudiéndose diferenciar según la contundencia de la “r”, como “rocas altas” (erre suave) ó “rocas rasgadas” (erre fuerte).
El tema merece un desarrollo mayor que da para otro ensayo en que se traten muchos otros lugares como las Sierras Azoreira y del Azorejo, varios Valdeazores, Matalazor, Matalazorra y otros ríos Azores, etc. ; de momento, solo mencionar que a veces, la “z” evoluciona a “c”, como en Ayacor, que es un resalto del Riu Canyoles en Canals (Valencia) señalado en el mapa y foto siguientes.
También el Morrón de Tobacor, en Ordesa es una verdadera torre escalonada y otros muchos lugares cargados de información.
Continuará…/…
«Azor».
Euskeraz «hatz» «horea» edo «hatz» «horia».
Garras amarillas.
Arrano guztiak, (arrano arrantzalea ezik, zuri ahantzekoa dutena) dituzte atzapar horiak, orduan deitura hori ez dio gauza berizirik ezaten. Alderantziz, arranoak hiltzendabe harrapakiak, gorputza edo burua estutuz eta atzoreak, erpak sartuz, hau da zorroztasun edukia aprobetxatuz, es indarra.