Acción y proceso que se aplica tanto al agua u otros líquidos cuando surgen con fuerza, como al arranque del crecimiento de las plantas.
Aunque este verbo suene a ibero por todas partes, los sabios defensores del Este y del Norte, sugieren que su origen es “gótico”, no dudando en inventarse un verbo anglo-teutón que describen como “*brut” y que aseguran que es cercano a otros como “breotan”, romper.
No les importa ni influye que en casi todas las lenguas germánicas, brotar se diga de forma parecida a “sprout”, con una “s” antecesora clarísima, porque la decisión ya está tomada y ante la ausencia de opciones en Latín o Griego, lo germánico es una decisión digna.
Obviamente no han echado un vistazo al Euskera y a su forma “burutú”, sacar la cabeza, despuntar, a partir de “buru”, ápice, cabeza, punto superior y “tu”, acción o proceso.
“Burutú” es cuando una planta germina con fuerza y envía sus primeras hojitas hacia el espacio o cuando un pollito rompe la cáscara del huevo y asoma a un mundo sorprendente.
La contracción de “burutú” a “brot” es elemental para crear el sustantivo “brote”, como lo es la adición del sufijo verbificador “ar”, para tener el verbo brotar.