Basamento que enlaza edificios y otras construcciones con el terreno, soportando el peso y los esfuerzos que éstos transmiten.
Diccionarios y enciclopedias no dudan un instante al asegurar que el nombre de esta parte inferior y –generalmente oculta- de los edificios procede de “caementum”, dando a entender (como en el cemento) que es una de las acepciones del verbo “caedere”, precisamente la que tiene que ver con el corte de piedra u otros materiales sólidos que tallados o troceados se empleaban para formar tales soportes.
Los expertos en lenguas se arreglan mediante alambicadas explicaciones para diferenciar cimientos y cemento sin –finalmente- decir nada, aparte de que el cemento es una desviación “culta” del cimiento.
En realidad no se aclaran aunque saben que quieren hacer derivar ambas del Latín y que si su explicación se repite muchas veces a nadie le interesará buscar otra fuente.
Pero hay gente curiosa que se escama cuando ve que la práctica totalidad de las lenguas europeas llama al cimiento, a los cimientos, de una forma muy parecida pero que nada tiene que ver con la castellana.
En efecto, “fondament, foundations, fundament, fonament, fondazione, fondatión, fundación, fundatii, fundamenta, fundaçoes…”, pero nada parecido al cimiento en las lenguas que se hablan entre Cornualles y el Ganges.
Nada parecido en Latín ni en Griego, en Árabe ni Godo.
A pesar de ello, los responsables de la academia se arriesgan al ridículo convencidos de que si ellos no tienen pistas, nadie las tendrá, por lo que se lían la manta a la cabeza y señalan al cemento y al Latín.
En estos casos la lógica puede ser determinante.
Si la aplicamos y se pregunta al agente qué es lo primero que se construye en un edificio, la respuesta no tiene alternativa: Los cimientos.
¿Son los cimientos exclusivamente de piedra tallada?… ¡No, casi nunca lo son!; aunque la gente no lo crea, hay grandes edificios cimentados sobre arena, esa parábola que en los esponsales los sacerdotes señalan como inadecuada para la cimentación del matrimonio…
Grandes edificios se han nivelado quitando arena de sus columnas por un agujerito como se quita de un reloj de arena y muchos edificios se han cimentado sobre gravas, zahorras y encachados. Y muchos, muchos más se han construido sobre postes, sobre palos hincados en el suelo, concretamente los primeros palacios (de cuyo material y procedimiento tomaron el nombre).
Hay cientos de palacios sobre postes en Venecia y media Holanda está sobre postes y pilas…
Reconocido esto, una vuelta por el Euskera nos recuerda que “hasi” (la hache protética es reciente) es la forma genuina de llamar al comienzo de algo, al inicio, al arranque. Igualmente, la desinencia “mendú”, viene a traducirse por sistema, proceso, estado…, de manera que “hasi mendu” y la forma sorda “asimentu”, perdieron la “a” inicial por esa aféresis tan frecuente, quedando en “simentu”, tal como ahora se puede escuchar a los peones que trabajan en cualquier obra, significando eso, “comienzo de la obra”.
“Simentu”, que en algunas lenguas ha cambiado su “i” por “e”, pero que en la mayoría la conserva, no tiene nada que ver con los materiales, sino con el programa y el plan de la obra, refiriéndose a lo primero en ser ejecutado. No hay cemento en el cimiento.