Cinco Olivas es un pueblecito minúsculo de la Ribera Baja de Zaragoza que mira pasar al Ebro a sus pies desde el borde alto del primer meandro de una serie de más de treinta que frenan el ímpetu del río para llegar a Tortosa, obligándole desde hace cientos de milenios a dejar su carga de aluvión y a inundar 60.000 hectáreas de esa riquísima llanura que llaman “Ribera Baja”.
No hace falta ser sabio para deducir que las “Cinco Olivas” que parecían haberle dado nombre, no eran la magra cosecha de un labrador ni las últimas que no cabían en un bote, para imaginar que el nombre, o está muy alterado o no es a través de Castellano, Aragonés ni Latín como hay que acometerlo…
Para eso hay tipos que viven de escribir papeles sobre Toponomástica, como el experto en Celta que airea que la Oliva de Cinco Olivas no es frutal, sino la alteración del nombre Oliver y el “cinc” inicial se refiere a que el tal Oliver era un soldado; vamos que hubo un caudillo valiente que debieron enterrar ahí y –olvidado el personaje-, siguió el nombre desde hace tres milenios. Aunque a quienes buscamos la racionalidad, estas cosas nos parezcan no disparates, sino delitos que alimentan la fantasía y distraen la búsqueda de la verdad.
Siendo benévolo hay que reconocer que la primera parte, la que todos ya sabíamos, es cierta; oliva no es una aceituna y cinco no es la mitad de diez. En la toponimia española, “cinco” aparece doscientas cuarenta veces, “cinc” unas cuarenta, “cinca”, otras sesenta, “cincu” dos docenas y “cinch…” cien; en conjunto, la nada despreciable cantidad de casi medio millar.
¡Claro que hay “cincos” lógicos o probables!, como Cinco Cruces ó Cinco Fuentes, pero son muchos más los absurdos como Cinco Piernas, Cinco de Oros, Cinco Penas, Cincovillas ó Cincocarneros.
En este ensayo inicial se analiza solo el pueblo maño, pero este trabajo es disculpa para tratar los lugares, comarcas y pueblos como los llamados “Cinco Villas”, “Cinco Casas” y otros varios “cincos” y también la obsesión nacional de querer que el cinco sea un numero que se resuelva buscando las cinco villas o las cinco cabañas que lo hayan de satisfacer… y dejando a otras fuera
Nacional digo, porque los sabios de Euskadi dirigidos hace ya cincuenta años por el rey de los camelos, decidieron que Busturia, una comarquita entre Gernika y Bermeo era una alteración de “bost urí”, cinco pueblos que se apresuraron a seleccionar y que se ha tardado casi ese medio siglo en desmontar semejante perogrullada y ello merced al empeño de un nativo ilustrado que aportó razones históricas en contra.
Mientras tanto, otras fechorías del individuo y sus monaguillos, siguen desfigurando los nombres que el tiempo había fosilizado, casi siempre con acierto.
Y también internacional, porque la padecen nuestros vecinos italianos, en cuyo solar haremos próximamente una incursión en la zona turística de “Cinque Terre”, búsqueda que podría continuar por Francia y Portugal, porque también abundan los “cinq” y “cinco”.
En cuanto a Cinco Olivas, hay una gran probabilidad de que su nombre esté indicando una condición determinante y única de su localización, la que describe el “serpenteo” de 120 kilómetros consecutivos de meandros, algunos de verdadera filigrana, que remedan como una continua rúbrica zigzagueante, lo que en Euskera se llama “sing” y que ha dado en el verbo castellano “cinglar” con que se denomina a remar con un remo por la popa, trazando volutas en forma de ocho, como el marinero de la figura.
La otra parte del nombre, puede ser una leve alteración de “oribae”, literalmente, “orilla baja” o “ribera baja”, ligeramente alterada a “olibae” para formar en conjunto, “sing oliba” que la correcta ortografía modificaría a “cinco olivas” para mejorar género y número.
El significado: La ribera baja serpenteante, el fenómeno que se inicia justo bajo el mirador de Cinco Olivas.
Hola Jabi
Me ha sorprendido el topónimo de Cinco Olivas, relacionado con los meandros del río. En este caso, el número cinco no es lo que parece. Ocurre un caso parecido en Iruecha (Soria), pueblo vecino a Judes (donde yo acostumbro a veranear). En vasco, Iruecha significaría «tres casas», pero esto es absurdo. Sería más lógico pensar que su origen fuera iro + aitz, algo parecido a un pedregal.
Saludos y feliz año