Este roedor logomorfo, merece él solo todo un capítulo por su popularidad y sus características, tan controvertidas.
Si se hace caso a Polibio, los griegos, fenicios y romanos desconocían el conejo de Hispania y fueron los helenos los primeros en trascribir su nombre con caracteres griegos en una expresión que sonaba –más o menos- “kunikulos”, apellido con el que se ha señalado al conejo común durante la Ilustración, como “oryctolagus cuniculus”, algo así como conejo excavador.
Como en todas partes se dice que Hispania es el nombre que griegos y fenicios dieron a la península y que tenía que ver con la abundancia de conejos, el lector puede preguntarse cómo tenían nombre para un animal que desconocían, pero los eruditos tienen la respuesta desviando la pelota al tejado de los cartagineses, a quienes atribuyen el haber usado una voz hebrea… que pasó a los griegos.
Queda en el aire saber si los pastores judíos conocían ya los conejos y si es verdad –o no- que los animalitos se limitaban a España
De cualquier manera, aún hoy en día, en Griego, al conejo le llaman “kounéli”.
Fuera de la Península Ibérica (“Conill, coello, coelho”), solo los italianos lo llaman “coniglio”, los ingleses usan un nombre sucedáneo del “rabbit” que es parecido a los apelativos ibéricos y al griego: “coney”, los galeses, “cwningod” y los irlandeses, “coinín”.
Las lenguas periféricas, usan tres variantes preferentes “lapin, lepus, lepur, iepure” en las latinas; “zaek” y similares en las eslavas y variantes de “kani y “haze”” en las germánicas.
Ahora comienza el baile.
La primera duda razonable, es la que proyecta la afirmación de Polibio, porque un animal tan versátil, es difícil de contener “en un continente”.
Es decir, habiendo conejos en Navarra o en Girona, es imposible creer que no se pasaran a los Pirineos Atlánticos o a Perpignan. Y de allí a Europa y Asia.
Colabora a esta duda el saber que ya había conejos en China, tres siglos antes de Polibio. También hay variedades raciales como los conejos polacos, que son difíciles de entender como “creación humana”.
Llegado a este punto, el trabajo de síntesis, de recreación, da como voz arcaica más probable coetánea con la versión de Polibio, la de “kun ei djo”, que se pronuncia aproximadamente “kun ei txo”, lexemas –todos ellos- con clarísimo significado en Euskera, según:
“Kun”, sexo, acto sexual.
“Ei”, rapidez, celeridad.
“Djo”, culminación, ejecución.
Según esta trilogía, cualquiera que haya visto el coito brevísimo de una pareja de conejos, rematado por el lanzamiento hacia atrás del macho tras un par de segundos de contacto, tendrá que coincidir en que la definición de “coito instantáneo”, va de maravilla para esta especie.
Otras civilizaciones han podido fijarse en otras características, pero pocas definen al conejo tan bien.
Genial, Javier!