Quizás sea bueno decir antes de empezar, que el nombre de la sal común en Euskera, era y es “gatz”, el primer compuesto químico que la humanidad comenzó a utilizar como desinfectante, saborizante y cauterizante antes de que inventara el “boom” del queso, granos blancos que antes de crear salinas artificiales los antepasados solían recoger en cualquiera de sus tres formas más comunes, fuentes salinas, en precipitación en orillas del mar, en lagos salados y en minas o estratos.
En Álaba y Gipúzkoa quedan los nombres de dos lugares en que se explotaron hasta épocas recientes manantiales salinos que se llevan respectivamente los apellidos de “Gezala” y “Gatzaga”, variantes ambas de como se llama aún a salitre y sal, “kresala” y “gatza”, pero en el resto de la geografía los indicios de salinas o fuentes saladas, se han adaptado a la forma moderna (salad… salin…) y solo quedan muestras escasas de nombres antiguos de estos importantes lugares que se esconden bajo formas que contienen principalmente los morfemas “gas”, “gaz”, “caz”, “cáz” y “casi” y que dan lugar a gascones, cazorlas, cazolas, cazallas, alcázares y casillas.
¡Gaskóñ djeloskorra! era una de las exclamaciones que me contaba aita de sus peripecias en el País Vasco Francés tras la guerra civil, frase que murmuraba la joven esposa de su mejor amigo, Anttón Matxikotte, un gascón casado con vasca como otros muchos.
La temperamental vasquita quería decir ¡gascón celoso! en una especie de pidgin entre Euskera y Francés (“jalousie” es celoso en Francés y está compuesto por “yeux”, ojos en Francés y “lusie”, largos en Vasco, o sea, vista larga, envidia, celos).
Según aita, los gascones, aunque celosos, eran tranquilos y pacíficos comparados con los quisquillosos vascos, así que cuando ya viejo me he encontrado en la toponimia española cientos de gascones y docenas de gascos, gascós, gascas y gasconas, se ha tambaleado aquella convicción de pacifismo y me he imaginado oleadas de gascones tomando montes y arroyos, tierras y pozos por la España más remota y estéril.
Su tierra de origen, Gascuña, parte meridional de Aquitania, era antes de que Napoleón III ordenara plantar millones de pinos contra la voluntad de los pastores gascones (baskones), un entorno plagado de lagunas salinas, algunas de las cuales aún perduran entre los pinos.
Si se rebusca en la “pequeña toponimia”, aparecen gascones (44), cascones (21), bascones (11), vascones (5), pero, ojo, también aparecen gasconas (10), casconas (solo una), basconas (otra) y vasconas (2). Y gascas (35), cascas (1285), bascas (31), vascas (25) y aquí mismo, en Bilbao tenemos uno de los cinco “gask” con “ka”, como Dios manda en el barrio de Ugasko.
Como cosa simpática, entre los gascones, uno de ellos fue San Gascón que nos dejó una fuente a 1.100 metros en la seca Sierra turolense de Vicor y entre los vascones, otro fue un tal Pedro Gascón, que dejó un arroyo junto a Montalbán en Córdoba. Obviamente en el Martirologio no figura San Gascón y lo del arroyo de Pedro parece a primera vista algo como lo del vino Pero Ximena (Pedro Ximénez). Ver en Eukele.com.
También hay derivados como Gascones, Gasconell, Gasconilla, Gasconeta…, aunque no se encuentra un solo “gáscones” y si numerosos báscones que ganan por goleada a los váscones.
Como era de esperar, en Francia también hay gascones y no solo en Gascogne, sino hasta en los Alpes, cerca de Isére… y también en la Lombardía italiana.
Admitiendo que en los repartos de familias que en estadística se considerarían normales, haya excepciones puntuales de exceso como la de las “cascas” de infinitos cascos, cascadas, cascantes, cascajos, cascabeles y cascarones (que irrumpen con casi 1300 lugares) y otras escasas (como las basconas), ¿alguien que conozca las tendencias de alteración de los nombres de lugar podría dudar que gascones, bascones y vascones tienen la misma cuna?
Aita me dijo-siendo yo muy niño- que gascón y vascón era lo mismo, que su amigo Machicotte lo daba por seguro y ahora, con cientos de datos a medio ordenar, yo creo lo mismo, aunque los sabios de cátedra ignorarán todo esto porque hay pocas referencias en bibliografía y asegurarán que los gascones vinieron por aquí con otros francos con la sana intención de civilizarnos, ignorando que Sebastián de Covarrubias advertía ya hace 300 años, de que Gascón y Vascón era lo mismo.
Algo parecido me ha pasado con la Sierra de Cazorla, una de las primeras frases de adulto que leí subido en una silla y en letra pequeñísima, estaba en uno de los cuadros de colores raídos sobre una serie de animales ibéricos que había colgada en el pasillo de mi casa de niño. Creo que decía “Cabra montés de Sierra de Cazorla”. El animal subido de manos en una piedra parecía que miraba al siguiente cuadro que decía “Macho de Gredos”. Me sentí bien por saber leer cosas tan difíciles y no aquellas ñoñerías del cuaderno de caligrafía.
Aunque Cazorla como nombre aislado debe de haber surgido en el entorno donde ahora se asienta la ciudad y nace el río (que comienza a llamarse Cazorla tras bordear el promontorio del castillo) y luego setraslada el nombre a la Sierra toda, dado que este era un lugar de gran personalidad y un paisaje soberbio y representativo. Imagen de portada.
Es también muy probable que su nombre tuviera relación con la sal que brota o asoma en infinidad de puntos en los repetidos estratos que muestran sus rocas abiertas por el plegamiento alpino de la sierra. Lo de los estratos, puede que esté relacionado con el “orla” de Cazorla, Borla, Chorla, Morla y Torla y con la orla de los escudos que los etimólgos dicen que es modificación de la “ora” latina, (orilla) y yo creo que no, que en su origen significó “franja de una serie”, como las franjas alternas de sal y barro que aparecían en algunas fallas y en las varvas lacustres.
No en vano, las salinas más cercanas están a la vuelta de la esquina de Cazorla ciudad en el Cerro de la Salina, pueblo de Cuenca, antes Concha, en las Salinas de Chíllar, en las de Hinojares (en la foto), en las cuatro salinas de Quesada y en el río Toya, en el cercano Peal de Becerro y su Arroyo de las Salinas y en multitud de pozos que antaño eran considerados “un tesoro”.
El nombre de Cazorla se prodiga discretamente y a menudo relacionado con vetas o surgencias de agua salada; hay dos Loma de Cazorla, en Málaga, una cerca del nacimiento del Guadalhorce y otra, más hacia levante, en la parte solana de las Sierras de Tejera, Almijara y Serena, muy cerca de donde nace el río Salares, una Rambla de los Cazorla en Almería que se funde con otras dos ramblas y va a dar a las salinas abandonadas de San Juan de Terreros, en la raya con Murcia; una Hoya de Cazorla perdida en la Sierra de Gádor, un barrio de Beniarpeig en Alicante llamado Cassorla y un lugar en pleno regadío del Órbigo que se llama Cachorleros…
También un cerro con varios cabezos llamado Piedras de Cazorla, cerca de Sierra Mágina y un Barranco de Cazorla en Gran Canaria, cerca de Telde.
De Cazorla, nombre tan agreste para mí desde niño, me molestó que los sabios determinaran su etimología a partir de que el moreno Aníbal se casara con una nativa llamada Imilce en un lugar llamado Cástulo[1] que los moros desfiguraron a Qasturra y los cristianos al desahuciarlos, lo volvieron a arrugar con Caçorla… Así nos va con estos genios humanistas que solo quieren destacar a las figuras guerreras y reniegan de la sabiduría reposada del pueblo.
Pasando a los gascones, también he encontrado rastros de sal, por ejemplo hay una inusitada densidad de “gascones” en unas tierras altas de Teruel cerca de Calamocha, donde al río Jiloca acaba de unírsele el Pancrudo y en unas pocas hectáreas que reparten el uso del suelo entre ramblas, acequias de drenaje, perdidos agrarios de formas caprichosas y parcelitas de cultivo casi imposibles, se dan nombres como Los Gascones, Casa de Gascones, Salobral de Gascones (duplicado en dos lugares distantes apenas dos kilómetros)…
Quiso la casualidad que me fijara en estos aparentes franceses y además en que muy cerca había una paridera (especie de cuadra rural con un corralito) que se llamaba “De los Gaspares” y tanto “gas” me llamó la atención porque voces que empiezan así, suelen ser “halónimos”, un termino que hube de inventarme para designar a topónimos que se dan en lugares de afloramiento de sales: Fuentes, manantiales, surgencias artesianas, estratificaciones y lagunas y pozos salobres.
Reconocerá cualquiera que no es muy corriente que haya más de un Gaspar en las vecindades, así que pareciéndome sospechoso que alguna vez hubiera dos o tres Gaspares, tirando del hilo encontré varios halónimos en la zona y no era difícil deducir que tanto “gatz kon”, alteración de “gatz koi” por esa tendencia que tenía y tiene el Euskera de convertir los finales en “oi” (habitual, frecuente, abundante…) en “on”, obviamente “gatz koi” equivalía a saladar así como “gatz parez” (Gaspar) equivalía a saladar repetido.
A veces hay coincidencias cercanas que demuestran la facilidad con que “b” y “g” se intercambian, por ejemplo en Cuenca donde está la Sierra de Bascuñana y en su lado oeste nace el Barranco de La Gascona, que hacia la mitad de su desarrollo se complementa con el Manantial de La Gascona. También hay con frecuencia proximidades entre halónimos del tipo “…gasca…” con otros reconocidos como tales: En Cáceres, el río Magasca recorre casi 50 km. hasta que cambia de nombre y se le llama Tamuja; en su recorrido recibe al arroyo de Las Magasconas y pasa por varios lugares denominados “casas”, “casillas”, “casco”, etc.,
En I’Alcora, Castellón, en la ladera del monte Gascó se encuentra el barrio de La Salera.
De algunas casas y de casi todas las casillas se tratará en otro ejercicio, porque son infinitas, pero si merece la pena despedirse de la sal –por ahora-, recordando que hay alcázares que tienen que ver con castillos, pero otros muchos que no, como ya cité para uno de los alcázares más famosos, Alcázar de san Juan, de cuyo alcázar no hay resto alguno, mientras sus salinas de salitre fueron famosas antaño porque el “nitro” o salitre era el nitrato sódico, tercer componente de la pólvora negra y durante siglos un producto esencial para la guerra, “gatz harr”, piedra salina.
[1] Uno de los infinitos “kastillo”, rocas cortadas y prominentes.
Hola Javi,
Este verano estuve en Tragacete, en la Serranía de Cuenca, pueblo donde nació un amigo mío. Llevaba tiempo buscando el origen de su topónimo, y lo encontré de casualidad, al ver un mapa de la zona. Junto al pueblo, el río Júcar recibe las aguas del arroyo Salado, y de ahí viene Tragacete:
TRA = arrastre + GATZ = sal, salobre + ETE/ATE = puerto.
Tragacete es el puerto o paso del arroyo salado, el camino que debes tomar para llegar al valle del Cuervo (el nacimiento del Júcar no es buen camino).
Por cierto, me parece genial tu artículo sobre los topónimos salados.
Los latinistas de este país deberían tomar nota.
Saludos.
Una alegría, Jose, que mis seguidores descubran los significados ancestrales de los lugares y que me superen pronto; enhorabuena por tus avances.
Javier
Hola a todos y gracias a Xabi Goitia, una vez más. Sal y aguas salobres afloran en diversos lugares y está posibilidad de ligar los a Gatz me parece una buena pista.
Yo vengo a proponer el nombre del municipio de Castuera, de la comarca de la Serena en Badajoz atendiendo a su pronunciación local: Kah(s)t u era. Podria ser «que lleva agua de sal». En la página 7 del informe hidrogeológico sobre este municipio que en 1993 hicieron Vicente Gabaldón y Jorge Sánchez a instancias del Ministerio de industria y energía (disponible online en versión .pdf ) se recogen análisis de pozos con mineralización notable y riesgo de salinización debido a la existencia de estratos salinos atrapados entre las predominantes cuarcitas.
Hola Ricardo; efectivamente los lugares que contienen «kast» son candidatos a tener algo que ver con la sal. Castuera está sobre materiales muy antiguos (precámbricos), pero el hecho de que haya indicios de minería de plomo, blenda, galena, etc. desde los romanos y antes, indica que puede haber fracturas en las que haya habido procesos metamórficos con caudales de agua y que pudo en tiempos haber sido lugar con fuentes saladas. Al Norte del Pueblo y Sierra, hay un arroyo con su balsita estacional que se llama «Gesa» como el pueblo gipuzkoano de Leniz Gezala, que tuvo su fuente salada durante siglos.
Gracias a vosotros por las ideas.