De la misma forma en que las bolas de ámbar guardan durante millones de años pequeños e intactos insectos ya desaparecidos, en lugares tan lejanos como las montañas del Cáucaso, entre Georgia y Rusia, aparecen nombres sueltos que tienen otros similares en las tierras de Iberia o de cualquiera de los países intermedios. Nombres similares, pero también otro tipo de relaciones que ligan nombres con características del territorio.
En este caso se trata del apacible y casi intacto río Voltoya que nace (oficialmente) donde la Sierra de Guadarrama se encuentra con la de Malagón y desciende a lo largo de casi cien kilómetros justos (dato hidrográfico) hasta entregar sus aguas al Eresma en Coca para que este las entregue al Adaja y las lleve hasta el Duero en Tordesillas.
Cien kilómetros, que si se miden sobre plano, solo dan 66 y el investigador se pregunta quien se habrá quedado con un tercio del río…
Un primer estudio del Voltoya descubre que es un río increíblemente sinuoso, algunos tramos son un verdadero rosario de meandros que acumulan kilómetros de un cauce plegado como un acordeón, sinuosidad que se hace extrema al acercarse a Coca (la antigua Cauca de las crónicas de escribas griegos para los romanos).
Llegados a este punto es oportuno citar la aparente relación entre el nombre del río, la sinuosidad de su cauce y la expresión euskérika “bult oi a”, donde “bult” es el amontonamiento, los rizos, “oi” es la abundancia, lo habitual, con la “a” final articular, que vendría a decir “el de muchas curvas”.
Tal característica del río hace pensar en los tramos de ríos aguas arriba del embalse de Los Serones, donde se ha asignado el nombre de Voltoya al río más septentrional (15 km. de desarrollo), cuando hay otro meridional, el Río Tuerto, aparentemente más corto (11 km.), pero tan rizado como el tramo inferior del río principal; tan rizado, que si se mide la longitud de las volutas supera al que ostenta el nombre y que –además- lleva por nombre Tuerto, esto es, torcido, retorcido, lleno de virajes.
Según esta posibilidad, Tuerto Bultoia y Voltoya (de vueltas), son la misma cosa que estaba correcta en la Prehistoria y el ansia cartesiana y ortográfica de nuestros sabios ha trastornado.
En cuanto a Coca, población que se asienta en el morro que forman Eresma y Voltoya, es probable que su nombre original sea “kuk a” (el pico, el morro), relacionado con el gran espolón que se alza sobre el río y frente al Castillo y que es una atalaya natural inmejorable, ahora repoblada de pino, pero que en su día fueron amplios pastizales, donde hay una necrópolis sin excavar que se aprecia en el mapa superior. A los escribanos griegos les costaba pronunciar y escribir “kuk”, por lo que lo alteraban a “kauk”.
Este mismo modelo se aplicó probablemente a la cadena montañosa del Caúcaso, que nadie acierta a adivinar de donde viene ni que significa, desvariando desde que sea un nombre de los pelasgos, de un pueblo kazajo, derivado del idioma hitita o de los hunos, cuando su forma “kuk aso” que los griegos habrían alterado y pasado a los romanos como “Caucaso” no significa otra cosa que “Picos firmes, sólidos”.
Y ya que se ha volado hasta el Caúcaso, fijarse en Reka Malka, uno de los ríos de esta cordillera que va hacia el norte y que aquí se llamaría Malka Erreka (el río muy pendiente).
Y de paso recordar que en el Sur de Rusia hay un río Bolshoi, que si bien los rusos pueden espetar que bolshoi significa grande, eso no cuadra con un riachuelo de 100 kilómetros, pero, eso sí, lleno de “revueltas” como el Voltoya. En la imagen, un tramo del Reka Bolshoi, cerca de Manitogorsk.