Se llama así, tanto a la planta gramínea “Stipa tenacissima”, como a los productos hechos con sus fibras.
Su explicación no se diferencia de otros clásicos que parten del Griego “sparton”, que habría dado el “spartum” latino, para llegar al esparto castellano, al “espart” catalán o al “sparto” italiano, pero que parece desconocido fuera de áreas esteparias.
Como era de esperar, su nombre no tiene significación en Griego ni en Latín y hay que pensar que si cualesquiera de estos idiomas o entornos fuera realmente su origen, su designación tendría que haber sido fruto de una casualidad.
Afortunadamente el Euskera tiene capacidad para ofrecer una explicación relacionada con las características de las fibras que pueden obtenerse de sus tallos, pero conviene abstraerse para ambientar las condiciones de hace varios milenios, cuando la disponibilidad de elementos para atar se limitaba a tendones y tiras de piel, muy difíciles de curtir y enlazar y algunos humanos avanzados ensayaron las mechas, trenzas y cordones de fibras de esparto consiguiendo una longitud ilimitada…
Para quienes hemos practicado la navegación, la escalada o –simplemente- la construcción, es inimaginable un mundo sin cuerdas largas y resistentes.
Esto quiere decir que la irrupción de cordeles de esparto debió suponer una revolución comparable a la del imputrescible “nylon” que desplazó al algodón, al yute y al cáñamo.
Pero aún siendo el esparto un material muy degradable, el hecho de que aquí mismo, en la cueva granadina de Los Murciélagos, se encontraran impecablemente conservadas varias manufacturas de esparto, entre ellas unas primorosas sandalias cuyo análisis de antigüedad se cifró en 3.700 años, me hizo dudar sobre el origen griego de tal nombre.
“Espá” es una raíz euskérika que aparece siempre que algo es admirable, sorprendente y “art, artó” (hoy con hache, “har tu”, recibir, aguantar), en una de sus acepciones, es un verbo que se refiere a la sujeción, a la resistencia y a la capacidad de carga, de forma que “espá artó” y su contracción “esparto” indica la propiedad que tiene la planta para elaborar elementos de sujeción radical, de amarrar con fuerza.
En la foto, las sandalias de la cueva granadina de Albuñol.