Sofía, mi editora me decía hace unos días que estaba “espitada”, expresión que no había vuelto a oír desde los años sesenta cuando estudiaba en Zaragoza y fórmula que indicaba un cierto estado de euforia, una propensión a hacer cualquier cosa y a hacerla rápidamente.
En zonas de Castilla y León se oye más la versión “esplitado”, pero ni la una ni la otra son tratadas por la academia española en tanto que otros entes de allende el océano describen a la primera como “americanismo”, quizás por el parecido fónico con “speed”, velocidad.
La segunda es desconocida, aunque un verbo relacionado con “to split” del Inglés, partir, dividir, separar…, se ha adueñado de esta forma para referirse al desencofrado de piezas de mortero u hormigón
Acabo de comenzar a leer un libro aún caliente, “El Sustrato Semántico Universal” de Roberto Iturrioz, que va más allá aún de mis teorías (y cada vez de más gente) sobre cómo los idiomas comparten los elementos o raíces de éxito y como me gusta dudar, comienzo dudando que “speed” llegue del inglés arcaico “spöwan”, tener éxito, proceso con el que no le veo relación alguna y acabo relacionándolo con “espe”, que en euskera es ansia y afán que se traducen finalmente en celeridad y pienso que “espetu” pudiera ser la raíz que subyace en el espitado de la gente motivada y llegar incluso al Inglés con otra acepción.
Por cierto, el “split” de esta lengua, que los expertos descubren tardíamente como término relacionado con la destrucción de los barcos por un temporal -pero reconocen que ignoran de donde procede- está mucho más cerca del “ez bil” sonorizado y metastizado a “ez pil” y “espli”. Recordando que “bil” como verbo es la unificación, precedido de “ez”, es lo inverso, esto es, la división, la separación.
La forma “esplitar”, parece una aproximación del “espitar” al explotar, pero conviene profundizar, porque como dicen los pastores, “donde menos se piensa salta la liebre”.