Estrada
Camino o vía que resulta de hollar la tierra (DRAE).
Hoy en día, “estrada” no es una voz muy recurrida, pero cuando era niño y toda una corona de huertos alrededor de casi todos los pueblos cantábricos consistía en pequeñas parcelas rodeadas de muros de piedra trabada con cal de los que se asomaban los provocadores perales, había toda una red de “estradas” entre ellos, por los que apenas podían circular los burros llevando alforjas.
Recuerdo en especial una de ellas muy estrecha, que llamábamos “kaka-leku” (cagadero), donde cada día había una o dos deposiciones frescas, que con las añejas formaban una interesante gimkana en la que no podías distraerte.
Desaparecieron los huertos con el auge económico de los sesenta y ya no volví a oír esa palabra hasta que una serie italiana de televisión de finales de los setenta trataba de la corrupción en la construcción de “auto estrade”, autopistas.
Ya no he encontrado fotos de esa época, pero valgan para que los jóvenes lo entiendan otras de la España central en las que tardaron más en desaparecer muros y huertos.
La explicación de su etimología nunca me ha satisfecho porque lo oficial es decir que procede del Latín “stratâ”, camino pavimentado, cuando el DRAE, dice lo contrario, que son apenas tierra pisada, hollada.
La explicación culta pasa por equiparar las estradas a las vías romanas y a la creencia de los propios sabios de que esas vías llevaban un pavimento, cuando lo cierto es que no, que la sección era a la inversa: En la subbase lo más grueso, en medio la grava y en el pavimento; en la zona a pisar, la fracción más fina (ver los trabajos de mi amigo Isaac Moreno Gallo), que es la ideal para la suavidad de ruedas y pezuñas y para las reparaciones fáciles.
Esta contradicción obliga a pensar, porque el subconsciente es propenso a tragarse las explicaciones grandiosas en perjuicio de las sencillas y lógicas.
La riqueza semántica del Castellano, muy superior a la del Latín, hace que en otros idiomas cercanos no se encuentre semejante variedad de opciones, por lo que solo en Euskera se encuentra la voz “estarta” que recuerda a la analizada y que explica muy bien que las estradas no eran vías pavimentadas ni lugares principales de transporte, sino solamente “ámbitos entre cercados”.
Esta voz se compone de “esi”, cierre, contorno físico y “tarte, tarta”, zona entre otras, de manera que “esi tarta” ha acabado metastizándose y sonorizando a “estrada”.
Estrada son, por tanto, los pasadizos entre cercados, apenas unos pasillos que en su tiempo usarían los ganaderos y los feriantes y que con la sedentarización tomaron un significado más genérico.
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