Instrumento músico de cuerda que ha conseguido la mayor popularidad con la versión española.
Puede que recurriendo a la historia nunca se sepa el origen de su nombre aunque ya hace tres siglos, nuestro esforzado Esteban Covarrubias ya avanzara que este “lamentable” instrumento que desacreditaba la música, recibía su nombre de la “cítara” latina desde la “kithara” griega.
Se esforzaba ya Esteban en cambiar el peculiar acento de la “kíthara” griega para que a través del Latín se resolviera el nombre de la vulgar y mesonera guitarra, pero es mucho más difícil mudar acentos que consonantes o vocales, así que no es totalmente satisfactoria una explicación que enlace la cítara ni siquiera el “sitar” de la India con la guitarra, nombre que a quienes buceamos en la etimología nos parece “lleno de información”, quizás el padre de estos otros instrumentos, ya muy refinados.
Por eso se citaba al principio que se esperaba poco de la historia, que, como en muchos casos, parece estar invertida.
Fuera de «guita» es una voz muy usada en las zonas costeras de Cádiz y Huelva, una palabra que tiene dos acepciones, la primera, la de un cordón o cordel fino y otra, «tener guita», tener dinero. Yo lo se de casualidad, porque cuando tenía unos diez años, recibimos en casa a unos amigos gaditanos para los que me encargaron pescar quisquillas, que a la sazón se cogían con un retel en el mismo puerto. Pescadas las quisquillas, mi hermano dijo que había que servirlas con «manzanilla» como se tomaban en el Sur y se me encargó (escrito en un papel) comprar una botella de «Manzanilla la Guita». Recorrí varias tiendas y finalmente dí con ella en una pastelería. La botella negra, tenía un cordelito pilldo con la etiqueta y Jon explicó que eso era una guita, no siendo difícil relacionar guita y guitarra.
Aparte de circunstancias como esa, el Euskera un yacimiento donde se puede ensayar su búsqueda, ya que si bien desde hace setenta años, la familia de fibras que ha creado el “nylon” ha surtido gran parte de las cuerdas de guitarra, antes, su material era la humilde “tripa”, el intestino u otras partes largas de los cuerpos de los animales, un producto que yo mismo he conocido en aparejos de pesca (anteriores a la “pita”, como se llamó inicialmente al hilo de nylon), en el corazón de las pelotas y en guitarras artesanales que solo duraban una fiesta.
La tripa curada parte del “gi” (sonido “gui”) que es el tejido vivo, carne piel o pellejo en Euskera, que da la “guiarra” o carne magra, el “gibela”, hígado o carne negra o el “guiñapo” o pingo carnoso…
La forma “itae” que denota tensión, estiramiento, aplicada a la “gui” inicial, se acerca a la esencia de la guitarra, las fibras tensas y el “arrá” crudo final es la base del rascado, el paso de la púa o de la uña por la cuerda, con lo que queda descrito el útil y el proceso.
Además, en nuestro idioma, la guitarra no está sola, tiene en el “arrabit”, laúd y en el “arrabita”, violín, dos variantes que llevan el inconfundible rastro del rascar de sus cuerdas, sea con los dedos o con el arco.