Apenas usado en la conversación común, es un adjetivo que se refiere a la aspereza y tiesura del pelo en personas y animales, otrora muy recurrido en la literatura.
Muy extendido en la lenguas germánicas, donde la forma inglesa (“hirsute”) es más recurrida que ninguna de las latinas que lo conservan (Catalán, Corso, Francés, Gallego, Italiano, Latín, Portugués y Rumano), aunque es radicalmente distinto en Griego (“floios”) y en las lenguas de la India, siempre se refiere a lo mismo, como se ve en un “cómic” inglés.
Nuestros sabios nacionales (cuya sabiduría consiste en tener fuentes donde buscar), andan pobres de recursos y se quedan con que la forma latina “hirsutus” es la madre de los peludos ásperos, pero no son mejores los franceses o británicos, que se quedan en lo mismo cuando carecen de referencias, porque lo suyo no es investigar, sino documentar y echarse a dormir.
Un simple vistazo a uno de los adjetivos-adverbio y hasta interjección más recurridos por los educadores, es “! Zut !”, que viene a decir algo así como “¡ en pié ¡”, levantado, erguido… y que figura en algo tan familiar en jardinería, horticultura y educación como el “tutor” (variante de “zut or”) que sujeta plantas y rige comportamientos y que significa tieso, vertical y elevado; ese “zut” que complementando a “il”, pelo, da la frase “il zut”, frase que por un proceso inverso al lambadismo, evoluciona a “ir sut” y que los académicos no dudan en “hachear” para darle aspecto latino (perdón, los italianos conservan el “irsuto”).
En resumen, hirsuto, pelo pincho.