Nunca pensé que criar cabras me aportara tantas novedades, me planteara tantas decisiones ni me obligara a tantas acciones.
Las ventajas de hoy en día son indudables: Disponer de respuestas a casi todo con solo consultar a “la red”, la accesibilidad a materiales de todo tipo y a sistemas constructivos, de protección y de salud, “al momento”… pero las carencias son también notables, porque somos “prácticamente inútiles” sin esos aportes, porque llevamos siglos de especialización y se han olvidado completamente las soluciones inmediatas para problemas agropecuarios que se avecinan.
Así, las dos últimas cabritas nacidas ya saltaban y hacían cabriolas sin parar desde el tercer día y tal afán por el salto nos llevó a ampliar su corral cerrado de dos metros cuadrados a uno “de lujo” de más de treinta cerrado con malla tupida.
Han tardado diez días en reventar la malla contra la que saltaban para salir impulsadas hacia uno u otro lado girando en el aire… Vuelta a los dos metros y a la reparación general y búsqueda de consejos que no se habían cumplido, como:
Resuelto eso, leí algo sobre sus cuernos, porque al acariciar sus cabezas, noté que ya apuntaban y que crecían a gran velocidad… y con la sorpresa vino la idea, ya que en Euskera “ku” es la raíz que distingue a una pieza dotada de punta y “kuk” la forma ergativa, así, “kuk aña”, la cucaña, es un juego en el que se ponía una golosina (“aña”) en la punta de un palo para ver que un valiente la cogiera y “kuk u utx”, cucurucho, es una envoltura cónica de barquillo para poner un helado o un dulce…
Idea que concluía que “ku erna” significa sin duda alguna, “punta viva”, “punta que crece” y, ¿qué son los cuernos sino el paradigma de una punta que crece?.
Por supuesto, la búsqueda en etimología nos lleva al “indoeuropeo”, asegurando que la raíz “kor-ker” (presente en el Griego “keras” de queratina) está muy bien estudiada y se relaciona indudablemente con los cuernos y la materia que los forma. Punto.
Así se continúa explicando que la voz original es latina, “cornus”, que de ella, cambiando la “k” por una aspiración salió el “horn” germánico y todos los “corn, corno, corne…” latinos, menos el “banya” catalán o el “chifre” portugués, que en el Castellano -explican con especial fruición- se convirtió la “o” en diptongo “ue” para dar cuerno, …”como en tantas otras palabras”…
Aquí se plantea lo contrario, concretamente que la voz original fue de origen vasco, “ku erna”, forma que aún se usa en Castellano (cuerna) como genérica y que pasó a “cuerno” por la peculiaridad de género de esta lengua.
De ahí al Latín y a otras varias lenguas.