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Iruña Veleia, Beleia, Velilla.

Desde Pucela, Jóse me consulta si tengo algo sobre «Velilla» y rastreando los «back-ups» encuentro un ensayo de hace siete años, pero como en esencia me parece válido, lo cuelgo aunque en unos días le pueda dar un repaso.

Empezaba así,

Iruña de Oca en Álava, es un municipio extenso con la mayor parte de su territorio hacia los Montes de Badaia y que está marcado por la apertura que el río Zadorra resuelve en el entorno del núcleo de Trespuentes entre esa sierra y los llamados Montes de Vitoria para sacar las aguas de la llanada al Ebro. A partir de este punto estrecho, el Zadorra se transforma en un río meandriforme hasta que llega al desfiladero de las Conchas de La Puebla, donde vuelve a fijar su cauce.
Antes de llegar a Trespuentes, el Zadorra se endosa las aguas de arroyos como el Sakana y Garbe que se funden en el río Oka y las del Zayas y Zadorra, que a su vez habían captado previamente numerosos arroyos de las cuestas que circundan la llanada, con lo que en ese punto se concentran aguas de todas las vertientes; este dato es importante porque muy poco aguas arriba de donde se ubica el núcleo de Trespuentes, se manifiesta una morfología de la red fluvial intensamente dendrizada, donde numerosos flujos compiten por concentrarse al acercarse al “desagüe” del valle vitoriano.
En las últimas décadas, la asignación de elementos arqueológicos masivos aparecidos al pie del morro de Arkiz (ver foto Google y mapa) a la antigua ciudad de “Veleia” , incluida en la calzada romana entre Asturica (Astorga) y Burdigalam (Burdeos) que nunca había sido localizada, ha hecho que este nombre se añada al principal de Iruña, creándose la nueva denominación de Iruña-Veleia que está siendo usada en esta forma gráfica en la documentación recientemente generada.

Foto 1. Morro de Arkiz con sus tres cortados, visto desde el Oeste. Veleia en el círculo.

Foto2. Mapa 1:25.000. Confluencia de los ríos y posible vado. Veleia en el círculo.

Siempre que se manejan nombres con registros antiguos, surgen porfías que lamentablemente suelen resolverse más por los volúmenes documentales y su hábil manejo, que por la aplicación inteligente de varias fuentes aunque parezcan contradictorias. En este caso, se va a realizar una aproximación menos documentalista, menos seguidista de las interpretaciones disponibles de toponimia y epigrafía y se va a recurrir al Proto-Euskera y a la Toponimia masiva ibérica ya que hay indicios cada vez más extensos y profundos que sugieren no solo que la fonología de base es euskérika, sino que la aproximación a significados coherentes es una cuestión de tiempo aplicando por una parte los morfemas recientemente recuperados para ese Proto Euskera y por otra, las posibilidades de comparación masiva de topónimos similares que ofrecen los Sistemas de Información Geográfica.
Esta nueva forma de actuar, este nuevo método, asigna tan solo un valor “auxiliar” a los fondos documentales, para investigar otros yacimientos de información que por su génesis, abundancia y ausencia de sesgos debidos a culturas del momento, pueden ser portadores de un caudal legible desde nuevas disciplinas científicas.
Comenzando por “Iruña”, huelga decir que todos los fonemas que componen esta voz, figuran por separado en innumerables topónimos ibéricos, por lo que –en principio- su genética es nativa.
El morfema “ña”, está sobradamente comprobado como indicador de un rasgo geo morfológico que se da en ciertas geologías y litologías y que consiste en que la parte más elevada de una “cuesta”, se manifiesta con un corte nítido, lo que vulgarmente se llama una “uña” o “muela”.
Se han encontrado en territorio español 338 topónimos con una terminación similar, de los cuales se ha seleccionado una veintena por manifestar coincidencias fonéticas a lo largo de más de un campo:
Tabla I Topónimos parecidos a Iruña*.
Topónimo
Coord. X
Coord.Y
Huso
Arenas de Iguña
415009
4781996
30
Iguña
416148
4777205
30
Iriña
679483
4455913
29
Iruña de Oca
515250
4740850
30
Iruñaga
603480
4777592
30
La Valdiguña
275546
4234155
30
Pamplona/Iruña
610871
4741271
30
Póstigo de Valdeiguña
412628
4783232
30
Valle de Iguña
412626
4781654
30
Clunia
585314
4647900
30
Iriña
679483
4455913
29
Río de Visuña
658592
4718540
29
Runia
444212
4803144
30
Visuña
659148
4719947
29
Camino Iruñe
600395
4756430
30

* No se ha incorporado toponimia Portuguesa en “nh” ni francesa en “gn”, que es casi tan abundante como la española.
Basándose en los dos fonemas componentes de “Iruña” (“iru” y “ña”), la opción más probable para su significado es que responda a un rasgo o carácter morfológico y se refiera –precisamente- al morro de Arkiz, que es una prolongación de la sierra de Badaya allende el río Zadorra. Este morro se caracteriza por una marcada forma de “rampa” ascendente hacia el Oeste Noroeste (Ver fotos 1 y 2) que acaba rematada por un frente abrupto de casi 60 metros y dos paredes laterales que forman una “triple muela”. Este mecanismo se repite de forma magistral en Iruña-Pamplona, donde los cortes han sido “vestidos” con tres paños de la muralla. Su significado no deja dudas: “Muela triple o de tres caras”.
El otro componente, “Beleia”, tal como se transcribe de los documentos romanos, ha sido menos analizado hasta hace muy poco tiempo, pero de una primera consideración realizada a partir de la toponimia española disponible en la cartografía 1: 25.000, se comienzan a encontrar indicios relevantes primero de la abundancia relativa de nombres de genética parecida y luego, de su adscripción a ciertos condicionantes del Medio, que si bien hoy en día pasan desapercibidos “durmiendo en la cartografía”, a lo largo de extensos periodos pudieron haber sido hitos muy importantes para las gentes que deambulaban por estos territorios.
Antes de cualquier análisis toponímico, conviene recordar al lector que muy al contrario de lo que en manuales sobre esta disciplina se repite, fuera de los entornos urbanos y periurbanos, es decir en más del 98% del territorio, no existe un solo topónimo arcaico con origen en etnónimos, hagiónimos o en la onomástica; basándose los que han sido descifrados, en aspectos como el relieve, la accesibilidad, la hidronimia, la litología, los procesos de modelado y la cubierta vegetal y muy raramente en edificaciones (ni siquiera castros, puentes, ciudades o efemérides).
Revisadas docenas de miles de topónimos ibéricos, no se ha encontrado uno solo con la grafía “Beleia” ni “Veleia”, siendo el más parecido “Son Peleia”, haza o zona agraria indiferenciada de un valle sedimentario del centro de Mallorca, donde la única referencia sugerente es la de estar junto a la Acequia Real, cauce modificado por el hombre y que sirvió para drenar la zona y transformarla de soto en tierra de cultivo intensivo.
Siguiendo con generalidades aplicadas a la toponimia, es evidente que hay rasgos “fuertes” que no cambian en milenios, pero en cambio hay numerosos parámetros y señales (especialmente en las llanuras cuaternarias de inundación, que comprenden la mayor parte de las tierras cultivables fértiles) que han cambiado radicalmente, por lo que su rastreo exige un desarrollo científico de campo generalmente complejo y caro.
Nombres en Belea, Belelle, Beleña, Belesar etc. son abundantes, pero destacan sobremanera los del tipo Velilla simples o compuestos, en singular o plural, con o sin artículo, incluyendo varios Belillas y Melillas.
En total se ha localizado y analizado un ciento de ellos (Ver Tabla II en el Anexo).
La primera conclusión a que se ha llegado, la alta probabilidad de que la “Beleia” del Itinerario de Antonino y de los cartularios Romanos, haya sido –en realidad- la expresión gráfica para escribir “Beliya” (ahora Velilla), nombre abundante en la mitad septentrional española e intensamente relacionado con la hidronimia y las formas cómodas de cruce de los ríos.
No es necesario explicar que en épocas paleolíticas, en el neolítico e incluso hasta bien entrado el hierro, los trasiegos de grupos humanos y animales, suponían la necesidad frecuente de cruce de arroyos, torrentes, ríos y aguazales y que en aquéllos tiempos no existían embalses que pudieran regular las corrientes, sino que la comodidad o dificultad de los vadeos dependía esencialmente de las precipitaciones recientes, de la extensión de la cuenca y de las temperaturas en los altos.
La existencia y localización más o menos fija de vados (zonas con fondo estable y profundidad limitada) es conocida por todos (su ethimo se atribuye al Latín “vadum”, pero lo más probable es que sea una evolución desde “bæ-ü” (aguas bajas, en Euskera) hacia “bædu” y “vadum”.
Actualmente la voz eúskara para denominar al vado varía entre “ibi”, “ubi” y “urbe”, todas de genética similar (aunque inversa) a “bæ-ü”, pero hay indicios múltiples para concluir que había otra forma arcaica del tipo “bæ-liya” que con el significado aproximado de “corredor bajo”, venía a establecer una diferencia con el paso o corredor alto (es decir el puente o “zur-u-bi”, zubi, que literalmente significa “vía de madera del agua”, no apta para semovientes de apoyo y masas de ganado.
Es conveniente recordar que la evolución del nombre del agua en Euskera a lo largo de milenios, ha sido –como en muchos otros elementos y procesos-, un camino de la esencia a la complejidad; así, su primera acepción fue “i”; el proceso vocálico posterior dio “ü”, luego se aportó la consonante “r” para obtener “ür”, se consolidó la “u”, olvidándose la vocal inicial “i”, hasta dar “ur” y finalmente se le añadió el artículo para llegar a la forma actual “ura”, que siendo de uso general, es inútil para el análisis.
Quienes desde la Ingeniería Civil y la Geografía estudiamos las precipitaciones, los caudales, la dinámica del agua y del suelo y las interacciones de estas masas con vegetación y obras humanas, somos propensos a entender las “formas económicas” en términos de esfuerzo, que los rebaños de rumiantes –primero- y los hombres organizados –después- habrán seleccionado para cruzar las corrientes de agua con las mínimas bajas y sufrimientos.
Países de topografía suave y régimen pluviométrico estable, como el Reino Unido, tienen una enorme abundancia de lo que ellos llaman “ford” y que equivale a nuestros “vados”. Estos lugares no son banales ni se eligen arbitrariamente, sino que cumplen ciertas condiciones que más adelante se describen y que son muy importantes para determinar su durabilidad en el tiempo, tanto que muchos de ellos han determinado la fundación de ciudades en torno suyo.
España no se puede comparar a Inglaterra (ni a la mayor parte de las llanuras europeas) en cuestiones de hidrografía, porque nuestro gradiente energético (relieve) es muy superior al suyo y nuestro régimen de precipitaciones mucho menos regular, cuestiones ambas que obligan a soluciones más drásticas y menos estables, pero aún así hay entornos donde se pueden “leer” indicios de una antigua red de comunicaciones previa al desarrollo de los puentes de madera y piedra.
El establecimiento de un vado y la decisión de su integración en la malla de veredas y caminos, dependía al menos de cuestiones como las siguientes:
• Cuando los cauces y álveos muestran la roca viva (generalmente tramos altos de los ríos), se eligen zonas con litología y estratigrafía adecuadas, que mantengan una superficie sin acarreos, depósitos, hoyas ni marmitas de gigante, que la velocidad del agua sea tolerable y que a ser posible las piedras no desarrollen verdín. Los caminos hasta los vados pueden hacer recorridos importantes y llegar a modificar crestas, morros y pedreras o a tallar escalas (aitz-kalak) para llegar a ellos.
• En los tramos medios y bajos, donde los ríos consumen la energía de la corriente en arrastrar, excavar, depositar o amontonar materiales, donde el río está vivo y su forma puede cambiar con ritmos que llegan desde el rango estacional (meses) al de varios milenios, la condición que primeramente exigían nuestros antepasados era la de procurar que el tramo no fuera propenso a la meandrización; es decir, seleccionaban ámbitos fluviales con un tramo recto y propenso a la estabilidad, situado entre dos áreas (superior e inferior) con meandros. Esta solución se ve con gran claridad (aunque a distinta escala por la diferencia estructural de ambos ríos, en la cercanía de las poblaciones de Velilla de Ebro y Velilla de Jalón.

Foto3. Velilla de Ebro, justo en el tramo recto entre dos series de meandros. Se indican los vados en rojo.


Foto 4. Velilla de Jiloca, aguas abajo de una serie de meandros. Los de aguas abajo fueron “canalizados” para racionalizar la agricultura.

• En otros tramos medios donde la fisiografía del gran valle induce a la concentración de numerosas venas antes de llegar al estrecho que las une definitivamente, los antepasados optaban por la lógica y por preferir la realización del cruce del valle aguas abajo de la confluencia (aunque el caudal fuera mucho mayor), que hacerlo en la zona de concentración, donde los caudales eran menores, pero las corrientes a atravesar muy numerosas y llenas de tarquines que precipitaban al bajar la velocidad del agua. Todos los indicios apuntan a que se trataban de evitar las zonas con materiales depositados y que en esa decisión había combinación de motivos de seguridad y comodidad y que el tiempo no era habitualmente un factor con peso. Esta modalidad es mucho más abundante y puede verse en las imágenes cartográficas de Velilla de Río Carrión, Velilla de Cinca, Iruña-Veleia, Velilla de Medinaceli, Velilla de San Antonio…

Fotos 5, 6, 7 y 8, además de la 2 (Veleia), corresponden a varias “Velilla” donde el vado se ha establecido justo después de la confluencia de varios afluentes

• También hay tramos altos, medios e indiferenciados, donde bien los parámetros son desconocidos o hay rasgos que no se aprecian a simple vista, pero que un análisis local podría recuperar; entre ellos están multitud de “velillas” que no han dado lugar a núcleos de población ni a obras especiales y otros muchos como Velilla de los Ajos, Belea en Fontecha, Blesa, La Velilla, Velilla de San Esteban, Velilla de la Sierra, Velilla de Valderaduey, Velilla de La Reina o Velilla de Leza.
• Sin duda habría otros condicionantes de tipo logístico, estratégico, trófico e incluso meteorológico o temporal, pero no es imposible determinarlos realizando análisis físicos del territorio y de los procesos que en cada caso se desarrollan, aunque muchos de los rasgos hayan desaparecido: Embalses, canalizaciones y explanaciones, edificaciones, regadíos, grandes aterramientos y alteraciones de los niveles de base de cada tramo de río, etc.
Una de las conclusiones preliminares de este pequeño análisis, es que la gama de sonidos antiquísimos del tipo “bæ-leia”, “bæ-laia” que se referían a vados estables, cuando no ha sido grafiados y congelados por los geógrafos romanos como en el caso de “Beleia”, han decantado preferentemente en topónimos del tipo “velilla”, que los etimólogos “de pega y copia” suelen asignar alternativamente a “vallella”, una alteración despectiva del “vallis” latino, a un diminutivo de “villa”, a una variante relacionada con la “vigilancia” y hasta a la “vesilla” o estandarte de las legiones.
Cuando la sedentarización progresiva ha llevado a la edificación y consolidación de estructuras para soporte agrario, muchas de las “velillas” que se localizaban en lugares atractivos o con potencial para sostener poblaciones estables, se transformaron en núcleos de población y han perdurado hasta ahora.
A partir del siglo XI figuran ya con la forma estable de “Velilla”.
Con respecto al “olvido” del nombre de “Beleia” en el lugar de Iruña, lo más probable es que con la desaparición de la población y la entrada en desuso de las calzadas romanas, el elemento funcional que era el vado, quedara relegado y fueron otros rasgos como la potente “iru-ña” del lugar, quienes se hicieron con el topónimo.
En resumen, en “Iruña Veleia” se dan dos circunstancias –suficientes ambas para crear un topónimo contundente-, primero, el gran farallón que como un morro, parte de la llanura y se eleva sobre el rio Zadorra. Luego, un vado que ha podido ser utilizado durante milenios y que –probablemente- ha dado pie a que sobre él se edificaran los sucesivos puentes que han enlazado la orilla de “Beleia” con la de “Trespuentes”, topónimo este último, mucho más raro de lo que en principio pudiera parecer.

Javier Goitia Blanco
Ingeniero Técnico de Obras Públicas
Geógrafo
Máster en Cuaternario
Asesor Ambiental

Octubre 2012

Tabla II Topónimos parecidos a Beleia.
Topónimo
Coor. X
Coor. Y
Huso
Belea
497816
4732321
30
Belea
552561
4789844
30
Beleigán
617714
4742766
29
Belekabeta
606026
4770803
30
Belekabieta
588794
4776709
30
Belelle
572039
4813336
29
Belelle
574974
4722569
29
Beleña
278407
4514423
30
Beleña de Sorbe
484287
4530707
30
Beleño
324202
4784555
30
Belesar
494142
4490365
30
Belesar
520068
4533906
30
Belesar
598308
4694408
29
Belesar
604820
4716470
29
Belesar
616344
4753565
29
Belesar
636149
4719042
29
Belesar (San Bartolomeu)
604700
4716430
29
Belesar (San Lourenzo)
514518
4660279
29
Belesar (San Martiño)
601704
4792924
29
Blesa
678054
4546947
30
Cerro Beleña
528525
4504141
30
Collado la Valleya
326028
4789948
30
Cuesta de la Valleya
366126
4800049
30
Isabele Erreka
526088
4789861
30
Isabeles
549390
4639283
30
La Valleya
713030
4724611
29
La Valleya Pedrón
325323
4791239
30
La Velilla
281679
4695843
30
La Velilla
293035
4609415
30
La Velilla
337235
4708663
30
La Velilla
355911
4714052
30
La Velilla
392033
4637333
30
La Velilla
430800
4555150
30
La Velilla
511618
4676588
30
La Velilla
518677
4559631
30
La Velilla
532694
4616487
30
La Velilla
681583
4786598
29
La Velilla
684598
4325863
30
Las Isabeles
517019
4326164
30
Las Pauleyas
688270
4719881
30
LaValleya
359498
4805583
30
Llana de Velilla
544435
4676778
30
Llano de Velilla
256956
4464382
30
Llano de Velilla
563458
4594576
30
Llano Velilla
258952
4464710
30
Los Belesales
430170
4559539
30
Los Belesares
494186
4275569
30
Los Belesares
505579
4430417
30
Melilla
398772
4078408
30
Melilla
505350
3905950
30
Melilla
695408
4251179
29
Melilla
755703
4028095
29
Monte de Velilla
720048
4674440
29
Monte la Valleya
329853
4779933
30
Pico la Valleya
354752
4804610
30
Punta de Velilla
439648
4065238
30
Punta Palleya
274711
4835486
30
Raso Velilla
458369
4467741
30
Raya Pelilla
749595
4563243
29
Regato de Pelilla
745690
4561622
29
Río de Velilla
259804
4738621
30
Son Peleia
505472
4391138
31
Sul de la Pelleya
354138
4800054
30
Valleya Cerrada
354635
4800719
30
Valleya el Acéu
331414
4787674
30
Velea
472422
4713727
30
Velilla
309023
4720510
30
Velilla
332874
4602836
30
Velilla
333012
4603215
30
Velilla
347778
4673786
30
Velilla
365408
4710358
30
Velilla
385134
4696871
30
Velilla
423589
4419378
30
Velilla
424078
4418606
30
Velilla
438341
4648461
30
Velilla
543990
4676200
30
Velilla
551357
4694341
30
Velilla
620689
4163311
30
Velilla
667463
4332873
30
Velilla
688030
4327032
30
Velilla
724179
4586162
30
Velilla de Cinca
271922
4607499
31
Velilla de Ebro
714429
4583611
30
Velilla de Jiloca
616998
4570347
30
Velilla de la Sierra
549664
4629034
30
Velilla de los Ajos
562364
4593713
30
Velilla de Medinaceli
555430
4557710
30
Velilla de San Antonio
458654
4468740
30
Velilla de San Esteban
474400
4604490
30
Velilla del Río Carrión
349600
4743724
30
Velillas
426749
4613526
30
Velillas
506470
4733016
30
Velillas
729750
4668014
30
Velillas
731000
4667050
30
Velilla-Taramay
439559
4065632
30

Sobre el autor

Javier Goitia Blanco

Javier Goitia Blanco. Ingeniero Técnico de Obras Públicas. Geógrafo. Máster en Cuaternario.

4 Comments

  • Impresionante Jabier, sencillamente impresionante. Hace poco estuve con mi incansable pareja y compañera de viaje Silvia, en Velilla de Valdoré(León) cerca de Sabero,allí confluyen 3 arroyos que vienen a desembocar en el río Esla( por cierto, y teorizando solamente Ez? La? El no sujeto? El desbocado?).
    Pues bien,el arroyo , que bien podría ser considerado río por su caudal,llamado arroyo de las Cortinas , justamente hace un meandro a la altura de esta localidad, que por cierto,es donde el arroyo se estrecha y el paso es más asequible.
    Yo lo comprobé «in situ», pero aquel que lo desee puede comprobarlo en Google Maps,como no.
    Así que, una vez más , se demuestra que estás en lo cierto.
    Gracias Javier por tus escritos y mucho ánimo en esa gran labor de valiente investigación que estás realizando,y digo valiente porque los académicos del régimen no quieren saber nada que trastorne su modus vivendi tan cómodo.
    No es tema baladí el saber que nuestros topónimos ibéricos(y más allá de Iberia) están en esa lengua tan hermosa llamada proto-euskera o como tú dices eukele (nuestra lengua),la lengua de nuestros antepasados.
    Ni que decir tiene las consecuencias y el terremoto a nivel político que traería el saber que de norte a sur de la península se hablaba esa lengua cuyo reducto , que afortunadamente sigue vivo, es el Euskera.
    Por no hablar a nivel científico esa ventana a la prehistoria que aporta la herramienta del euskera.
    En definitiva, saber nuestra identidad, quienes somos y de dónde venimos, para saber a dónde queremos ir.
    Animo y un abrazo fuerte.

  • Jajajaja….Si con comisión del 20% + intereses de tipo variable. Esto de la toponimia da una pasta gansa. Así que ánimo a todos aquellos lectores a que se aventuren en este tesoro de la Toponimia.

    • Se me pasó comentar lo de Esla, rio impetuoso donde los haya, sino, que pregunten a mis amigos de la Central de Ricobayo cuando elrío estuvo a punto de comerse una montaña de gneis… Se salvaron por los pelos.

      A la hora de diseccionar las voces, hay que considerar siempre varias posibilidades. «esl» como lexema, indica que algo está alabeado, torcido, así que ahora mismo me pongo a buscar el nacimiento de este río.

      Saludos

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