La idea de cortar un material masivo, plano o filamentoso, se designaba en Latín con varios verbos que llevaban implícita una explicación adicional sobre el objeto del corte, “amputo, seco, obscido, scindo…”, pero entre ellas no aparece verbo alguno asimilable a cortar sino un adjetivo tardío, “curtus” para señalar algo abreviado, voz que ha sido insistentemente planteada por la Academia como origen del omnipresente verbo, cortar, que solo aparece en Castellano, Gallego y Portugués, en tanto que las lenguas cercanas usan principalmente variantes de un “ta”, (tallar, tagliatu, taglio, a’taia…) que tampoco es latino y ninguna de las cuales se parece al cortar.
Y es que el verbo para el corte genérico, originalmente, “kor tá”, es en si una oración que está describiendo que el elemento desmembrado, no lo ha sido por tensión (arranque), mordida, aplastamiento o desmoronamiento del material, sino por la acción de algo duro, “kor”, que le ha proporcionado un limpio tajo, “ta”, como se ve en la imagen de la recreación de una actividad que debió de ser muy recurrida en la prehistoria y aún en tiempos no tan lejanos en los que se precisaban filos muy agudos para intervenciones delicadas como separar vejigas, visceras y tendones durante los despieces de animales o en las intervenciones sanitarias.
“Kor tá” se transformó en el verbo cortar del Castellano mediante la adición de una “r”, en tanto que el Euskera, un poco como el Latín, conservaba la peculiaridad de cada tipo de corte ( “gal, motz, eba, epa, zauri…”), mientras olvidaba el genérico, “tá”, que sí quedaba fosilizado en voces compuestas vascas y castellanas como “tajo” (golpe de corte), “espata” (corte asombroso), “tabla” (corte plano), etc., y en el propio verbo cortar en varios de los idiomas cuyas formas se citan arriba (tallar, tagliatu, taglio, a’taia…), habiéndose olvidado en todos ellos cual fue la raíz.
La escasa aplicación del proceso semántico en los últimos milenios ha llevado a que los idiomas se basen cada vez más en la memoria que en la inteligencia (es decir, no hay una dinámica como la semántica funcional que apoye el razonamiento) y con frecuencia se encuentran voces muy cercanas en Castellano y Euskera, que nuestros sabios y doctores resuelven explicando el proceso según “Creación latina, transformación en Latín Vulgar y Romance Castellano, para ser prestadas al Euskera, todo ello por contacto y difusión…”
El consultor esporádico asume estas explicaciones avaladas de forma masiva y cruzada por “el aparato” y no se preocupa en verificar su autenticidad, pero el investigador que busca coherencia en el lenguaje, se tropieza con incongruencias que comienzan en la génesis imaginada de voces a veces complejas para las que tuvo que ser imposible la difusión en espacios temporales tan cortos y sobre todo, que solo el Euskera dispone de las raíces que explican los fenómenos y procesos; así, cuando en el lenguaje vasco anterior a la unificación se hablaba de “korta”, todo usuario sabía que se trataba de un recinto, generalmente cubierto para el ganado y cuando en Castilla se decía “corte”, todos sabían que era una estancia en la planta baja de la casa rural, donde se criaba el cerdo de cada año; en ambos casos, una cuadra con todos sus requisitos aunque nadie supiera de dónde venía ese nombre.
Sucede que al margen de lo que deseen los académicos, hay en los Atlas Lingüísticos y aún en la calle, voces muy “resilientes” que rechazan modas y campañas culturales y persisten inalterables. Un caso es el de la “corte” y la “korta”.
Para la primera, hay que tener la paciencia suficiente para llegar a la explicación Nº 23 del RAE, donde dice escuetamente, “f. Corral o establo donde se recoge de noche el ganado.”, para cuya explicación se recurre a: “Del lat. vulg. cors, cortis, en lat. cohors, -ortis ‘cohorte’.”.
Para la segunda, los blogs que se arriesgan a proponer algo, son igual de mezquinos y carentes de argumentos, “…es prestado a lenguas no romances como el vascuence, “korta o gorta”, cuadra, abrigo, redil, que es préstamo del castellano medieval…”
En este punto, no viene mal una revisión histórica reciente, matizando que partir de la segunda guerra mundial, los cambios en el sector primario han sido rápidos y profundos, así que poca gente joven que se ha formado con el Euskera de diseño o “Batúa”, conoce terminología “común” del Euskera dialectal que se hablaba hasta hace cincuenta años, cuando los veintidós mil caseríos vascos consistían en el binomio formado por un “aurre”, fachada o antuzano mirando al Sureste y una “korta” o sistema de silo y cuadra, que se enfrentaba a los vientos dominantes y húmedos, protegiendo a la parte habitable del frío y humedad invernal.
Voz esta última que se conservó durante los milenios en que los “seles”[1] se iban transformando en toda Europa en lo que en este rincón cantábrico en el modelo de caserío (monte, labrantío y pastos en torno a una vivienda), pero que se creó mucho antes, cuando la vida era en esta franja del mundo, predominantemente nómada y lo era tanto en las llanuras herbáceas, como en las zonas con oteros, campiñas y cuestas.
Hoy, desaparecido el modelo de cuadra de caserío que se basaba en una decena de cabezas mayores y gestión familiar o artesanal por la economía de escala que favorece a las granjas industrializadas (granjas que en cinco décadas están alcanzando el rango de “intensivas”, como las que ya están ensayando en Holanda como hoteles flotantes y en China como rascacielos para cerdos), hoy, se decía, en cualquier diccionario de Castellano/Euskera, la cuadra solo aparece como “gorta, ukuilu ó tegi”[2], voces entre las que no se incluye el nombre vernáculo, “korta” con el valor semántico que atesora y que va a ser explicado más adelante.
En las imágenes siguientes, cuadra flotante y en rascacielos.
En la sociedad actual, impuesto el modelo agropecuario industrial intensivo, quedan muy pocos sectores que manejen el ganado con métodos y calendarios basados en sus dinámicas naturales, así que se han olvidado totalmente los conocimientos de antaño y se ignora el significado de las jergas que se usaban hasta hace un par de generaciones; el caso de “korta” y “la corte”, es paradigmático de la reminiscencia de una forma relativamente sencilla de confinar al ganado en los cuarteles estacionales o en los descansaderos de las rutas pecuarias.
Allí donde no había lajas de piedra con las que se pudiera montar una cerca más o menos estable, se procedía a cavar una trinchera, cuya tierra se sacaba a un solo lado, con lo que se creaba un resalto difícil de superar por los grandes rumiantes. Esta cerca temporal se consolidaba cada año y podía ser usada durante generaciones, mientras se mantuvieran productivos los pastizales y viables los caminos.
En la foto siguiente se ve un típico “cattle trench” que aún hoy en día se usa en algunos países meridionales para evitar la entrada de ganado en régimen extensivo y de semilibertad a las zonas de cultivo y aunque el objeto es el inverso, su efectividad es total. Estas “cortas” de suelo se solían trazar en círculo y en la entrada, bastaba con dejar unos cuantos troncos paralelos sobre una zanja menor, para que el ganado no saliera del redil. En la otra imagen se ve una “reja canadiense”, versión moderna, pero a veces peligrosa para el ganado, que es una reminiscencia actual de los métodos antiguos.
“Korta”, voz original del Euskera con que se llamaba a la zanja, quedó recogida en el Castellano como “corte” y siguiendo fieles a la función que tal obra cumplía, olvidado el nomadeo e incluso la trashumancia, el nombre quedó para el recinto en que se confinaba a los animales en la propia casa, rechazándose la explicación habitual en los documentos de referencia que se cita al principio como derivada del Latín “cohors – cohortis”, multitud, banda, conjunto…, sin relación con la función de estos recintos, que con frecuencia son para muy pocos animales.
Tampoco se comulga con que la cuadra, término frecuente en Castellano y Catalán, pero ausente en la práctica totalidad de Europa y en dialectos de India (“stall, stalla, staja, stajna, sthira, stabli, staulos, estábulo, stabli, stabulum, establo, étable…”), proceda de la forma cuadrada de un recinto, condición geométrica que no se dio hasta época reciente, cuando las restricciones urbanas obligaron a pasar de casas circulares, más económicas y resistentes, a las rectangulares, de mejor encaje en un espacio ordenado.
Es más creíble que haya partido de la diptongación del original “korta” a “kuarta”, que a veces quedó como “cuarto”, zona destinada a proteger o guardar bienes y otras, metastizó a “kuatra” y cuadra.
Guardar, por cierto, voz que nuestros sabios tratan de enraizarla con los godos, es muy nuestra y relacionada con esa “kuarta, guarta, guarda” y no con “wardon”, vigilar en el germánico antiguo, concluyendo una moraleja para estos sabios de copia y pega que suele recomendar mi amigo Jorge María Ribero Meneses: Buscar en casa antes de ir allende…
[1] Modelo prehistórico de asignación de uso exclusivo de un tramo de suelo del que hay indicios en zonas de montaña.
[2] Fuerte, encerradero, lugar…