Economía Prehistoria Sociedad

Lo social en Euskera

José León seguidor de Eukele, preguntaba recientemente si en Euskera existían palabras como “raza, etnia, tribu, todo lo que hace referencia a un grupo humano de cultura propia definida (por supuesto con préstamos de otras culturas), lengua y singular cosmovisión e idiosincrasia” y vamos a tratar de ir un paso más allá de donde se quedan los diccionarios, para rebuscar en el propio idioma y en otros cercanos, formas que se acerquen a esa demanda.

Antes de ello, quizás sea interesante revisar el tomo dedicado a “Lo Social” dentro del Diccionario Etimológico Crítico del Castellano, un volumen que recoge casi 300 voces que el Castellano ha guardado, en tanto que el Euskera ha declinado su uso e incluso las ha perdido. Voces como “Acatar, Adalid, Arisco, Aristocracia, Banda, Bellaco, Beso, Chusma, Duelo, Duende, Esbirro, Esclavo, Familia, Gigante, Homenaje, Hostigar, Inquina, Jaleo, Lacayo, Pelele, Persona, Arrebato, Rencilla, Ruin, Saña, Tema, Tortura, etc.”, muestran un desarrollo de las relaciones sociales muy profundo, aunque nunca se detecta la dimensión “imperial”, paradigma de estructuración al máximo nivel.

He de comenzar diciendo que las coordenadas en que me muevo para la investigación, apenas me han mostrado ideas abstractas o proyecciones de este tipo, como la mitología, que para varios autores y para un gran porcentaje del público son “características” de lo vasco. Mi idea es que estas leyendas, cuentos y mitos son muy recientes, de una época en que la retracción de la forma de vida y de la lengua, el hecho de perder la libertad para recorrer el mundo y la pírrica solución de reproducir a escala “micro” las andanzas antiguas para moverse u poco del sel, sarobe o caserío, trajeron un ambiente de resignación y pesimismo que no se percibe al analizar la lengua.

La primera palabra que consulta, “raza”, suele ser escabullida en los diccionarios que se van por variantes eufemísticas, casi literarias, como “odol” (sangre), “leinu” (linaje, sábanas en que has nacido), “enda” (generación, descendencia…), “…ondoko”, procedencia, en fin, todo menos la verdadera voz, la arcaica, la que procede de un ambiente, de una cultura pecuaria en la que la reproducción de los rebaños era la esencia práctica, la plasmación del conocimiento, en la que se buscaban los caracteres deseados en los machos reproductores, ya que la selección era mucho más fácil que en las hembras al ser posible la paternidad de muchos recentales en un solo periodo de gestación.

Con el “ar” de los machos, el “as”, origen, comienzo y el artículo, se formó “arrasa”, como aún hoy se dice en varios Euskalkis, voz que perdida la “a” inicial por una aféresis muy frecuente, pasó al Castellano como “rasa”, corregido a raza, al Catalán y Portugués “raça”, al Francés “race”, al Italiano “razza” y al Rumano “rasa”, para desesperación de los latinistas que hubieran deseado algo parecido a “genus” y que se deshacen en disparates hipercultos para explicar lo inexplicable.

 

Del mundo animal se pasó al humano sin apenas sorpresas. Hoy en día, casi todos nosotros ciudadanos especializados en alguna disciplina, pero absolutamente inútiles en todo lo demás nos sorprendemos con frecuencia al encontrar indicios de instrumentos o hazañas prehistóricos, porque la cultura de consumo nos da a entender que los antiguos eran muy limitados y que su sociedad sumida en la superstición, estaba alejada de la ciencia, pero el estudio de lenguas como el Euskera y sus voces que han quedado en los idiomas cercanos, muestran que no era necesario disponer de escritura ni de registros físicos para dominar con soltura actividades muy complejas y entender el mundo sin fórmulas empíricas.

En cuanto a “etnia”, se suele admitir la procedencia del Griego “ethnos” y que es de uso general en la comunicación moderna, en Euskera tiene una forma que apenas se usa excepto con intenciones concretas; se trata de la composición “abend”, formada por la raíz “ab”, parentesco y el “enda” citado arriba, descendencia, que podría asimilarse a “familia”. Así, no sería extraño que el mes de diciembre, denominado “abendu” en Euskera y que se suele señalar como derivado de adviento (del Latín “ad venire”), estuviera más cerca del Euskera que de la lengua de Roma.

En cuanto a la tribu, el grupo menor que llaman “qabila” los bereberes, moros y turcos, “fyli” los griegos y de forma muy diferente los germánicos, eslavos e indios, nos juran que se debe a que había tres familias que se disputaban Roma en su principio y que se decían “tribus” porque eran tres. En Euskera se suele representar con “erro”, raíz y a veces con “giza eli”, algo así como “rebaño humano”, aunque no se puede renunciar a la idea de que lo de las tres tribus sea una invención literaria y su nombre esté relacionado con el Euskera hablado en Etruria antes que el Latín, “tirr ibu”, una frase que viene a decir “deseo de crecer”, como si el destino de las tribus fuera negro si estas no crecían, porque podría ser absorbida por otra y desaparecido su carácter.

A partir de la difusión de la escritura, de documentos religiosos, marciales, administrativos o comerciales que están orientados a esos temas, también pueden deducirse aspectos del comportamiento social por citas implícitas, por ejemplo, en el Antiguo Testamento no es un ensayo social, hay muchos aspectos de la dinámica de las tribus con sus dirigentes, personajes destacados y sucesos descritos, que apoyan esta posibilidad; también se pueden reconstruir realidades que nos las cuentan de manera diferente.

Por ejemplo, sabemos que “kin”, afijo de uso general, indica suma de personas, compañía, así que cuando del pastoreo que era factible desarrollarlo por una o pocas personas, se comenzó a pasar a la agricultura, las pesadísimas labores que esta modalidad implicaba (talas, rozas, quemas, drenajes, empalizadas, utensilios…), el trabajo comenzó a compartirse en unos modelos que han durado hasta hace muy poco y que desde hace milenios se llamaban “kin ta” (entorno social), algo así como las modernas cooperativas, hecho desconocido por la erudición que -limitada en sus capacidades- nos la explica diciendo que las granjas se llamaban así porque pagaban la quinta parte al dueño.

“Idea feliz” que carece de cualquier fundamento y se emite -solamente- para reforzar una idea de la latinidad que no es la cierta.

Otras voces interesantes de contenido social, tienen forma de sufijo, como “ar-tar”, que indica una vinculación “suave” por nacimiento, afición o cultura (Euskotar, Injenieriar…), enlace que pasa a ser más fuerte con una variante de la forma genitiva, “en, ren” (Aitoren, Kristoren…) y formas como “kide”, “arte”, “baltzu”, “aro”, dan valor a diferentes formas de acuerdo para objetivos comunes, donde no pueden faltar las basadas en “ælkar”, en conjunto o “lagun”, formada con la raíz “la”, unión, lazo y “un”, fuerte.

Sobre el autor

Javier Goitia Blanco

Javier Goitia Blanco. Ingeniero Técnico de Obras Públicas. Geógrafo. Máster en Cuaternario.

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