Etimología Prehistoria Religión Sociedad

Loción, afeite, cataplasma, emplasto, pócima, pomada, ungüento, unte…

Leyendo esa letra microscópica con que nos castigan las impresoras que proyectan la tinta, me entretuve hace unos días en “loción” y tirando de memoria me fui a los ocho años y a una de las imágenes (y palabra que la acompañaba) que se me quedaron grabadas desde entonces, era una de las últimas páginas de la de la enciclopedia Dalmau que decía “Samuel unge a David”.

El maestro no sabía o no me entendió cuando le pregunté qué era “unge” y tardé bastante en saber el misterio que llevaba consigo la unción y otros afeites que han usado casi todas las civilizaciones, lo cual no es extraño, porque incluso las enciclopedias de mayor fama yerran cuando buscan orígenes y etimologías.
Así que haciendo memoria ha aparecido la lista de portada y rebuscando lo que se dice de cada uno de estos preparados no es difícil concluir que los que nos orientan, frecuentemente están perdidos y obsesionados con que la sabiduría se escribe en Latín, afirman cosas que el sentido común no avala y que tienen explicación a la vuelta de la esquina.
Comenzando con la loción (que hacen derivar de la idea del lavado, esto es, arrastrar desechos por medio del agua), se aprecia que esta fórmula parece contradecir a la función de todas las demás que se afanan en dejar sus principios adheridos en la piel por medio de distintos mecanismos, generalmente aceites, grasas, ceras y otros ésteres que prolongan el efecto de los principios olorosos y curativos.
Así, para la loción (que en casi todas las lenguas cercanas, excepto el Latín toma formas parecidas, “lotion, lösana, losion, loció, lotione, loçao, lozione, los’on, lotioune, losyon…”) y que la llamada Lengua del Latzio dice radicalmente distinto, “illinere”, nos la venden como una transformación desde “lavatio” (baño), mudada a “lautio” y de ahí a “lotio-lotionis”, pero que no es cierto, porque lo más parecido en Latín es “lotium”, orina y además, las pocas lenguas que como el Noruego, no recurren al “lo…” y que se explica a continuación, le llaman “krem”, crema, consolidando la idea de que la loción deja algo pegado a la piel…
Así, aunque en el Euskera actual se usa la forma “ukendua”, la raíz vasca “lo” (dormir, sujetar, estar quieto), envía una idea de permanencia del efecto que es lo que todos estos preparados persiguen, de manera que la loción se explica según “lo zio”, “porque permanece”.
Igualmente, el afeite y los afeites son despóticamente explicados desde el Latín “affectare” y desde “facere” (afectar, hacer), quitándole toda precisión a esta intervención que hoy en día es cosa de minutos ante el espejo, pero que hace milenios pudo tener un valor de excepcionalidad y celebración especial para presentar a personajes célebres ante sus vecinos con un aspecto llamativo. Además, solo en algunas de las lenguas ibéricas se dice parecido (Catalán y Gallego), mientras en todas las demás cercanas, incluido el Latín, ronda sobre “radere, se raser, rasa… ó a se barbieri, barbear…”.
Esto hace pensar de nuevo en el Euskera, donde “apai-apain” es una raíz verbal relacionada con la preparación y el apresto y siendo muy frecuente la alternancia “p-b-f”, es muy probable que “apai ta”, acción de prepararse, se transformara en “afai ta” y afeita, voces de notable eufonía que han perdurado.
En la imagen, peluquería donostiarra.

De la cataplasma y su aparente origen griego significando “cosa blanda que va contra…” no merece la pena discutir, aunque “kata” en Euskera es algo improvisado, rápido y “palá, pla”, algo extendido, componentes ambos que pueden porfiar en etimología al Griego y lo mismo se puede aplicar al emplasto (“impiastro” en Italiano), que como “eng pala, enpla…”, viene a decir “aplicación extendida que permanece”.
A la célebre pócima la hacen descender unos del verbo griego “apoxeo”, hervir y otros de la forma “potare”, menos común que “bibere” para describir la acción de beber. La primera, que implica algo de laboratorio, puede encajar mejor que la segunda en un brebaje envenenado, que -por otra parte- también el Euskera explica desde “pozoi”, enconarse una herida, veneno, suciedad…
Igual que la pomada, que los hipercultos se empeñan en relacionarla con las manzanas y otros pomos o frutos con pepita que en Latín eran “pumum” y que se adoptó del Italiano “pumata”, aunque nadie acierte a decir qué tienen que ver las manzanas con la pomada, a no ser que la voz original fuera “pu amata”, en Euskera (“pu”, dolor, “amata”, reducir), la que rebaja el dolor, en referencia a anti inflamatorios naturales como el aloe vera, el árnica, el aceite de cáñamo, el romero, el jengibre, la cúrcuma, aceite de laurel, diente de león, etc., que -de paso- rebajan el dolor, y que por las ventajas de manejo y aplicación en forma de geles y su uso masivo, fue la crema la que tomó su nombre funcional “pomada”.
Y ya se llega al ungüento y al unte que son hermanos y se nos vende al primero como nacido así del verbo del Latín: “unguere”, ungir, untar con aceite o simplemente el propio verbo untar, a partir del participio de ese verbo, “unctus”.
En fin, un ovillo sin puntas que se devana sobre sí mismo, porque los sustantivos, adjetivos y verbos suelen tener un recorrido semántico antes de llegar a conjugaciones y declinaciones o hay un nexo que los enlace con cuestiones diferenciales, o se ha perdido por haberse disuelto la relación con la lengua de la que se tomó la idea, en este caso, “on du” del Euskera, que significa “acción de mejora” y que se sonorizó a “untu”, acción primitiva de los pueblos que ponían carnes y pescados a asar y recogiendo la grasa que goteaba en el propio pez o untando los trozos de carne con ella, el efecto de mejora de sabor era rotundo.

Este sentido tenía la unción de Samuel a David, el de mejorar su suerte como futuro rey como las salsas grasas mejoran el sabor de las carnes.
Luego los que complican las cosas le llamarían “efecto apotropaico” y Don Marino no lo sabía.

Sobre el autor

Javier Goitia Blanco

Javier Goitia Blanco. Ingeniero Técnico de Obras Públicas. Geógrafo. Máster en Cuaternario.

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