Es una desgracia que nuestros sabios hayan sido tan acomplejados desde que los italianos inventaron el Rinascimento y hayan dado siempre prioridad al oriente en eso de los orígenes de las ideal y las voces; ¿será por el ori..?.
La cosa es que sin encomendarse a Dios ni al Diablo han decidido desde hace siglos que el tío del Castellano, Gallego y Portugués y los “ziu, zio” de corsos, italianos y malteses vengan del “thios” Griego, pero, ¿porqué no es al revés si hay la misma distancia de aquí a allí y además, ninguna de las lenguas “védicas” (“caca”) usa nada parecido a la forma helena, como no la usan otras lenguas latinas ni la mayor parte de las germánicas o el Esperanto que manejan cosas parecidas a “uncle”?.
Esa voz en su acepción familiar no parece tener relación con el Euskera, pero es posible que si la tenga en otras semánticas; de momento, hay muchos “tíos” entre los nombres de lugar y entre los casi 2.000 que puedo manejar, hay algunos graciosísimos que nadie sensato los relacionaría con hermanos de nuestros padres: Tío, Tíos, Faitío, Puntal del Tío, Montetío, Tío Manzano, Tío Veinticuatro, Tío Liso, Tío Casero, Carlista, Chorizo, Cristo, Hacienda, Paula, Conejo…
El que más me ha gustado es el “Cerro del Tío Feliz”, una loma muy roma cerca de donde nace el río Salor, al Norte de Valdefuentes y de la Sierra de Montánchez en Cáceres; lo que se puede ver en la cartografía disponible es una concentración de pozos muy superior a otra cualquiera, con algunos de ellos a menos de cien metros de los demás.
Es una pena que no se disponga de orto fotografía de calidad (la del 56, no es válida) de cincuenta o más años de antigüedad, porque la Concentración Agraria desarrollada allí entre los años 60 y 70, ha destruido muchísimos elementos que podrían aportar información válida para los análisis toponímicos e incluso antropológicos que algunos echamos de menos.
Esto se aprecia al momento si aumentamos la escala y nos acercamos a la misma zona pero con la posibilidad de ver la parcelación actual, donde por exigencia de la racionalidad, los ingenieros agrónomos dieron prioridad a la ortogonalidad y a la accesibilidad de las parcelas, transformando la bella irregularidad anterior cargada de información, con algo impersonal y a veces ridículo con parcelas rectangulares de hasta solo cinco metros de anchura y cien de longitud, pero salvaguardando el derecho comunal al acceso de algunos pozos a través de las “vías Iryda”.
Esta nueva división ha borrado las formas antiguas que solo se mantienen en zonas muy pobres o de difícil parcelación como en esta otra zona colindante a Valdefuentes, a menos de un kilómetro del Cerro del Tío Feliz.
La abundancia de pozos en el cerro en cuestión es debida a algún capricho geológico que “acerca” el acuífero a la superficie y que a los curiosos nos trae el recado de que a lo largo de una prolongadísima antigüedad, los rumiantes y sus pastores o quizás incluso los elefantes que aún barritaban por Extremadura, oliendo el agua cercana en un entorno árido, excavarían hasta poder beber aquí y allí. Ahondando cada año el pellejo liso del cerro.
Es evidente que originalmente esta zona fue prioritariamente ganadera y lo lógico es que se practicara algo de agricultura-meramente complementaria- en las riberas húmedas del Salor y algunos de sus arroyos tributarios y la agricultura comenzó a ganar terreno según la escasez por el aumento poblacional apretaba. He viajado mucho por esa zona y he cruzado el Salor por vados y en cada viaje me volvía la imagen de los pastores y sus ganados dirigiéndose a los pozos que –poco a poco- se iban haciendo más profundos y conspicuos al ritmo que sus motas crecían.
Aún ahora, lamentablemente estabulada la mayor parte del ganado, se pueden buscar grupitos de animales pastando en esas ridículas parcelas con kilómetros de muros para unas pocas hectáreas de tierra y esperando a que el dueño los lleve a abrevar al pozo más cercano.
Descrito el entorno, vayamos al nombre del cerro. ¿Podría ser un tío risueño que gustaba de ir a asolearse al cerro quien le dio nombre?… ¡Seguro que los humanistas dicen que sí, que es evidente!. Yo no lo creo; creo más bien que existiendo los pozos desde hace milenios y siendo abundantes porque los animales llegarían en grupos numerosos y con ansias de beber, cavarían aquí y allí, creando pozos mayores y pequeños…
Estoy seguro de que muchos de los pozos pequeños desaparecieron y solo han perdurado los mayores pero siendo suficientes para que el nombre vernáculo se mantuviera: “Ti oz elí” aunque transformándose en algo más reconocible, “tiofelíz”.
“Elí” es un sustantivo que describe abundancia, elevada concentración; “oz” es la raíz original de los pozos y “ti”, un adjetivo que certifica o asegura lo citado; así, “ti oz elí” se puede traducir por “verdadera concentración de pozos”. A nadie le puede extrañar que con la prosodia meridional que sabemos que ya era peculiar en la época de Cicerón la sibilante “z” se intercambie con fricativa “f”.
El cerro con multitud de pozos; ¿qué nombre puede ser más adecuado?.