Muro para defenderse del agua, dique con paseo.
Los británicos se quitan el malecón de encima justificándolo como una voz de los países y entornos “latinos”.
De hecho parece como si el único malecón famoso de este mundo fuera el de La Habana aunque también haya malecones en Jalisco, Guayaquil o Torrelavega…
Nuestros sabios buscan entre sus chuletas y no encuentran nada parecido hasta entrado el siglo XVII, ya que Covarrubias, décadas antes no lo cita y entonces se van a Cerdeña y a la Calabria, donde a los peñascos marinos llaman “maragoni” y lo dan por bueno porque les suena a un derivado de “murex muricis”, caracol y también peñasco… y respiran porque suena a muro y a Latín.
¿Será posible que estos tipos no echen un vistazo al Euskera antes de cerrar sus fuentes latinas?… ¡Lo es, porque ni siquiera se les puede ocurrir que haya un origen semejante!.
“Malda” es una expresión común del Euskera con la que se designa tanto a una cuesta empinada como a un resalto natural o recrecido para protegerse. “Malda goi” es la coronación, el alto (“goi” es lo alto) y remate del mismo, donde se está “a salvo” del agua o de amenazas de animales o enemigos. La elisión de la “d” es muy corriente, como lo es la transformación del diptongo “oi” en “on” (“botoi-botón, bastoi-bastón, kotoi-kotón, avioi-avión, lehoi-león…).
Dicho esto, el paso de “malda goi” a “mala gon” y “malecón”, es solo cosa de la erosión y tendencia al “redondeamiento” del lenguaje.
Malecón es la parte superior de un grao, una barra de ribera o un muro, o un “exido” donde se puede pasear y desde los que se puede gozar de una vista preferente.
El estadio de Torrelavega en la vega del Besaya, fue antes de un gran edificio, una simple mota de ribera, un malecón para proteger los huertos de las inundaciones.