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Náusea, vómito, arcada, basca…

Con náusea, náuseas, se trata de describir un estado de incomodidad, de ansiedad e inminencia de una reacción involuntaria y violenta que suele acabar en el vómito, en arrojar los contenidos estomacales y en conseguir un alivio temporal.

Hasta hace unos pocos años en Euskera se llamaba “gonbitxo larri” a esta sensación que yo recuerdo haber padecido durante más de diez horas cuando -con dieciséis años- acompañé a pescar merluza “a pintxo” a uno de los últimos pescadores artesanos, José alias “Saltxaberría”y mi madre me puso varias raciones de bacalao seco desmigado para que tomara una dosis cada vez que vomitara.

Fueron cinco las veces que vomité y otras tantas las ingestiones del pescado seco que exigían una gran voluntad y fe en los mayores para llevarlas a cabo.

Sobreviví y me quedó tal sensación de que el navegar tenía que ver con la náusea, que cuanto leí en años posteriores sobre el origen de esta palabra relacionada con la “navis” latina y con su fuente griega, “naûs”, me parecía correcto y convincente.

Pero el tiempo pasa y nuevos datos obligan a repasar ideas e incluso conceptos y las dudas nos mueven a algunos a un continuo estado de alerta, así uno llega a comprobar que si bien Homero ya escribió “naûs” y “naútes” en referencia a naves y navegantes y además Pokorny lo confirmó recientemente, aunque en Griego a la nave se la llame “πλοίο” (ploio) y al barco “ βάρκα” (barca), incluso “σκάφος” (scafos), la voz queda atestiguada y los disidentes-si los hubiera-, quieren ser dejados sin argumentos, haberlos, “haylos” y aquí están algunos de ellos, basados en la capacidad del Euskera para “deconstruir” voces complejas.

Cada vez hay más consenso, cada vez hay mas indicios de que los primeros artilugios flotantes con “cierto éxito” fueron del tipo “balsa”, conformados con haces de cañas y otras plantas acuáticas de alta flotabilidad cosidas entre si y que resistían aceptablemente a los movimientos inducidos por oleaje y turbulencias de la superficie.

Aunque esta modalidad era insuperable para ciertos ámbitos, con las técnicas del curtido de pieles, surgió la creación de “botes” (inicialmente, “bodes”), pellejos hinchados que podían unirse con rejas de palos y -tras desinflarse-, utilizarse una y otra vez.

Que la aplicación de pieles sobre estructuras de madera diera lugar a botes mayores y con usos alternativos[1], no lo duda ningún conocedor de la evolución humana, siendo común su uso hasta hace apenas cien años.

Siguiendo este proceso era inevitable que se llegara a superar las limitaciones de los fondos botes de piel (riesgo de rasgado por pisadas o por objetos punzantes), llegándose a la construcción de ese fondo con consistencia rígida. Ahí está la nave: “nab bæ”, cuyo significado se basa en “nab”, cóncavo y “bæ”, parte inferior, configuración que pudo coexistir con las anteriores, pero que fue definitiva.

Esta explicación de la nave, desarma la pretensión greco latina y la relación de las náuseas con la navegación, como todos y yo mismo creíamos.

Es difícil establecer cronologías, pero la lógica apunta a que la sensación de mareo y náusea pudo ser causada desde tiempos inmemoriales por envenenamientos u otras incidencias físicas y por diversas patologías como aún ahora es frecuente, todas ellas con un síntoma común, la inminente necesidad de vaciar el estómago: “nahi uts”, literalmente, deseo de vaciar, donde en el diptongo “i u” prevaleció “u”, quedando en “nauts”.

En cuanto al vómito, forma extendida en casi todas las lenguas latinas y en alguna germánica, su origen se resuelve por la hipercultura, echando mano del Latín “vomitus” nacido de la nada y que en su línea la voz más parecida es la reja del arado…, siendo posible que en realidad esté emparentada con la idea de reventar “bonb”, rematada con el sufijo o desinencia de acción, “tu”, “bonb (i) tu”, expulsar violentamente, sin control.

“Basca”, muy usada en Gallego y menos en las otras lenguas nacionales, es el hormigueo que se siente en el estómago antes de vomitar; nuestros sabios han ensayado desde el Celta “*waska” y el Bretón “gwâsg”, opresión hasta el Árabe “baxa”, esputo y el Latín imaginario “*vascare”, retorcerse sin estar absolutamente satisfechos de ninguna de ellas porque no han tocado la aldaba del Euskera, donde “bæ” es por, hacia abajo y “aska” es el acto de soltar, de liberarse o largar algo, de forma que “bæ aska”, viene a significar vomitar, reventar y aunque no lo parezca, está emparentada con la “arcada”, voz esta en que la “s” ha mutado por rotacismo  a “r”, pasando de “aska da”, acto de liberar, de expulsar, a “arkada” y arcada.

[1] Navegar con ellos y tras sacarlos a tierra, ser usados en posición invertida como cabañas temporales y protección de la intemperie.

Sobre el autor

Javier Goitia Blanco

Javier Goitia Blanco. Ingeniero Técnico de Obras Públicas. Geógrafo. Máster en Cuaternario.

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