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Nazaré

Nazaré es (era) un pueblecito portugués de pescadores de “jábega” que varaban sus barcas en la playa hasta que el surf descubrió sus olas gigantescas en los años setenta y en unas décadas el Estado horadó la playa un poco más al Norte de donde se abre paso entre la arena el río Alcobaça, clavó unos miles de tetrápodos como defensa y acceso y se acabaron los bueyes tirando de la red y el “typical portuguess”, para ser una Marina moderna y unos pescadores indiferenciados.

Los sabios portugueses no se esfuerzan en buscar significado a su ciudad, sentenciando entre risitas que es evidente que tomó su nombre del Nazareth de Jesús.
Esos ni otros sabios, condicionados por la ortodoxia de la enseñanza, pueden abrir la nata que flota en la taza del conocimiento para ver el azúcar que hay en el fondo, así que, limitados como son ellos en cuanto carecen de su biblioteca, no se les puede ocurrir que hace mucho, -quizás- decenas de miles de años, gentes que compartían la esencia de un lenguaje “franco”, pudieron poner nombre al Nazareth de Galilea, al Portugués, a los varios españoles e incluso al minúsculo pueblecito francés de Jugeals-Nazareth…
O que numerosos lugares de Israel y su entorno, como Arava, Arraba, Bania, Belen, Carmel, Galilea, Gaza, Golán, Jabalia, Jericó, Jordan, Macabi, Ramla, Tayibe, Tiberias… son comunes y repetidos en nuestra y en otras geografías, lo cual no quiere decir que se hayan importado, sino que son creaciones de un tiempo, que ahora se están comenzando a descifrar.
Las dudas sobre la afirmación por la erudición de esa procedencia concreta, comienzan ya en Oriente Medio, porque los propios hebreos desconocen la etimología de su “Nazareth” y aunque los acérrimos dicen que en su idioma significa “rama”, nadie explica que pinta una rama en el nombre de una ciudad, nombre que en España se encuentra (con ligeras variaciones) por docenas, lo mismo que su inverso, Arenaza, Arenazas, s’Arenassa…
Las dudas se mantienen en el propio Portugal, porque apenas cien kilómetros al Norte aparecen en la marisma de Aveiro varias “Gafanha”, entre ellas una que se dice de Nazaré y es posible que entre la toponimia menor vuelva a encontrarse este nombre, (y otros muy parecidos como se verá al tratar próximamente de los lazaretos) que en España aparece docenas de veces.
Gafanha es una voz de origen desconocido en Portugués, donde suena algo a “saltamontes”, pero, ¡claro!, no hay forma de relacionar al voraz insecto saltador con un lugar antes inhóspito, como no fuera porque esa “gafaña” es más bien una “gabaña” 1) , inicialmente, antes de consolidarse como un poblado, una choza comunitaria donde pasar la noche o descansar, una construcción que sería habitual encontrársela en ciertos entornos explotados ocasionalmente, como el estuario de Aveiro.
Pero en España, el nombre Nazarét (esta terminación en “t”, si es un cultismo, una corrección de la hipercultura) es común, por ejemplo, en La Morra, sierra de Madrid, nace el Arroyo Nazaret que muere en Montejo de la Sierra tras cinco kilómetros, pero hay otro arroyo que da al Alberche junto a un gran banco de arena, que se llama Arroyo del Valle de Nazaret y en la Rambla del Salar cerca de Archena, hay una depresión arenosa que llaman Cañada Nazaret.
Hay lugares llamados Nazaret en zonas urbanas, como los jardines y el actual “Muelle de Cuarentena” o de Nazaret en Palma, arrabal de la Ciudad que antaño era un morro (señalado en rojo) de costa amurallado para aislar a los marinos infectados y ahora está integrado en el tejido de la marina y el paseo, del que los cronistas aseguran que su nombre viene de haber sido un lazareto. También hay Nazaret en Móstoles y en Gandía (en la imagen), donde las casas se suben como cabras a la Muntanyeta de Santa Ana.

En la huerta cartagenera de Fuente el Álamo hay un predio y poblado que se llama Nazaret y hay Nazaret en Lanzarote al pie de un gran farallón que llaman La Cantera.

Además hay muchos nombres del mismo estilo, como Anazar, Nazarillos, Nazaria, Enazar, Inazar… y ermitas de Sant Nazari y de Nazaret, como la de Daroca, intramuros, cavada en el frente rocoso en lo alto del pueblo, nombres que hacen sospechar que no es lógica la advocación de docenas de lugares a alguno de los varios “San Nazario” que se dice que hubo, sino que el nombre original de los lugares, seguramente parecido a “nasa ar” hizo que la devoción dirigida por obispos oportunistas, lo dejara unido definitivamente a ellos.

O Nazaril, La Nazarena y hasta el pueblo navarro de Nazar, al pie de la arista o borde oriental de la Sierra de Codés. También hay Nazarillos, Nazarios y cientos de ejemplos con la versión “Lazar…”, como Lazaraín, Lazarauz, Lazarejo, Lazarena, Lazareto, Lazaroyo, Lazarillo, que son como frutos de un mismo árbol, nombres de un mismo origen que nos toca descifrar en vez de recurrir a leyendas.

Volviendo a Nazaré y a su playa de la primera imagen, en la que durante milenios se han varado las barcas tiradas y empujadas por bueyes, es probable que el nombre se deba al llamativo resalto de la misma que culmina en la duna fósil que se aprecia, primer escalón que en levante se llama “grao” (“gara o”, alto extenso), forma ideal para subir ligeramente las barcas, donde quedan fuera del riesgo se ser arrastradas por el mar.
Eso es lo que se llama una “nasa, naxa, naja” en Euskera, un resalto al borde del mar, de un río o ría. El resto del nombre corresponde a la arena, así “nasa aré”, es la nasa no pétrea ni de fango duro, sino de arena.
En Bilbao aún existe el nombre de “Muelle de la Naja”, aunque a finales del siglo XIX como culminación de la obsesión moderna de invadir la ría, se edificó sobre él una bella estación de ferrocarril que se quedó con el nombre, como tantos santos y santas.

Todos los demás Nazaré, Nazar, Nazaret y varios de los “parecidos”, cumplen la condición de estar o haber estado próximos a resaltes de roca “nasa ar” o de arena, “nasa aré”.
Incluso el propio Nazareth de Galilea, famoso por el gran escalón de roca del monte Tabo al que se agarró la ciudad y que el artista romántico quiso reflejar en el dibujo anexo.

[1] “Gaba” es la noche y “añá” es la idea de contener, acoger, por lo que la voz “cabaña” es una creación prerromana para describir un cobertizo cómodo y protegido lo suficiente como para que pastores, cazadores, pescadores o viajeros, pernocten y descansen. Los romanos las llamaban “gurgustum, tugurium”.

Sobre el autor

Javier Goitia Blanco

Javier Goitia Blanco. Ingeniero Técnico de Obras Públicas. Geógrafo. Máster en Cuaternario.

2 Comments

  • En Valencia tenemos tanto el castizo barrio de Natzaret, al borde del mar antes de la macro ampliación sur del puerto, como el Grau. Todo lo queremos acaparar.

    • Pero…. ¿Cómo he podido olvidarme del barrio valenciano de Natzaret, donde pasé meses al principio de los 90, buscando la forma de «meter» una gran subestación eléctrica que llamábamos «De La punta» y que haría falta para el Puerto de Contenedores que se estaba preparando…

      Yo mismo hice el Estudio de Impacto Ambiental para ella y recuerdo la ambientación con aire de las casitas, casi barracas del barrio, palmeras y la cúpula azul de la iglesia.

      Es lo mismo, «nasa aré», apilamiento de arenas.

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