Que sucede o se desarrolla en el momento más adecuado.
Este adjetivo que es casi general en más de la mitad de las lenguas latinas (las otras prefieren derivados de “puntual”), me ha parecido siempre que iba ligado a las personas ejemplares; que a otras destacadas, a veces les faltaba el don de la oportunidad.
La circunstancia de que –siendo tan potente- variantes suyas no aparezcan en ninguna lengua germánica, en el griego ni en ninguna de las lenguas cercanas, unido a lo pintoresco de su explicación oficial, tiene que mover a cuantos amantes de la Etimología accedan a semejantes arbitrariedades.
Lo oficial nos viene a decir que oportuno tiene su origen en un barco que se encamina correctamente al puerto.
“Ob portum”.
Es decir, hasta que no hubo puertos y hasta que no hubo barcos (se entiende que de cierta dimensión), no existió este precioso adjetivo que establece una frontera entre memos y sensatos. Nos quieren decir los académicos que en los fuegos nocturnos de los campamentos de nuestros antepasados que se extendieron milenios y milenios con charlas interminables en las que unos contaban y otros escuchaban… no había tipos inoportunos y si los había no sabían como llamarlos…
Ahora que se habla tanto de la manipulación de los inconscientes colectivos por medio de la radiofrecuencia, no se puede dejar de pensar que (al menos) desde la Ilustración, individuos pegados al poder no han perdido ocasión para tratar de llevar a su órbita a quienes consultaran un diccionario o incluso libros de texto. Puede que lo hicieran con buena voluntad, pero aún en ese caso, con el pecado de soberbia que supone el ninguneo o la negación de otras culturas.
En los últimos años el Euskera reclama con fuerza la paternidad de muchas voces complejas y lo hace con autoridad porque puede exhibir las raíces que las cimentan y numerosos ejemplos revestidos de una lógica impecable.
Para la oportunidad, hay que partir de dos bases que la sustentan, la primera es “ob” la partícula que representa la mejora y la segunda es “ordú”, momento, tiempo concreto. “Ob ordú” o lo que es lo mismo “en el momento mejor”, explica con claridad meridiana lo que hablamos y no un barco llegando al puerto, circunstancia en la cual el factor tiempo es irrelevante.
Al menos en los mares sin marea, como el Mare Nostrum.