Conjunto de músicos que con distintos instrumentos son coordinados por un director.
Orquesta es una de esas palabras que -letra más o menos- se dicen casi igual en todas las lenguas europeas.
Quizás se excluya al Magiar, que la llama “zenekar” o al Euskera, que en ambientes selectos (antes del Batúa, se la llamaba “ereskintza, erestalde”. También al Castellano, que junto al Euskera popular, son las únicas que carecen de la «r» de «tra», es decir, «orkesta».
No hay resquicio alguno donde pueda prender la duda de que los antiguos griegos se juntaban a danzar en una explanada circular (no iba a ser triangular) y dado que los danzantes serían jóvenes, hay que pensar que niños y mayores se dispusieran en torno suyo –como aún hemos conocido algunos en las plazas de los pueblos-, curioseando sobre la destreza, caricias o planes que salieran de esa danza.
La explanada se llamaba “orkestra”.
Luego con el avance del comercio y del poder, el baile pasó al teatro, los espectadores a las gradas y ese gran invento fue copiado por los siguientes ricos como se ve en esta interpretación de la configuración del centro de los espectáculos.
Los que manejan la cultura dicen que los romanos copiaron esa costumbre, se trajeron la danza y el teatro, aunque “orquestra” ya no era el plató sino el lugar principal destinado a los senadores.
Lo que sigue es difuso y monótono pero todos los gestores juran que ese es el refinado origen de la palabra más compartida.
Otros, que aplicamos a la evolución de la cultura el principio del “actualismo”, según el cual las cosas pasaban igual antes que ahora y las reacciones de los pacientes eran las mismas ante casos y disparates parecidos, creemos que los músicos antiguos practicaban su afición con los instrumentos adecuados para cada acompañamiento a la canción (que era lo principal) en número reducido.
No faltaron oportunistas con buen oído, que pensaran en desbancar a los francotiradores quitándoles el negocio de esponsales y onomásticas, contratando a un número mayor de instrumentistas que ellos dirigirían primero con un garrote y luego con una batuta (golpeador).
Seguro que se tardó siglos o milenios en conseguir una armonía que superara a los músicos pedestres.
Se postula que es en ese periodo cuando se denominó “orr kex ta” al barullo de dos docenas de músicos y un director superado por la situación.
¿Por qué?.
Los últimos días de esta luna llena de verano, la jauría de mi vecino que esta juntando perros para empezar la batida del jabalí, no ha parado de ahullar descompasada y lastimosamente hasta el amanecer… Aunque están a medio kilómetro, he salido dos veces al patio del caserío a comprobar que no estaban bajo mi ventana.
Los cánidos sociales, especialmente perros, lobos y chacales tienen estos “arranques” estacionales que deben ayudarles a establecer jerarquías y a motivarse para la caza. En Euskera, la forma elemental y canónica de llamar a los cánidos, es “orr”.
La queja, el lamento es “kex”, padre de la queja actual y “ta” como sufijo es la repetición, la insistencia, así que “orr kex ta” me pareció una forma insuperable de llamar a tal algarabía y me vino a la mente la idea de que algo así pasara con los primeros grupos instrumentales dirigidos por un sufrido “batuta”.
Hay que pensar que la socarronería también ha colaborado en crear las lenguas.