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Ostia

Casi todo el mundo sabe que “hostia” es una voz latina con la que se denominaba a los objetos a ofrecer como sacrificio, aunque en otros idiomas, este sonido puede referirse a conceptos que varían entre una oblea, la hospitalidad, el rol de anfitrión, ser invitado, víctima…  o la parte de atrás (en Euskera, donde “ost” es la trasera, raíz que ha dado en el latino “post”), pero una vez con hache, su significación principal en los últimos dos mil años es la de representar el cuerpo de Cristo en un pequeño trozo de pan ázimo.

Pero “Ostia” en esta forma o con hache y mutando algunas veces “o <> u”, figura con bastante frecuencia en la toponimia de la Europa sur occidental y en el norte de África, donde es evidente que su significado no tiene que ver con el objeto místico, sino con otros motivos, algunos de los cuales han podido evolucionar a lo largo de milenios y que se sugieren en este análisis.

Es clave la cuestión articular y la consideración de que la influencia academicista ha modificado casi todos los nombres de lugar para hacerlos cuadrar con los conceptos de la regulación del momento o para que se “adapten” a cuestiones lógicas “desde cada idioma”, así, a veces  se añaden artículos determinados o se mudan vocales o consonantes, se intercalan o retiran haches para acercar la prosodia real al ideal que dictan las cátedras. Por ejemplo, hay lugares en que una “g” apenas perceptible en un lugar que se llamaba “Lagostia” (fondo, parte remota, final del lago), se ha transformado en “Lahostia”, “La Hostia”, “La Osa”, “La Usa”, “La Ustia”, “La Osadía”, “La Ostadia”, “La Ostera”, “Lagosta”, “Lagosapera”, La Costa, La Costajón, La Costalena…, todos ellos nombres tan abundantes como, por ejemplo, Lagartera, comarca manchega cuyo nombre no viene de que hubiera lagartos, sino grandes extensiones de lagos someros.

En Francia hay una comuna y región llamadas Hostiaz, que algunos aseguran que antes era “Hostias”, donde lo más visitado es la cascada de Charabote que recuerda a la del Nerbión (“usti atx”, la roca que vacía).

También hay un Saint Hostien en Auvernia, aunque no hay santo de tal nombre en el Martirologio.

En Túnez hay un área llamada Henchir el Oustia entre los lagos de la costa centro oriental.

En Italia, aparte de la Ostia costera, que algunos relacionan con ser la puerta (“ostium”) o puerto de Roma, más bien está relacionada (como la peña francesa) con la amplia rasa costera que formaba el río Tiber llena de lagunas y marjales como los valencianos, que salían al mar por algunos brazos, “golas” ó “ust ia”, vaciaderos, uno de los cuales fue el puerto original que dio fundamento al pueblo marinero y que luego migró al Norte al requerirse dársenas mayores.

Hay otra Ostia en Parma, en un meandro encajado del río Taro que recorre media Italia para ir al Po, que seguramente, en tiempos tuvo un segundo brazo.

También hay Ostiano, Ostense, Ostiglia… y en Portugal, Remostias, pero donde más abundan los nombres de esa estirpe, es en España, donde el caso más conocido, es, sin duda, Donostia, San Sebastián[1], pero también hay Armostia, Belosti, Borda de Ostias, Ichostia, La Hostia, Las Hostias, pero aún más abundante es la forma “usti”, que con numerosas Agustina, Angustina, Angustias, Justi, alguna Hustias, La Ustia, Usti, Ustia y nombres curiosos como Río Santagustia, animan al curioso a buscar alguna ley de formación y evolución de nombres que tienen que haber significado algo para que perduraran en la memoria.

El río Zapardiel que es un modesto afluente del Duero por la izquierda, pero cuyos tramos medio y bajo son muy tendidos y el álveo ha ocupado en el pasado gran extensión, me trae recuerdos del estudio de un trazado por La Armuña y La Moraña, entre Zorita y Langa, donde a cada paso se podían ver indicios de la lucha de milenios entre la Naturaleza empeñada en crear sus modelos de agua, tierra y vida y los labradores decididos a separar aguas de tierras como hiciera Dios el segundo día, para luego sembrar las tierras.

En el tramo de mapa adjunto, el Zapardiel es apenas un hilo, pero las lagunas, pozas y nombres que exhibe, son casi todos hidrónimos; es uno de los pocos lugares en que se mantiene Las Hostias, pero también otros nombres, bien prerromanos, bien castellanos, como Las Lagunas, Las Bailarinas (“laba i larin as”, comienzo de los prados de los lavajos), El Juncal, Los Baos (“bae os” pozos bajos), Las Angustias (“latz angu usti”, áspero y estrecho drenaje), El Melgar (pequeñas elevaciones de tierra locales), etc.

Muchos otros nombres esperan a una disección que consiga extraer algo del significado original y nos ayude a entender una forma de vida que pudo durar milenios hasta que los humanos que celebraban el dominio de la Naturaleza están teniendo que volver a recular ante fenómenos cada vez más intensos.

[1] Cuyo significado puede ser cercano al de Ostia, esto es “don ustia”, el vaciadero hermoso, haciendo mención a la salida antigua del Urumea por “Lakontxa”, los lagos, como sugiere la imagen más antigua de la bahía (1584). Foto de Portada.

Sobre el autor

Javier Goitia Blanco

Javier Goitia Blanco. Ingeniero Técnico de Obras Públicas. Geógrafo. Máster en Cuaternario.

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