Reconocimiento público “menor” del mérito de un suceso o acto que no llega a ser digno de apoteosis. Se suele plasmar en aclamación sonora con aplausos y griterío.
Como no podía ser de otra manera, nuestros sabios hurgan en los papeles y al no encontrar nada anterior a la forma latina “ovatio-onis”, deducen que es una variante del verbo “ovare”, regocijarse (que se lo inventan sobre la marcha) y, asunto concluido.
Esta hipótesis la ven reforzada porque aún cuando ni las lenguas indias, ni el Griego (“oeosi”) o el Rumano (“aclamatie”) la reflejan, sí lo hacen todas las lenguas latinas, las germánicas meridionales, muchas de las eslavas y las bálticas, lo que les da patente para asignar paternidad a un Latín sin otros argumentos.
La dificultad endémica para acudir al Euskera, les impide abrir un poco el ventanillo y que entre luz en su oscura cuadra. Una simple mirada a esta lengua nos ofrece la raíz “ob”, mejorable y una decena de variantes entre la que está “oba zio”, donde “oba” es el tema mejorable de referencia articulado y la desinencia “zio” es un asignativo causal, quedando su significado en “por la mejora”; algo así como la frase muy usada “obagarri”, mejorable.
Las contaminaciones de los maniáticos del Latín con “ovis” o con “ovo”, por sus creencias de que en los triunfos menores se sacrificaban ovejas en vez de bueyes o se regalaban huevos, ha llevado a una “uve” casi internacional que el vasco no usa y les ayuda a prescindir de la lengua clave en la búsqueda de soluciones razonables y a esconderse en el mito, en las historias noveladas (como la Historia de Roma de Montinelli) o en la tradicional manipulación de las ventajas de los imperios sobre las aldeas, para irnos convenciendo de que Roma es el centro y su lengua la madre del cordero
Jabier Goitia jauna, eskerrak ematen diot bizitzari zu bezelako pertsonak existitzea. Asko miresten dut zure lana, segi horrela! Oreretatik besarkada haundi bat!