Hay una aldea cerca de Allariz, en Orense que lleva este nombre, un nombre que excita a los buscadores de lugares con nombres llamativos… porque no han buscado mucho.
No han buscado mucho, porque en España, “las rubias abundan”; otra cosa es que lleguemos a saber qué significan nombres como Agua Rubia, Aldearrubia, Arroyo de las Rubias y de Matarrubia, Barroca Rubia, Casarrubia, Covarrubia, Cuevarrubia, Frailes de la Peñarrubia, Honrubia, Iglesarrubia, Laguna Rubia, Minga Rubia, Navarrubia, Ollarrubia, Pepa Rubia o Villarrubia, sin olvidar docenas de La Rubia, Rubial, Rubiales, Peña Rubia, etc. etc., hasta sumar casi mil setecientos lugares “con rubia”.
Además, tampoco el comienzo del nombre es tan raro, porque buscando buscando, hay un ciento de lugares que llevan “parde” en su composición, como Pardeconde, Pardellas, Pardemarín, Pardepajas, Pardevacas, Valdepardebueyes o Par de Suelas, que compiten con las rubias en originalidad.
O que en su composición entran contenidos como “derru”, como Valderrueda, Valderrubiez, Valderrucio, La Derrubiada, Rioderruedas o Valderruiz…
Lo cierto es que todos los componentes de Parderrubias, se hallan con relativa abundancia en la toponimia, por lo que hay que empezar asegurando que Parderrubias está en el mapa con pleno derecho, que no es un accidente ni el capricho de un cacique que tuviera dos rubias en un pazo para ir a festejar con ellas.
Si hacemos caso a la corriente oficial, el rubio de las personas y de los lugares viene del “rubeus” latino.
Lo oficial es persistente aunque con frecuencia sea absurdo; así, aunque todos sepamos que el “rubeus” latino se refiere sin duda alguna al color rojo y no al dorado o amarillo, se tergiversa cuanto haga falta para convencernos de que los latinos dejaron de usar la verdadera forma de llamar a lo rubio (“flavus”) para pasarse a esta otra forma que –además- dejaron en sus romances. Este caso no es más escandaloso que otros, ya que la manipulación, el forzado y la reiteración hasta conseguir que una mentira suene mejor que la verdad, es un mecanismo habitual de los latinistas.
En Euskera, lo dorado se dice “urre” y el acto de que algo se dore, se torne dorado, es “urre bia”, fórmula mucho más coherente que la latina para explicar que una simple combinación de aféresis-metátesis puede transformar a “urrebia” en “rubia”, siendo este el origen del proceso de dorado de la hierba, las mieses y hasta las hojas de los árboles.
La naturaleza y diversos procesos naturales o inducidos tienen a la dinámica de lo dorado como un paso destacado, así, el cielo de la mañana y el atardecer pasan con frecuencia por tonalidades doradas, los cereales y muchos vegetales tienen la culminación de su vida con un color dorado; las carnes que se asan o guisan al fuego se doran… No debe extrañarnos que lo dorado haya sido una referencia frecuente en muchas culturas.
Volviendo a Galicia, las tierras medias orensanas suelen ser de formas suaves, redondeadas, sin muchos relieves, fracturas ni discontinuidades, pero, también hay rasgos ocultos bajo unos montes totalmente alterados con la fatal ordenación selvícola del último siglo, con unas tierras de labor con parcelas microscópicas que van siendo tragadas por el monte o por las nuevas redes de caminos trazados “a bulldozer”, que ocultan las primorosas formas con que las antiguas trochas se ceñían a peñas o evitaban charcos.
Aún así, en las cercanías de Parderrubias hay algunos rasgos claros, que se combinan perfectamente con topónimos como “A Manchica”, “A Lama”, “A Xunqueira” (la laguna, la charca, el juncal…) y que nos dicen que el entorno fue pantanoso y que las labores de generaciones de gallegos han transformado el fondo de la lama en la cuadrícula perfecta en unas tierras de labor “ordenadas”, raras de ver en Galicia fuera de entornos paleo lacustres.
Es posible que el nombre de nuestra aldea fuera originalmente “Bard arru bia” y estuviera relacionado con la dinámica de un entorno lagunar, de unos suelos profundos y llanos, de una zona de colmatación, ya que el sustantivo “bard” se refiere a un terreno pantanoso, a un marjal y “arru bia” no es otra cosa que un cauce o colector («arru») y un camino («bia»), que no tiene porqué ser permanente ni natural, puede ser un desagüe cavado y conservado artificialmente, como es evidente que se ha hecho durante centurias en Parderrubias.
La llanura donde se unen los arroyos Lobo y Porto, para ceder las aguas al río Bardadas, luego Muiño.
El paso de “barde…” a “parde…” es elemental, como lo es la adición de una “s” al final para que el “par…” creado, coordine con el número, dando “Par de Rubias”, frase mucho más inteligible y que luego, los gestores oficiales funden en una sola voz, “Parderrubias”, para que no parezca irreverente.