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Peña Lázara

Peña Lázara.

La tradición dice que el Lázaro resucitado en Betania se hizo discípulo de Cristo y predicó en Chipre y Marsella, por eso su nombre se ha perpetuado y ha quedado fosilizado en ermitas, peñas y estanques.

En un rodeo por las tierras de España se encuentran más de trescientos lugares que llevan ese nombre (de ellos, unos cien con el prenombre “San”), pero otros prefieren el aparente femenino, bien sea con acento (una docena), o sin él (media) aunque no haya santas lázaras en el Martirologio.

Hay Lázara a secas o señalando algún accidente, como el Cerrito de la Lázara, Peña Lázara, Fuente Lázara, Villalázara o el Puntal de Lázara, un lugar remoto en el Alto Tajo, a más de cinco leguas de Molina de Aragón, donde según las teorías humanísticas debería haber habido habría alguna Lázara que habría intervenido destacadamente en alguna gesta olvidada. (vista en el siguiente mapa)

Más conocida para los senderistas es la Peña Lázara de la montaña palentina, remate de la Sierra de Sentile, una cresta de más de 1700 metros, tan remota o más que la alcarreña, como se puede ver en la orto fotografía siguiente, aunque hay otra Peña Lázara menos conocida en las estribaciones norte de la Sierra de Ayllón. Foto de Portada.

También hay un Ribero de la Lázara en el largo arroyo del Torcón en Toledo, con bloques pétreos de más de seis metros, donde se esperaba una ribera plácida con aluviones.

Y pueblos como Villalázara de Montija en las Merindades burgalesas, donde el borde del anticlinal del Bedón  se muestra más gallardo y desafiante. Pueblo y vista desde la carretera.

Mucho más al Sur, en Rodalquilar, Almería, en el extremo Norte de la Sierra de Gata, llaman Las Lázaras al último monte rocoso y rasgado desgajado de esa sierra.

También hay algunas lazaras sin acento, como Lazaraín en Navarra, una cresta terminal estrechísima de la Sierra de Arraiz que es atravesada por un túnel de poco más de 200 metros para paso del canal de Navarra.

Otra vez al Norte, casi 1800 m en lo más alto de la Sierra de Aramo cerca de Oviedo, esta el lago y la zona de Llazarandín, que entre estrías rocosas, tiene prados de verano.

Y en el centro, Marilazara se llama el pradito con su muralla de roca de veinte metros de gruesa que hay en la campiña Norte de la Sierra de Gredos y que los ganaderos complementan desde tiempo inmemorial con los corrales que se ven en la imagen.

Dejando la “z” para estudiar consonantes como la “j, x, ch…”, hay nombres que resultan familiares desde Zamora (Peñalajara) al Alto Palancia, a las cercanías de Denia en el extremo occidental del Montgó, en Navarra (Urbasa), La Chara; en Asturias (Collaína La Xara en la imagen), todas ellas con estructura litológica parecida.

Y apurando la semejanza fonológica y física, lugares como el arroyo Cañalazarza, cerca de Calatayud, posible evolución de “gaña latxa ar tza” alto del pedregal áspero, donde nace el arroyo, junto a otros muchos “…laza…, …llaz…”, Pena Laza en el Bierzo, Penellaza en Asturias, Peña Laza en Palencia, Peñalaza en Soria, Peñallaz en León… y el Peñón del Lazarillo en Córdoba en la siguiente foto:

La forma masculina, Lázaro-San Lázaro es más abundante, pero parece ser menos montaraz que la femenina, especialmente los nombres que llevan “San”, que vienen a ser un tercio y que están mayoritariamente cerca de caminos importantes (los de Santiago, por ejemplo), en la periferia de poblaciones que no han crecido o absorbidos por el tejido urbano donde sí ha habido crecimiento.

Con Lázaro, los lugares remotos son anecdóticos, tal que Cabeza de Lázaro en Soria o Cabeza Lázaro en Guadalajara, que son dos oteros con ásperas rocas, igual que Castrolázaro en Portomarín y el Cerro Lázaro en Calamocha, todos rocosos.

Sin haber profundizado mucho en los datos disponibles, asoman varias posibilidades y algunas evidencias. Entre estas últimas, está muy claro el hecho de que aparecen dos periodos, uno muy antiguo con nombres en lugares muy agrestes como correspondería a una economía pecuaria y otro más reciente, subsidiario de una economía agraria. También parece claro que los lugares de más personalidad son antiguos y hacen referencia a estructuras pétreas, “ar” y de aspecto áspero, “latz”, que han sido transcritas de muy diferentes maneras, lo que colabora a desdibujar la homogeneidad original.

En cuanto a las cercanas a caminos y corona de las poblaciones, posiblemente el nombre original respondía a “las aro”, descansaderos o lugares para retomar el temple sin entrar en la población, a partir de “las”[1], descanso, relajo y “aro” ocasión, momento y lugar para el descanso, lugares llamados “lasaro” que durante la cristianización se interpretaron como dedicados al santo amigo de Jesús.

En muchos de los San Lázaro aún quedan indicios de haber habido pozos, aunque hoy todos son labrantíos, eras o zona urbana.

[1] Es habitual que los etimologistas que desconocen el Euskera en profundidad, expliquen “las” del Latín “laxus”, flojo, cuando es al revés, pues este adjetivo proviene de “la ez”, donde “la” es la raíz de la sujeción y “ez” su negación.

Sobre el autor

Javier Goitia Blanco

Javier Goitia Blanco. Ingeniero Técnico de Obras Públicas. Geógrafo. Máster en Cuaternario.

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