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Polen

Polvo fino que constituye el esperma de muchas plantas con semillas y que al microscopio muestra una variedad infinita de morfologías.

Tuve ocasión de familiarizarme con algunos pólenes viendo sus arrugas, púas y ojos al microscopio durante mi Máster de Cuaternario y le cogí cariño, celebrando cada año cuando las madrugadoras mimosas cubrían las mañanas de invierno de polvo amarillo y las mujeres que salían “a correr” volvían a casa con ramitos de fuertes contrastes verde-amarillos en sus manos.

Siendo un elemento muy común, no se esfuerzan mucho los responsables de la etimología, porque  despachan el polen de un plumazo, asignándolo sin más al “pollen-pollenis”, flor de la harina.

Es habitual que se trate a los antiguos como tontos, porque nuestros científicos de la lengua creen firmemente que el conocimiento se inició en los foros y templos clásicos, a la vez que niegan cualquier rayo de inteligencia a los pueblos prehistóricos.

Así, quieren hacernos creer que los antepasados que deambulaban por praderas y florestas en las agradables primaveras del inicio de este Pleistoceno y que veían las nubes de polen salir –masivas- de las copas de los árboles a cada cambio de viento o que impregnaban sus pieles y bolsas al correr entre la avena, tuvieron que esperar al trigo y sus molinos para poner nombre a tal fenómeno…

Obviamente no ha sido así.

Una gran parte de las lenguas latinas y germánicas, le llaman de forma parecida (radicalmente distinta de las lenguas védicas, bálticas y eslavas y del Griego), pero llama la atención la forma catalana, “pol-len” que se acerca a la interpretación que se sugiere desde el Vasco.

En efecto, “po” es una de las raíces que indica la pequeñez espacial, en las tres magnitudes, en referencia a elementos cuasi-esféricos y “leen” (hoy “lehen”, por los manejos academicistas de nuestra grandiosa academia) es una indicación del inicio de algo, de la cualidad de precursor de un fenómeno, de manera que “po leen” indica que es un polvo simiente; lo que realmente es el polen.

Lo sabían mejor los pastores y cazadores que los cursis profesores al estilo heleno.

Sobre el autor

Javier Goitia Blanco

Javier Goitia Blanco. Ingeniero Técnico de Obras Públicas. Geógrafo. Máster en Cuaternario.

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