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Prepucio

Anillo de piel que rodea el glande y –parcialmente- el clítoris, provocando con frecuencia en el primer caso, un estrangulamiento conocido como “fimosis”.

El despliegue de imaginación que exhiben los eruditos para tratar de explicar el significado del prepucio desde el Latín “praeputium”, se merece un capítulo entero en aquel libro de los años sesenta que se llamaba “La Antología del Disparate”.

El caso es que todas las lenguas latinas y casi todas las, germánicas, bálticas y eslavas le llaman de forma parecida al pretendido “praeputium” con excepciones raras como el Inglés, que suele preferir su propia versión “foreskin” o el Húngaro que con su “fityma” nos recuerda a la fimosis y al Griego “phimos”.

Volviendo al Latín, del cual quieren los sabios que venga tal palabra y concepto del que ya se hablaba o representaba en la Biblia y en otros libros, manuales y gráficos, todos parecen asentir que el comienzo, “prae” se refiere a la parte frontal del pene, pero el “putium” se les hace difícil de digerir y ahí comienzan sus exhibiciones de cultura:

  • Que si está relacionado con “putus”, puro, porque al circuncidar se procura limpieza al glande.
  • Que si los bielorrusos llaman “potka” al pene.
  • Que si en algunas lenguas védicas, el crecer, el aumentar de tamaño se dice “pusyati”.
  • Que si “praeputium” es pecado.

Otros, como Corominas, no se meten en harina y lo dejan tal-cual, como si el Latín fuera exento de estos ejercicios “aproximativos”.

Cuando llegan los indoeuropeistas, sacan su lista de voces y raíces “que deberían ser” y ora proponen cosas – como “pu”, hinchar- que esta vez no anda muy lejos o desvarían hacia “peu” purificar o “pou”, pequeño, pero no pierden ocasión para contradecirse ni para proponer soluciones hipercultas, muy lejanas de los orígenes “pecuarios” de casi todas las cuestiones que tienen que ver con mamíferos y cirugía.

Así llegamos hasta el Euskera, lengua creada por pastores y cazadores nómadas, para los cuales, la lógica, la coherencia y la proporcionalidad eran condiciones esenciales a la hora de poner nombres.

Y topamos con “pre”; nada de “prae”. “Pre” que es la forma contracta de “perre”, raíz elemental y multipresente, que se refiere inequívocamente a la compresión.

Y con “puzzi” que viene a ser algo así como una postilla, un aneurisma, un elemento que se hincha y aumenta de tamaño. Un glande o un clítoris, se adaptan perfectamente al concepto.

Así tenemos “pre-puzzi”, “pre-puzzi-a” explicando claramente que es algo que presiona, que ahoga al elemento que aumenta de tamaño. Una explicación física y precisa, lejos de fantasías morales, de pecados y suciedades.

Sobre el autor

Javier Goitia Blanco

Javier Goitia Blanco. Ingeniero Técnico de Obras Públicas. Geógrafo. Máster en Cuaternario.

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