Josep me pedía hace unos días que siguiera con la lista de palabras que prometí trabajar a Antoni y he aquí las tres siguientes: Arna, Artesa y Artiga.
Arna (Biología)
Es la voz catalana para llamar a la larva de la polilla.
No es voz conocida entre quienes no frcuenten los ambientes familiares o domésticos en Cataluña, Baleares o Valencia y es palabra curiosa que a mí, desde que la conocí hacia 1970, me sonaba a “sarna”.
Los sabios catalanes asignan su etimología a “probablement d’un preromà, indoeuropeu i precèltic, *arŏna, amb significat de ‘cèrcol o roda’, que degué designar primer la rotllana de suro o altres vegetals usada primitivament per a ferne ruscos d’abelles, es decir a una voz pre romana y pre celta emparentada con llanta, rueda o con los cilindros de corcho para hacer panales….
No se que relación puede tener la odiosa polilla que agujerea en el armario tu mejor chaquetón de lana, con una rueda o con un truébano, duejo, cuezo o corcho como se llama en distintas regiones al cuerpo que acoje un panal…
El Euskera puede aportar algo aunque no haya certeza. Para ello hay que recordar que una de la docena de acepciones del morfema “ar”, se refiere al gusano o a la larva, es decir a una fase metamórfica de algunos insectos.
Por otra parte, tanto el “nada” castellano, como el “ná” castizo y meridional, son variantes del “na” del vascuence forma –entre varias cuya precisión se ha perdido- de llamar a algo minúsculo y sin trascendencia. Así, “ar na” sería como decir “gusano microscópico”.
Es que la fase inicial de la vida de la polilla doméstica, es la de un bichito milimétrico, como la punta de un bolígrafo.
Artesa (Útiles)
Recipiente alargado para amasar desde productos de chacinería hasta dulces o morteros.
La artesa solo recibe este nombre en Castellano y Gallego, llamándose “cocho” en Portugués, “pastera” en Catalán y de formas harto distintas en las demás latinas (“creux, trógolo, troghju, jgheab….”) aunque hay cierta predisposición a la forma inglesa “trough” en algunas latinas y en otras lenguas.
La “Internacional Sabihonda” conoce el Griego y como además de “psomí”, algunos llaman “artos” al pan, han deducido que la artesa se llama así porque amasaban el pan en bellos recipientes de madera labrada y reluciente.
Quizás se han inspirado en nuestro laborioso Covarrubias que hace 300 años ya decía lo mismo:
En Eukele se desconfía de las sentencias de biblioteca, aunque se usen a diario para aprender de ellas. La desconfianza lleva necesariamente a documentarse, pero también a la abstracción y al recurso a conocimientos diversos y al sentido común.
Igual que hasta generalizarse las hormigoneras y más recientemente esa especie de batidoras gigantes que llaman “amasadoras”, las masas o morteros se hacían en la calle, a mano, mezclando arenas cemento y agua y formando un “volcán” que a veces nos dejaban romper a los niños.
No hay quien me pueda disuadir de pensar que así fue como se comenzó amasando la harina de trigo o mijo (portada) y no en una preciosa artesa en la que lo haría el panadero del rey…
¿Qué ve el investigador en un monton de harina en el que se hace un hoyo para ir echando el agua?… Pues un cerco de tomo y lomo compuesto por dos lexemas, “arte, tarte”, polisémica voz que en una de sus acepciones nos dice que se trata de “algo rodeado”, algo que está en medio (como estaba Tartesos entre Libia y España) y algo que tiene un cierre, un cerco a su alrededor “es a”, así que “arte es a” empezó siendo lo central rodeado por sí mismo y acabó en la bella y útil duerna que todos hemos olvidado.
Artiga (Agricultura)
Tierra que se está volviendo a ser colonizada por vegetación silvestre, vivaz y que es labrada de nuevo.
Los que hemos trabajado desde los años 80 en las Evaluaciones de Impacto Ambiental, nos hemos visro a menudo con “artigas” densas como sotos, pero es raro que la voz le suene a quien haya crecido en ambientes urbanos e incluso a los agricultores de tierras consolidadas desde hace siglos o milenios.
Cuando alguien busca su explicación, encuentra lo siguiente: “…tierra nuevamente desmontada para cultivarla y sembrarla y lo mismo que arrompido; viene del griego artos, que significa pan, por rendir mucho pan la tierra nuevamente rota y sembrada. Es voz usada en Aragón.”, !dale con el pan!.
No hay más que esto y se vuelve a ver la pasión de los sabios de bibliografía por las lenguas clásicas, como si hubieran tenido que venir los griegos a enseñar a un conquense como se roza una garriga…
Yo apenas conocí el laboreo con animales, pero si estuve en los comienzos de la generalización del uso de tractores, pudiendo comprobar que el labrador tiene una obsesión que destaca respecto a otras: ¡Sembrar más!. La pregunta que no faltaba en Aragón, Navarra y en las Castillas, era, ¿tú, cuantas fanegas siembras?.
Y conocí la dura lucha de decisiones de los labradores entre los años sesenta y noventa, sobre si “rozar una raya más cada otoño y sufrir el desgaste de las rejas o dejar de comer el monte”.
Lo tradicional era meterse un poco más al monte cada año y sembrar un poco mas, para lo cual, el tractor (como el de la imagen) se arrimaba a la espesura e iba rasgando el suelo lleno de raíces y tocones.
La “artiga”, tiene la diferencia fundamental que se dice arriba, se trata de tierras que fueron labradas y se abandonaron hace un tiempo, por lo que se está volviendo a cuajar de vegetación colonizadora, generalmente en estado latizal o «monte bravo».
Ahí está el “arte” de «arti ga» que indica zona rodeada y ahí está el “ga, ka” final, que en este caso tiene un significado de repetición, secuencia: “arti ga” es actuar en zonas interiores, rozar lo interno, lo rodeado, no la periferia.