Inclinación más o menos contundente de una persona como muestra de respeto o veneración por otra persona o símbolo.
Aunque cada vez es más rara la reverencia, todos sabemos de qué se trata; no importa que los sabios oficiales nos plantean que su etimología procede de un verbo latino, “vereri”, tener miedo, terror…. Nos parece un disparate.
Como entre los vascos, la reverencia cotidiana incluso entre iguales es el “agur” (literalmente encorvamiento, reverencia), nos cuesta mucho digerir eso del terror de los latinos y del planteamiento de tal reverencia (casi casi para evitar la ira del poderoso con el que se cruzan) y es obligado revolver entre los papeles en que estos académicos buscan su inspiración para comprobar si se han dejado algún fleco o si el mundo romano era así de atroz.
En principio la mayor parte de las lenguas latinas la llaman de forma parecida e incluso el Inglés gusta tanto de “revérence” como de “obeisance, curtsy” u otras fórmulas como la “bow, bowing”, por lo que no es extraño que los latinistas se adjudiquen la voz.
Pero esa última forma de los ingleses (“bow” es un arco) es conceptualmente idéntica al “agur” vasco y si se analiza la fórmula del Castellano (la menos alterada) viéndola como la evolución de “erre beher entzi” con la aféresis que le haya hecho perder la “e” inicial, es la descripción del “doble agachamiento” que es la expresión física y postural de la veneración.
Insisto, se duda que hay sido el terror quien haya llevado a los seres humanos a la reverencia.