Estos días hay en muchas emisoras una discusión frecuente sobre si el pueblo pontevedrés donde al rey emérito tiene el amarre de su Bribón, se debe decir San Jenjo, San Genjo, San Xenxo ó Sanxenxo o si ello depende del idioma en que se hable.
Esta porfía me retrotrae al 1968 del mayo famoso en el que mi amigo Santi (el gallego) y yo nos fuimos en verdadero auto estop desde Zaragoza hasta (el entonces) Sangenjo, que él se desvivía por decirme que era Sanxenxo y que cuando desapareciera el dictador se volvería a ese nombre. Acertó.
En un mapa de 1944, se puede ver la grafía de entonces en un Sangenjo bicéfalo de playas de arena cuarzosa y fina, barcos varados y calderas con chapapote, donde pocos podrían imaginar la gran Marina de lujo, los dos kilómetros cuadrados de tejido urbano, los hoteles y paseos que lo harían famoso medio siglo después. Cambios que ocultan la fisiografía antigua y dificultan la búsqueda de otra explicación para este nombre, que no sea la oficial de decir que es el nombre de un santo, concretamente de San Ginés.
Porque no soy el único al que se le cuesta creer que docenas de “xes” y más este “xenxo” sean las versiones “íntegra y rebajada” del santo francés de la buena letra que en ocasiones llaman San Genesio.
Madoz en su recopilación de mediados del XIX lo registra como San Jenjo, pero en siglo y medio le han aplicado diversas cirugías, pasando por San Genjo, Sangenjo, Sanjenjo y Sanxenxo, ya con la ortografía gallega.
Digan lo que digan los académicos de la Calle Taberna o de la de Felipe IV, se ve una tendencia a fundir el nombre en una pieza como para alejar la idea onomástica, pero a la vez la tradición vuelve al santo galo.
En los análisis de Eukele.com, se suelen reconocer algunos hagiónimos en los nombres de lugar, pero incluso en los más aparentes (Martín, Miguel, Juan, María, Olaia…) se plantea que o son recientes o no se refieren a personajes célebres y este concreto es un “caso agudo”, del cual no hay semejantes en la Toponimia Integral y los cercanos no aportan soluciones por estar muy apocopados.
Más que agudo es un caso difícil.
El primer paso ha de ser la revisión de la Toponimia en el Estado, que se inicia comprobando que no hay un solo lugar que recuerde a San Genesio, lo que hace poco creíble que “genjo” se deba a “Genesio”.
Buscando similitudes en la toponimia española, resulta que solo hay un lugar que lleve en el inicio de su nombre la misma grafía que Sanxenxo, se trata de Sanxet, una ladera descarnada en la sierra alicantina de Aitana a más de 1.000 metros de cota. Todos los demás, Sanxeo, Sanxés, Sanxiao, Sanxilao, Sanxillao, Sansís, Sanxuás, Sanxumil, Sanxurxo San Xiago … y otros parecidos, están en Galicia y en su contacto con Castilla y León o en la zona de habla catalana y se deben a “correcciones culturales” recientes.
En cuanto a Ginés, que en España es abundante con más de un ciento de lugares (de los que aquí no se discute que sean debidos a algún personaje, a la presencia de enebros o a la de simple gravilla), hay cerros de Ginés, de San Ginés y de Ginés Sánchez y en el Pre-Pirineo, cerca de Solsona hay en menos de dos kilómetros una masía llamada Vilaginés, un Serrat de Vilaginés y una Serra del Ginebre; en el centro de La Mancha una Sierra de Ginés y en Murcia una Risca de Ginés. La Punta Ginés en el suroeste de Lanzarote y en Murcia, Playa de San Ginés (ahora urbanización) probablemente relacionadas todas ellas con “txin”, rocas sueltas, pedriza, grava. Pero la playa y tierra de Samxenxo es de arena finísima, no de grava.
En Galicia es difícil encontrar un solo ginés (el único está cerca de San Paio y se ve en el siguiente trozo de mapa), siendo -de momento- imposible saber si los demás “xes”, fueron en algún momento más cercanos a alguna forma nativa de las que se presentan al final o si (como aseguran los hipercultos) son derivados de Ginés ó Genesio.
Volviendo a “genjo”, en el resto de toponimia española hay docenas de nombres que tienen alguna semejanza, como Genesies, Genestosa, Genesta, Genestaza, La Genescá, por lo que a primera vista no son accidentales, sino que albergan algunos morfemas (“gen”, “esi”, “osa” …) que aparecen en otros muchos nombres y que tienen significados concretos ya recuperados, por lo que hay una fuerte sospecha de que se pusieron porque describían algo peculiar del lugar.
A los que nos movemos entre la Toponimia, la Etimología y las caprichosas epigrafías no nos cabe duda alguna que en la parte sur occidental de Europa hubo un sonido intermedio entre la “ch”, la “sh”, “x”, la “gh” que aún se usa profusamente en la Galicia remota, en las regiones de habla catalana y en los Euskalkis y que aquí se suele representar con “dj”, pero que en el resto del territorio y en los romances cayó hacia la “j” o hacia la “ch”, no siendo difícil encontrar multitud de ejemplos con grafías distintas que “distraen” al aficionado.
Aparte de las consonantes, hay algunas vocales que se transforman o viran hacia consonantes, como es el caso de la “i” que en ocasiones pasa a “l”, por lo cual es obligado plantear unas cuantas hipótesis para dar con el secreto del Sanxenxo actual, porque en Galicia hay docenas de lugares que figuran como Xes, San Xes, que a cualquier iniciado le pueden recordar nombres como Sanche, Sanched, As Sanches, Sanchet, Ponte de Sanche, Rego de Sanche, Sancheta, Sanchedero, Sancheferro, Sanchelo de cualquier lugar de España y de la propia Galicia, es decir, nada relacionable con el santo sino con características del terreno, concretamente, con una depresión llana y amplia.
Además, cuando se miran y analizan miles de nombres, una de las sospechas imposibles de erradicar, es la de que otros muchos nombres que empiezan por “san, santa, santo…”, especialmente abundantes en Galicia, no se referían en origen a mártires cristianos, sino que fueran nombres parecidos a los de aquéllos; nombres con un significado concreto en una lengua anterior pero que el olvido colaboró a que durante siglos, los activos catequistas y sus continuadores atribuyeran a santos y santas cuyas vidas, hechos, pasión y milagros, eran parte de la doctrina que en aquélla época contaban los que divulgaban la fe de Cristo.
Igualmente, volviendo a Galicia, es posible hacer un análisis de nombres curiosos como “Sanxilao”, nombres de los que a veces se puede rescatar el nombre original y su evolución aunque el “medio” que le dio nombre haya cambiado, porque la Toponimia cercana aporta datos complementarios. En este caso es evidente que ha habido una corrección desde “san sillo” (pozo en la arena), hoy una finca de labor en la desaparecida laguna de Antela, que está junto a O Pozo Grande, pintado en azul (porque en esta escala no aparece en cartografía), junto a la aldea de Zadagós 1 , cuyo parecido con Zaragoza y la similitud del significado (“el pozo del matorral de ribera”), son pistas inconfundibles que explican que esta laguna y la ribera del Ebro en Zaragoza, eran matorrales húmedos impenetrables.
“Genjo” y “jenjo” tampoco son voces extrañas (aunque sean escasas) en la toponimia del Noroeste, estando circunscritas a fisiografía como cerros, cárcavas y alguna charca, pero de momento no se dispone de un significado claro.
Difícil también determinar si pudiera haber relación Sanxenxo con otros nombres abundantes como “censo” repartidos por toda España o con “sals”, “seixo” y “eido”, sonidos cercanos que obligan a ampliar las posibilidades.
Y en otras fuentes, aún surgen más, porque aparte de los nombres que manejo 2 habitualmente y que proceden de la cartografía nacional 1:25.000, antes llamada “del ejército”, ha habido aficionados como Nicandro Ares que han recogido la micro Toponimia gallega y aseguran que Galicia, ella sola dispone de 1.200.000 nombres de lugar. Muchos de los estudiosos como Nicandro han sido clérigos que se movían entre feligresías y disponían de tiempo, algunos libros y cierta cultura, condiciones que les han llevado a redondear hacia el Latín cuantos nombres “se dejaban manejar” y a certificar como nombres de santos olvidados cuantos llevaban el formante “san-sant-sal-salt-sans-sanch-sanz…” y a buscarles referentres en el Martirologio.
En fin, si antes el lío era pequeño, lo han agrandado.
Así, aparte de los San… citados arriba que los hipercultos tratan de endosar entre otros a San Julián o San Jenaro, Nicandro aporta nuevos santos como San Formar, San Cedelo, San Guñedo, San Dolfe, San Tiorxo, San Xurxo, San Cobade, Sampil, San Robredín, Santa Cubicia, Santarizco, que refuerzan la percepción de que son nombres “reinterpretados” y de ellos, los del entrecomillado del párrafo anterior, suelen estar relacionados con las siguientes condiciones o fenómenos:
“San, sant, sand”, incluso “sals”, con arenales y playas. Como Santoña (la muela del arenal), Santander (gran arenal) o Sanabria (arena pulverizada), en la foto.
“Sal, sala” (a veces mutado a “san, sana”), originalmente abrigos naturales para el ganado, zonas protegidas, posteriormente cuadras o majadas.
“Salt-salto-saltu 3 ”, prados frescos, arboledas boyales, dehesas…
“Sanz, sanch…”, planicies en lugares de mucho relieve, como la siguiente imagen de Javalambre.
En zonas de menos contraste, puede dar “chan”, en Gallego, una de las formas del llano.
Y terminaciones como “ench, enz, elch, elz” estar relacionadas con hoyas (como en Elche).
Por todo esto las posibilidades son muchas y no se pueden descartar otras como la hipotética intervención de “seixo”, la forma gallega de llamar al cuarzo, en el nombre de Sanxenxo, que dada la predominante composición granítica del macizo galaico, donde el cuarzo es el mineral más abundante, duro y el que organiza la estructura de esta piedra, hay lugares donde la arena es prácticamente cuarzo, así, “san seixo”, arenas de cuarzo, pudo haber evolucionado a “sanselxo” y “sanxenxo”, ya que no es rara la evolución de “i” a “l” y de esta palatal a la ”n”.
Ni olvidar que en Gallego, a los ejidos o prados boyales se les llama “eido” (pronunciado “ejðo”), lo que con otra partición pudiera dar “sant ejðo”, ejido del arenal.
Y aunque parezca mentira, Censo (que se parece mucho a “xenxo”) y El Censo, son nombres relativamente abundante (Ávila, Soria, Cáceres, Valladolid…) con casos tan al Norte como El Censo casi en una de las playas de Piedras Blancas, cerca de Avilés o tan al Sur como la Fuente del Censo, en Loja, generalmente en lugares remotos, nombre sugestivo que puede que tenga una relación de milenios con el movimiento de ganado, porque estos lugares siempre ocupan puntos destacados (casi todos, cerros o abrevaderos) muy cerca de cruces de vías pecuarias como este cerrito extremeño y sus casas o majadas donde se cruzan una Senda, una Colada y una Vereda, señaladas en sepia.
Sabemos muy poco de la prehistoria de la Mesta 4 y de otras fórmulas económicas del pasado, pero es probable que hubiera muchos de estos lugares llamados “censo”, palabra que no es originaria del Latín, puesto que “census” no tiene disgregación posible ni es cierto que en Indo Europeo haya un precursor como “kens”, sino que el nombre apunta a que en esos lugares de recuperación para animales débiles o heridos a partir de “sen”, curación y “so” que equivale a un vistazo, un repaso.
Es posible que la playa y alrededores de Sanxenxo fuera un lugar adecuado para el descanso y recuperación del ganado: “san sen so”, con más lógica que el rocambolesco camino desde San Ginés.
Arenal cuarzoso, ejido del arenal o llanada honda, posibles soluciones para un nombre que no hay quien se crea que se deba a San Ginés.
1) “Sar”, matorral de ribera, “ago” lugar vocacional, “os a”, el pozo.
2) Dispongo de 1.300.000 nombres.
3) El propio “saltus” latino, no viene del “alsos” griego, sino del “zaltu” euskérico.
4) Se plantean muchas teorías sobre el origen de su nombre, pero lo más probable es que sea la contracción de “Mes ta”, donde “mes” es el favor, la ventaja, la tolerancia y “ta” la conjunción; algo así como “los favores”, como expresión de la cantidad de acuerdos que habría que sostener para que funcionara un sistema tan complejo.