Sencillo
Elemental, fácil de comprender. Sin malicia.
¡Antes muerta que sencilla,
ay que sencilla, ay que sencilla ¡
Así decía el estribillo de una canción de moda hace unos años y representaba una de las acepciones de la sencillez que es la que capta el pueblo llano y la asimila a pobre de espíritu, a ingenuo.
Pero, ¿qué dicen nuestros sabios del origen de este adjetivo tan recurrido?… Pues que –lógicamente- viene del latín y de “singulus” que de forma idéntica al “single” del Inglés, viene a significar “de uno en uno”.
El asunto es que el “simplex- simplicix” latino (verdadero equivalente del sencillo castellano) no es fácil de transformar en este sencillo que solo comparten los catalanes con su “senzill” y los gallegos con “sinxelo”, ya que todos nuestros primos prefieren las formas “sémplice, semplici, simples, fácile…”, menos los rumanos que se despachan con un “usor”, que recordando al “easy” inglés, se aleja mucho de los demás.
Hay que ser muy propenso al Latín para creer que conservándose y siendo muy usada en Castellano la forma “singular” (que precisamente significa algo especial, único, casi lo contrario del “sencillo” indiferenciado y neutro), de ella se haya creado otra tan distante también en el sonido. ¡Vamos, que tal explicación no pasa de conjeturas voluntariosas para consumo interno!.
Cualquiera que escuche conversaciones serias en Euskera, habrá observado que “sentz, zentzu” es la expresión del uso de la lógica, la coherencia y la razón.
Si este concepto se complementa con el verbo y afijo “il, ill”, que tiene el significado de mortecino, átono, se tiene “sentz il” como descripción de alguien que tiene dificultades para tener criterio propio.
Esto si es sencillez y no la singularidad con la que nos pretenden conquistar.