“Sistar” es una voz que perdura en el Valenciano, al menos en la pequeña comarca de les Valls, hasta el punto que en uno de los pueblos que la componen, Quartell, hay una ruta cultural del agua, que explica el proceso milenario de sus habitantes para dominar el agua y en ella, uno de los elementos físicos peculiares es el “Sistar de l’Oixet”, una pieza antigua adaptada a los materiales y métodos modernos de lo que en ingeniería hidráulica se llama un “partidor” de caudal, elemento frecuente en las canalizaciones y que pese a su simplicidad (en origen, un mero agujero en una piedra), esta forma sencilla o su evolución, ha conseguido modular perfectamente durante siglos los caudales que demanda una pieza de riego; en este caso, la “partida de l’Oixet”.
Mi amigo Omar, atento como corresponde a un maestro de la música a todo lo que suena, me comentaba que no le parecía convincente la procedencia árabe que asignaban los filólogos a ese nombre contundente terminado en “ar”.
Los filólogos aficionados al Árabe, han recompuesto el “habla morisca” que suponen se hablaba en la Huerta y entresacando “sítara” (tabique), y “astar”, reja ó bien “mistar”, que protege, han compuesto “sistar” y haciendo alarde de prudencia, advierten que eso es… “posiblemente”.
Pero el oído de Omar capta notas que le parecen desafino y me dice que él ve más probable que ese “ar” final sea prerromano, es decir de la antigua lengua parecida al Íbero o al Euskera y se refiera a la piedra, a la losa que cerraba o abría el paso a las aguas.
En el Vascuence Administrativo que llaman “Batua” (unificado), a la piedra tradicional, “ar”, le han puesto una hache anterior, con lo que es fácil que los estudiosos que “tiran” de los modernos diccionarios oficiales, pasen de largo al sobrevolar “har” y no caigan en la importancia pretérita de este lexema fundamental.
“Ar” está en multitud de sustantivos del Euskera y Castellano que se refieren a piedras o minerales y a objetos de ese material: Está en “kolar”, portal (en Vasco), hueco de entrada, formado por “kol”, paso a través y “ar” piedra, dintel; está en el sillar, que antes de ser piedra esquinera de los castillos, fue la primera piedra de construcción tallada por los humanos, la que se usaba para sellar los silos subterráneos donde dejaban grano y armas cuando se mudaban de un lugar esperando volver… “sillo” es lo que hace décadas estaba de moda porque los terroristas escondían allí su dinero y armas y se conocía en la prensa como “zulo” y “ar” era la losa o tapa troncocónica, “silloar, sillar” o el nácar de los botones, aragonito impregnado en queratina que al ser taladrado con una piedra caliente apestaba… “nag”, repugnante, “ar”, piedra y también la piedra en que se recogía el mosto, “dólar” (en Euskera), a partir de “dol”, escurrir y “ar”, exactamente lo mismo que el “lagar” de la sidra, “lag”, soltar…
Y hasta el altar , “altu ar”, piedra alzada en la que se hacían los sacrificios.
“Ar” al final de “sistar”, es muy probable que sea piedra y el comienzo, “sista”, lo corrobora porque es la expresión neta que los valleses han conservado, de lo que significaba “punzar, pinchar, horadar”, lo que -de nuevo en ingeniería hidráulica- se llama un “agujero calibrado”, hoy en día hecho en aceros especiales, pero que nuestros antepasados resolvían horadando una laja de piedra que dejara pasar el caudal deseado. En resumen, “sistar” es un elemento tecnológico elaborado a partir de una laja de piedra agujereada, que dando paso a un canal de riego, modulaba su caudal a las necesidades de los regantes.
Una piedra que se podía cambiar por otra ciega, para cerrar el paso del agua, o por otra de distinto calibre para regar más o menos. Piedra que aguantaba la erosión del agua veloz, que una vez confinada en el canal de tierra, se serenaba para manar dulcemente, dejando al limo reposar en las rendijas y así seguir año tras año cuidando una tierra que produce como pocas.
¡Qué honor que hayas incluido mis sospechas en tu blog lleno de sabiduría, amigo!