Estas dos llamadas de emergencia son las más recurridas en Castellano igual que en Euskera, y que oí por primera vez en Euskera bermeano siendo muy niño, cuando el vecino llegó una noche borracho a casa y su mujer asustada gritaba ¡Ausilidjooo, sokorridjoooo!.
Desde entonces siempre he querido saber su origen, pero las fuentes oficiales solo lo aclaran para aquéllos propensos a creer que cuanto se asigne al Latín está bien resuelto.
No es de ahora que las enciclopedias y sus asesores se escabullan cuando llega a tenerse que explicar esta voz, porque ya lo hacía Esteban Covarrubias eluyendo la mayor y entreteniéndose con el verbo “socorrer” a la vez que daba por seguro que para socorrer hay que correr, lo que carece de cualquier evidencia que sea determinante. El que socorre puede estar en la misma hoguera que el socorrido, o talando el mismo árbol o tratando de carenar el mismo barco o en la misma comilona en la que el socorrido se ha atragantado o en la misma txalupa que se hunde…
Somos miembros de una sociedad muy evolucionada y en la que no es imaginable que los individuos vivan indefinidamente sin contar con el servicio de los demás, hábito que en las últimas décadas ha llegado al límite de que los coches no lleven rueda de repuesto porque nadie sabe ponerla y además, el coche de socorro llega –seguro- en una fracción de hora: Sociedad de los Servicios.
Cuando se forjó esta palabra, la vida no era así, los miembros de cada pequeña sociedad o tribu, tenían que apañárselas de forma casi continua, así que desde sacarse una espina o entablillarse una pierna rota o con una fuerte esguince, o salir de una sima que inesperadamente se inundaba, eran acciones a resolver “per se”.
Solo se usan voces parecidas a “socorro”, en Catalán (Socors), en Portugués (Socorro) y en Francés, “au secours” y no es solo que las demás lenguas latinas usen “aiutu”, “aiuto”, “axuda”, “aiutor”, “auxilium”…, sino que tampoco haya nada parecido en las germánicas, eslavas, etc.; ni siquiera en la filosofía de las védicas, del Griego ni de otras lenguas creativas hay una mínima mención al correr de nuestros académicos…
Todo apunta que el señuelo sónico de “…corr…” ha encendido la llama de la dormida inteligencia de nuestros guías y envolviéndose la manta al coco se han entregado a la carrera y han firmado en barbecho.
Así lo han hecho en muchas ocasiones y como consecuencia de tantos disparates, la Etimología que debería ser una ciencia primordial y admirada, es menos considerada que las cábalas.
La necesaria abstracción para intuir peligros naturales, puede ser ayudada por el Euskera, donde “orró” es el rugido espantoso, el grito desgarrador de una fiera o de alguien en peligro y “so” es el vistazo, la atención que se demanda hacia aquél en desgracia puesto que “ so (k) orró”, equivale a decir: “mírame te lo ruego”, es decir, te pido ayuda.
En lo que a “socorro” se refiere, portugueses y catalanes (“socorro y socors”) se parecen mucho e incluso el Francés (“au secours), pero no hay nada parecido ni que se refiera a correr, en ninguna de las lenguas cercanas donde el significado de la voz está más próximo al apoyo o ayuda (“helfen, help…, pomos, pomog…”).
Auxilio, voz casi siempre combinada con Socorro, suena a Griego aunque los sabios que certifican que el Latín es el padre absoluto, juran que es una variante de “augere”, aumentar, porque el auxilio aumenta las probabilidades de superar la crisis y aunque en el Latín solo figura el “auxilium” en terminología bélica (“auxilia peditatus equitatusque”, tropas de caballería e infantería de apoyo), se ha dado por bueno en la literatura al uso que el Castellano y Catalán (“auxili”) lo hayan tomado del Latín, pero que ignoran los otros romances (“aiuto, ajuto, ajutor…) e incluso el Esperanto prefiere algo tan cursi como “helpi”.
Auxilio, es, sí, la materialización de la entrega de productos de gran necesidad e incluso la de médicos u otros profesionales, pero en su primera acepción es inmaterial de igual manera que socorro, pero con otro timbre más agudo, es también una voz de demanda de atención.
Así como “orró” es un grito desgarrador, en Euskera existe el “auxi”, dirigido generalmente al aullido lastimero de los perros, así que “auxi eilo”, (“eilo” es la materialización o afirmación) equivaldría a decir “esto es un lamento”, de forma que el conjunto de voces que oí de niño a la vecina del quinto, ¡”auxilidjooo, sokorridjooo”!, representarían una forma genuina de esta frase interjectiva dotada de un registro bronco y otro humilde: “Mirame, te lo ruego, me quejo”.
Entonces ese «orró» podría ser también el origen de la palabra «horror», no?
Si, tradicionalmente se explica horror desde el latin «horrere», erizado, añadida a pilus, «pilus horrere», pelo erizado, pero estos dos componentes también proceden del Euskera, ya que «or» es la raíz de elevado, enhiesto (señor, tutor, alcor…) e «il» es la que ha dado «pil».
Saludos