Árabe Castellano Euskera Gramática Sociedad

Suerte, fortuna, azar.

Explicaciones nada convincentes para conceptos muy claros.

 

Los interesados en la etimología que tengan sentido crítico han de desesperarse con las explicaciones pueriles, a veces insultantes por su parcialidad que aparecen de forma general en diccionarios y referencias de muchos países y lenguas, demostrando que su elaboración y decisión han sido auténticas manipulaciones ideológicas “universales” solo preocupadas por fortalecer los paradigmas en que se basa nuestra civilización desde la época mal llamada “Renacimiento”.

 

El hecho de que el azar, la casualidad, tenga en Latín un nombre muy corto, un solo morfema, “fors” y que sea muy parecido al que expresa la suerte, “sors” (en el siglo XVII su primera letra era más parecida a una f de fortuna, como se ve en el extracto siguiente), han favorecido el que nadie profundice en su génesis, dando por hecho que tales voces están muy próximas a las raíces y que el Latín es su fuente.

 

Formas parecidas a “fortuna” son comunes en todas las lenguas latinas, menos en el Rumano (“avere”, que en la acepción más común de riqueza material, se parece mucho a la forma vasca “aberatza”) e incluso en algunas germánicas, pero es muy distinta en las eslavas, bálticas, en el Griego o en las relacionadas con el Sánscrito.

 

En cuanto a la “suerte” y sus variantes portuguesa, gallega y catalana (“sorte, sort”) limitadas a las lenguas de la península ibérica y que tan diferentes son en las otras lenguas latinas (“furtuna” en Corso, “chance” en Francés, “fortuna” en Italiano, “noroc” en Rumano…) y que aparece reconocible solo en el Maltés, “xortih”, pero que no vuelve a asomar en germánicas, eslavas, bálticas, Griego ni en las védicas, se da por hecho que viene del Latín “sors-sortis”, bolas o dados con los que se sorteaba, aunque a este juego se le llamara “alea”, cuestión que nadie discute,

No solo es que no se discuta, sino que a la voz vasca “zori”, la forma neutra del azar, que ha de completarse con “on”, “txar” (bueno, malo) u otras modalidades, para que su significado sea una sentencia se la señala como préstamo latino, aunque a poco que se estudie se encuentra la raíz vasca “zor”, deuda con algo o con alguien (hado[1]) que pudo haber intervenido en un suceso y que con el sufijo “i” se transforma en la acepción genérica y principal[2].

 

De hecho, como la suerte es un estado, el nombre genérico o plural que en la forma latina lo da la “s” final, en Euskera lo aporta la “i”.

 

La fortuna y sus variantes parecen acaparar en las lenguas cercanas todas las expresiones para indicar sucesos aleatorios, haciéndoseles proceder de “fors”, nombre latino para llamar al azar, voz esta última, que solo se usa en Catalán (“atzar”) y que de forma rocambolesca es asignada desde hace siglos, (como recogía Covarrubias con idea generalmente negativa) ora al Árabe, donde unos dicen que es la hora de las tres, otros la flor que había en una cara de las tabas…, ora al Francés “hazard”, peligro; los latinos, que es una cara de los dados, otros, que es medio persa, medio árabe; otros hebrea, caldea…

 

Actualmente las corrientes oficiales en España prefieren la propuesta de Coromines que la planteaba como “zahar”, en árabe, dado y flor simultáneamente, solución que recogen ingleses y franceses y dan por buena, sin mucha convicción, pero ninguno de ellos ha hurgado en el Euskera, donde “azarkeri” es una temeridad, un comportamiento arriesgado, voz donde “azar” es la idea de atreverse contra algo difícil de conseguir y “keri” es la insistencia, la condición o hábito; por tanto, la consecución de objetivos con esa conducta encaja perfectamente con la idea de riesgo, siendo mucho más probable que el azar del Castellano y Catalán procedan de la idea matriz del Euskera, que de un juego de dados…

 

¿Es posible que civilizaciones anteriores que tuvieron que conocer los riesgos para sobrevivirlos carecieran de nombres para designar a la suerte y al azar o que los perdieran porque los avanzados romanos jugaban a los dados, práctica más moderna que el sorteo con palillos?

 

El sentido común dice que no.

 

¡Por cierto!, la frase cultural “me ha tocado pagar el pato”, no viene de pactos ni de judíos ni de merendolas, sino del “patu”, sorteo que se cita en la llamada 2.

 

 

[1] Con el hado sucede igual que con numerosas voces que se plantean procedentes de la evolución “f < h” y es al revés; “ado-adu” en Euskera, es acierto, puntería, tino, don que se identifica con un apoyo externo mágico.

[2] Hay infinidad de otras formas, “zorki, doain, sirats, patu, egoal, txurki, estropu, ein, jira…”

Sobre el autor

Javier Goitia Blanco

Javier Goitia Blanco. Ingeniero Técnico de Obras Públicas. Geógrafo. Máster en Cuaternario.

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