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Toponomástica II (en cincuenta apuntes)

La cincuentena larga de párrafos que van a continuación, tratan de describir el detalle de lo expuesto en las sesiones de este Congreso en el que de unos cuarenta participantes creo haber sido el más veterano y -desde luego- el que desde hace más años se dedica a la Toponimia, ahora rebautizada Toponomástica como para darle aire de coto, de que lingüistas historiadores y filósofos quieren quedarse con lo que primero fue de pastores y aventureros, luego de eremitas y campesinos y finalmente de caravaneros, marinos y militares.

Un detalle que tiene muy pocos y pobres denominadores comunes aparte de que los peones de búsqueda de legajos pegados están tristes porque no encuentran antropónimos suficientes como para tantos nombres de lugar que asignar y que para ellos, fuera de Roma y su trayectoria no hay casi nada.

Versión radicalmente opuesta a la de quienes usamos la herramienta que es el Euskera y que plantea un Paradigma radicalmente opuesto.

 

!Al detalle!

Los días 1, 2, 3 y 4 de este octubre se ha celebrado entre Miraflores de la Sierra y Alcalá de Henares, el II Congreso de esta disciplina organizado primorosamente por las universidades de Alcalá y Madrid.

Me enteré muy tarde y no pude llevar una ponencia, que de cualquier manera no hubiera encajado bien en el ámbito cómodo que se han marcado los lingüistas e historiadores (la época clásica y la Edad Media), como si antes de este periodo no hubiera habido una vida llena de desafíos, emociones y descubrimientos. El ambiente se me antojaba comparable a los tiovivos que los feriantes montaban por la noche y el toldo que los cubría no dejaba ver los caballitos, focas, jirafas y barriles a los niños.

El primer mensaje en la presentación fue que “se ha avanzado mucho en los estudios de topónimos y cognados…si bien hay desafíos metodológicos aún sin resolver”…!y tanto! , como que por fin se ha empezado a incluir la Geografía Física, que para algunos (como el menda) supone tres cuartas partes del contenido de los infinitos nombres de lugar.

El segundo, que hablando de las cimas de Pirineos, se reconocieron discrepancias entre lo oficial y lo usado por los nativos, una oficialidad violenta, que obliga a usar sus conclusiones en las publicaciones so pena de quedarse sin subvenciones.

En el detalle, se embute el Latín en cuanto se presenta una ocasión, barnizándolo todo con esta lengua; por ejemplo, de Frondella, se impone Frontícula sin analizar la posibilidad de que fuera Frondeña ó Frondeya, desinencias ambas que indican peñas desnudas.

Y de Cabieto se fuerza a Capitulum, siendo “kabi” un indicativo de simas o cuevas.

Para Mardanera -algo es algo-, proponen un uso físico como lugar para guardar cabras, aunque la rectitud de la estratigrafía sugiere que “mar da” tiene que ver con el paralelismo de las marcas pétreas. Algo parecido a Marbore, Marmore, rayas oscuras.

 

 

Igualmente, para el Garmo, contracción de “gar amo” se van al Ilirio, cuando sus formantes son obvios, “gar” alto, cima y “amo”, pieza solidaria, monolítica.

La dicotomía étimo-topónimo se les hace especialmente difícil con lo prerromano y tratan de resolverlo evitando las raíces, cuando ahí está la solución, así que Durango lo hacen derivar de Turanius, o Grove de Ogrobius y Écija de Astegi.

Marca, les suena a germánico cuando es una clara descripción de trazos rocosos o estrías y en Manzaneda, que no puede ser de manzanas por la cota, ignoran que “mantz” indica desorden caos en las rocas fraccionadas por las acciones del glaciarismo.

No me ha gustado que uno de los ponentes tratara de ridiculizar a Garibay, postura que luego repiten otros “sabios” del Norte; el mismo, peyora la numismática y epigrafía para poner su fe en los documentos literarios como si cronistas, poetas y narradores fuéramos almas puras.

No le cabe duda alguna de que Munilla (en Larrioja), perteneció a una tal Munuella.

La estrella fue un ponente que conoció a Coromines y le hizo trabajos, aunque no todos tienen fe en él, recomienda el Dictionari de Complementos. De los estratos prerrománicos ibéricos, no saben nada y ataca a los “aficionados” que usan el vasco y lo están desprestigiando (este es el ambiente dominante).

Hace una confidencia explicando que Coromines llamó a Michelena y Tovar y les “leyó la cartilla” (¿años 70?).

“Sin y cin” son sin duda célticos, “ella, illa” sufijos islámicos según él (y sus seguidores), aunque en confidencia dice algo que ya sabíamos, que todo lo de Corominas es revisable.

“Samitier”, un lugar perdido en la Jacetania y el mismo a setenta kilómetros, al borde del Cinca, se entienden como alteración de San Emeterio (el santo calagurritano según la tradición) antes de contrastar con otros nombres parecidos: Sabiaga, Sabina, Sabinita, Sabiñán, Sabiñánigo, Sabiote, Camita del Lobo, Cabituerto, etc…

La presencia de abundantes “bragas” les turba y por su localización, siempre en zonas bajas y húmedas plantean un posible significado de “barro”. En realidad, “braga” suele ser contracción de “barra ga” (sin barra), esto es, la zona de deposición fluvial en la que la barra natural ha desaparecido o no se ha formado y hasta las pequeñas avenidas encharcan la zona, describiendo una zona mal drenada.

Recomiendan ver la obra sobre Toponimia Mayor de Cantabria de Alberto González Rodríguez, individuo cuyos vídeos son aburridísimos y además, “no dice nada”, como en el caso del Muelle del “Cay” de Santander, que ni siquiera refiere su nombre “kai” vasco, peña, “nasa” de atraque…

Con la “Agolada” (Foz, Lalín, Verín, Valdehorras, Ancares…), se enviscan en querer que sea “aqua lata”, antes incluso de comprobar que hay una aldea que se llama “Golada” y muchos lugares que son A Golada y similares, relacionados con collados lejanos a ríos, reconociendo que tampoco saben qué puede significar “A Golvada”.

Las explicaciones de la representante del IGN con la disponibilidad pública de una cartografía y nomenclátor españoles en continua revisión y del INSPIRE, no es comprendida por algunos lingüistas que desconocen la complejidad de la cartografía vectorial y los conflictos con las “etiquetas”. Recomienda ir al CNIG Centro de descargas.

Cita más Visores temáticos del IGN.

Le animo a no perder los topónimos de los fondos de embalses.

La sesión de nombres raros no aporta nada aparte de “Donde se Reza la Salve”, que no se encuentra solo en Polaciones, sino también a más de 1.300 m. en el Bierzo, cerca de Palacios de Compludo, una aldea del entorno de Compludo, que relacionan con Alcalá de Henares.

De un salto a la Marina Alta, se arman un lío con “assagador” > azagador explicándolo como “ç” africada sorda, sin saber que “saka” es el acto de empujar al ganado por las grupas y de ahí viene “zagal”, el que se traga el polvo.

La explicación sobre lugares de Salamanca concreta que “hay algunos muy difíciles”, aunque muy pocos son pervivencias de “refugios con población continua”, explicando la mayoría por mozárabes y repoblaciones. Por ejemplo, explica “gansinos” de Cipérez como evolución de “campsino” y dando por hecho que es una consecuencia de repoblación, sin tener en cuenta que hay Gansinos en Ávila, Toledo, Madrid, etc., casi siempre terrenos que ha habido que drenar (“gantz”, equivale a pastoso).

Con Babilafuente, sin más dice ser Aguilafuente, (hay Peña en Zamora con ambas formas), quisieran que fuera “pago” (viña) de la fuente, más de 100 “pavo, pavones, pavona”.

Para La Rad, propone dehesa, ignorando que “larra k”, (los pastizales), hace “larraz” y “larrad”.

Discusión para “rego”, con cierta preferencia de ser del Euskera “erreka”, aunque ignora que “arr a ka”, rasgadura pequeña es Euskera y “arro, arru”, cuenca, cerrada con “ka”, es pequeña.

Ana, creadora del Patrón Dbase, solo estudia los que coinciden con antropónimos o apellidos actuales. “Allande”, desconoce que se compone de “adz” y “endé”, lo que viene detrás y explica Cabranes desde Capranis.

No puede imaginarse Pravia desde otra cosa que “per abia”. Desconoce que hay Parrabia en el Condado de Treviño y Paparrabias en Suances.

A pesar de que el nombre de lugar siempre aparece antes que el apellido, hay como una obsesión de que la toponimia sea antroponímica, Emili Casanova, promotor de este Congreso, niega que haya siempre relación clara Toponimo<>Antropónimo, especialmente en zonas de repoblación y se pregunta cómo se hacía el viaje, si se sabe que Jaime I (todo exagerado) que necesitaba 100.000 colonos, solo consiguió 30.000… todo está cogido con alfileres.

Contradicción: Los nombres menos habituales son los que más topónimos dan.

Mariola la considera importada, no sabe que en Carballino hay Monte Mariola, en Limia hay Mariola, en Camariñas, Cruz de Mariola y cerca de Andorra, el Pico y Estany de Mariola.

Lucena y Luchent, tienen que referirse a Luján y Lucian. Hay docenas de Lutero, Luterio, Luteiro, Aluche, Lluch, Faluche… un par de ríos Luchena y una Sierra de los Luchadores en La Serena.

Recomienda hojear el Libro de Los Repartimentos (Valencia).

Se inventan una Toponimia Eco, como dando a entender que no hay significados.

Interesante la recogida de toponimia con descripción que hace Ranz de la zona de Sigüenza. Explica la gran cantidad de castillos por la necesidad de comunicación con espejos para proteger la sal. ¡Ojo!, cita varias salinas, algunas coincidiendo con Alcázar (palacio real). “Ku” topónimo defensivo, “bu”, torre.

Mercedes y su odonimia Granada, muy trabajado.

Salaberri lleva como puede el encargo de Gorrotxategi. Todo artificioso, se inventan una “época aquitana” con unos nombres transparentes y otros, no. En general coincide con Euskera, solo es necesaria la lente adecuada.

Aprovecha paréntesis para recordar (en un ambiente propicio), que voces clave del Euskera proceden del Latín, por ejemplo, “errege”, rey, lo deriva de “regis” en lugar de dar cabida a otras hipótesis, como “erre ge”, que en momentos previos a los imperios, definiría al personaje que no se equivoca “errétu” + “ge” (gue), sabio, juez o santón a quien le llevarían las consultas difíciles.

Igualmente, “errota” (actual molino), lo relaciona con “rota”, rueda y no con “pistrinum”, ignorando que “erra tu” es desmenuzar y “ot” una forma de alimento, de forma que “err ot a” pudo ser el instrumento para moler semillas, diferenciado del de machacar minerales y pigmentos.

Andrikain lo relaciona con Andere (¿por qué no con el alto de Aldriz?), Corella con Corelius (¿por qué no con Coreña de Arriba?) y Marcilla con Barquelus (¿Por qué no con Marchinchera?.

Garizuri lo asigna a un tal Garixo o Kalixto, Garizuri, trigo blanco, cuando lo elemental es “gar izuri”, manantial en la cumbre.

Para terminar, sentencia: “Todos provienen de antropónimos que aún no se han encontrado”.

El siguiente representante de la academia vasca, aún más chabacano, como aperitivo dedica una andanada -sin venir a cuento ni citar autores ni situaciones- a “aficionados al Euskera”, dando cuatro ejemplos de traducciones disparatadas, alguna de ellas que circula en chistes.

Todo su trabajo consiste en el caso de Gorbea, en dar prioridad a las formas escritas que registran “gorbeia”, “gorbeyako” y a una cita de Ptolomeo de “Gordeya”, para asimilarla a Garbea y concluir que su significado está relacionado con la altura.

En la tanda de preguntas se consulta cuantos asistentes han subido al Gorbea desde Bizkaia: Nadie. Se explica el significado de “orb”, remover la tierra y “go orb”, cima removida.

En el tema árabe, los ponentes son muy modestos, apenas se quejan de que se vocaliza mal, centrándose en un ejemplo: Villena > Viliena, pero nada dice de Guillén, Guillena, Guillenes, Millena, Orillena…

El Inglés de Caravaca, relaciona La Safor con “az afor” y llevado por las apariencias, dice que “hay sierras que responden a elementos muy pequeños”, como la Sierra de la Pila (se cree que es un pilón), cuando lo que llama la atención es la secuencia estratigráfica de fuertes pendientes, con sustratos litológicos de calizas, dolomías, arenisca y margas entre los que se intercalan formaciones de yesos… , literalmente “bil a”, apilamiento.

 

Relaciona Mulhacén con ruiseñor (“um al asan”) y numerosas terminaciones “…ela” (hermoso en Euskera) por “alláh”, divino.

Bello objetivo para el estudio, que al final del encuentro, en el Patrón dBase, quieren que aparezca todo lo relacionado con cada “topo” (étimos topónimos y cognados), quejándose de que se ha resuelto poco, aunque “ya tienen el método”, y prepararán una “Escala de verosimilitud” para tratar de conseguir un punto medio entre la chapuza y lo perfecto.

Hay un grupo de what’s up.

Jairo muestra un claro ejemplo de Yunquillos, inundado de gravedad recientemente y su significado de juncalera, demostrando la supervivencia de dialectos para recoger cuanto haya de iberoromance; del Euskera, ni cita.

Sobre el autor

Javier Goitia Blanco

Javier Goitia Blanco. Ingeniero Técnico de Obras Públicas. Geógrafo. Máster en Cuaternario.

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