Valoria está en la ribera del Pisuerga, un río que da mucho juego si se penetra en sus entresijos.
Quizá me paso, porque todos los ríos y arroyos dan información generosa a nada que se sepa lo que se busca; lo que pasa es que acabo de recorrer “a vista de Google” varios de los ríos castellanos y he decidido que el tema de la hidronimia va a cambiar de formato, porque la información es ingente y merece ser tratada dosificadamente.
Así, para cada hidrónimo que se trate, se aportará la lista integral, señalando en negrita aquéllos nombres (y sus derivados) que ya hayan sido tratados.
A finales de 2019 parte de cuatro docenas de nombres “base”: Arroyo, Barra, Bárcena, Barco, Alhama, Casillas, China, El Pauleno, Estéban, Galacho, Gallega, Gallego (y sus derivados), Gallo, Garganta, Gayanas, Gayo, Huelga, Huerga, Hito (el), Hoz, Ibón, La Abadesa, La Abadía, La Buena, La Cocina, La Cochina, La Corona, La Cuadra, La Cueva, La Culebra, La Galiana, Lagartera, Lagüena, La Guardia, La Guarra, La Guadaña, La Gullona, Lama, La Mina, La Mira, La Lámpara, Lámpara, La Munda, La Paul, Lava, Lavajo, Miguel, Ocín, Ojo, Olla, Os, Osín, Oso, Ossa, Paúl, Palacio, San Miguel, San Estéban…
Valoria la Buena es un topónimo curioso, porque parece el antónimo de una Valoria Mala, que todos nos imaginamos al ver su nombre por primera vez, pero tal nombre no existe y siendo ambos componentes, “valoria” y “buena” y sus variantes relativamente frecuentes en la toponimia, hay que comenzar admitiendo que no se sabe qué significa Valoria y que –probablemente- “labuena” es una entidad que nada tiene que ver con la bondad de lo precedente.
En Valoria La Buena, el Pisuerga ya está muy crecido y a punto de entregarse al Duero (o este a él?) porque a sus aguas cantábricas ya se han unido las del Carrión con La Cueza y Valdavia, las del Arlanza con el Arlanzón y la de gran cantidad de arroyos y aunque los embalses de cabecera de Compuerto, Velilla, Aguilar, Ruesga, Villasur y Arlanzón, frenan de forma drástica las antiguas avenidas de Noviembre y Abril que eran capaces de cortar completamente meandros consolidados y dar al traste con los esfuerzos de los colonos para conseguir tierras fértiles de labor, el río conserva “la madre” con infinidad de meandros que hace casi un siglo que “no se menean”.
Pero antiguamente se menearon y mucho, porque los ríos de zonas llanas siguen esa dinámica de “resistencia y cesión” ante las fuerzas “erosivas y depositivas” de aguas y tierras.
Una primera visita a la cartografía de ese entorno del Pisuerga, muestra claramente un pasillo “entre terrazas” por donde el río ha serpenteado en las últimas decenas de miles de años, indicando cuales eran las condiciones de comportamiento y modelado: El nivel de base de ese tramo de río y los aportes y su ritmo, que en la zona del pueblo objeto de análisis, se localizaba entre el propio pasillo del cauce principal, el del Arroyo de los Madrazos y los límites del páramo de Miralrio aguas abajo y el del Pico del Águila aguas arriba.
Ese plazo es el que ha visto la decisiva intervención de los humanos para iniciar la agricultura, aunque somos incapaces de reproducir, ni siquiera imaginar las acciones que emprenderían para desbrozar y drenar las ricas tierras de aluvión.
Un aumento de escala nos permite comprobar la existencia de un acuífero muy cercano a la superficie y nombres como Los Barcos, La Cuadra, La Costana, Las Casillas, Barco del Perro, Las Culebras, El Lagar…, todos ellos hidrónimos que se tratarán en próximos análisis.
La consecuencia de este conjunto de coincidencias apunta claramente a que la parte final del nombre, “labuena”, es una ligera alteración de “lagüena”, que viene a significar “la del lago”. Ver «Lagüena» en Murcia y el laguito que hubo cerca de la casa.
Es oportuno en este momento recordar que lago es una palabra castellana consolidada, que es casi idéntica en Euskera (“laku”) y que los sabios y los entes oficiales nos juran que procede del Latín “lacus”, procedente de un supuesto indo europeo “laku” (inventado, no contrastado), pero que en esencia el Vascuence explica según “la”, sujetar, contener y “u”, agua, con una oclusiva (k) entre vocales, para mejorar la dicción.
La parte inicial, Valoria, ha sido trascrita mayoritariamente con uve por esa manía de los eruditos de creer que todo lo que suena “bal” está relacionado con valles, cuando no es así.
La mayor parte de los topónimos que se sitúan en cauces de ríos y llevan ese lexema, lo llevan para describir la zona con limos extremadamente finos y con contenido orgánico; el “bal” de Valencia o el de Palencia, significan eso. Por otra parte, “or” con erre suave suele referirse a procesos no permanentes.
Así, “baloria” se entendería como “los fangales ocasionales” y el conjunto, Valoria la Buena, escrito como debería, “bal or i a lagu ena” sería más o menos “los fangales ocasionales del lago”.
La amplia dimensión de esta zona, que se acerca a los cuatro kilómetros habría hecho valer el nombre de “lago” que no se otorga con facilidad a fenómenos “menores” que se repiten casi en cada meandro.